De la cámara de mi abuelo a la nanotecnología
La prótesis de los nanohilos de telurio es una investigación china con pintaza. Estos nanohilos se implantan en la retina y transforman la luz en señales eléctricas que viajan al cerebro. La energía proviene de la luz que absorben

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Cuando en los primeros noventa mi abuelo me compartía su total seguridad de que en el futuro la tecnología desarrollaría algún dispositivo con el que yo podría volver a ver, le escuchaba con escepticismo. Era una negacionista de ese tipo de avances científicos, seguramente llevada por el pragmatismo de quien ha asumido su destino. Atrás ni para coger impulso.
Con ese talante he leído a lo largo de los años, y las décadas, cada noticia que los amigos me mostraban acerca de la visión artificial. Todo lo leí siempre como el que lee ciencia ficción, sin pensar, ni por un segundo, que aquello fuera ocurrir durante mi vida terrenal. Pero la verdad es que, con los años, lo que me parecía alejado de toda realidad, ahora lo contemplo como algo ya no tan lejano y más factible.
Mi escepticismo ha desaparecido. No soy ya negacionista de una realidad que, sobre el papel de las investigaciones, llegan a parecerme, incluso, ilusionantes.
Desde las primeras prótesis visuales aparatosas, que requerían de dispositivos tochos y fuentes de energía externas, que te hacían parecer más bien un Robocop, hasta los más discretos chips que, en realidad, no te devolvían la vista sino una especie de pseudovisión artificial a base de píxeles, en blanco y negro, que ya me dirán quién quiere ver así… hemos llegado a un escenario, en la actualidad, mucho más halagüeño. Me he fijado en dos proyectos: el de los nanohilos de telurio y el de los polímeros. Ambos fascinantes. Suenan más a ciencia ficción que nunca, también parecen más factibles que nunca, aunque las pruebas solo se han hecho en animales, por ahora.
La prótesis de los nanohilos de telurio es una investigación china con pintaza. Estos nanohilos se implantan en la retina y transforman la luz en señales eléctricas que viajan al cerebro. La energía proviene de la luz que absorben los nanohilos de telurio.
El otro proyecto lo desarrollan el Instituto Italiano de Tecnología (IIT) de Milán y el IIT de Génova. Este me fascina. Consiste en una retina artificial líquida, que se inyecta bajo la retina humana. Utiliza polímeros y nanotecnología. Los polímeros, en concreto, poliofenos, para el que no lo sepa, son plásticos. Plásticos capaces de absorber la luz y transformarla en cargas eléctricas. Esas nanopartículas se extienden por la retina y entran en contacto con las neuronas residuales que no están degeneradas por la enfermedad. La recuperación visual es casi completa. ¿No es increíble?
El resto es la visión, que se produce en nuestro cerebro. Pero como “arreglo” de la cámara, de los ojos, ambas propuestas son ciertamente prometedoras e inimaginables para mi abuelo, que como hijo de su tiempo y entusiasta del cine, tenía su propia visión de la visión artificial que le devolvería la vista a los ciegos, mediante una cámara implantada en los ojos.
Sobre este blog
No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda aretarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión.Nuria del Saz yMariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com
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