
¿Y si sale el filtrador?
A mí, que condenen a un Fiscal General ni me va ni me viene. Lo que me preocupa, como en este caso, es el cómo. Sin una prueba sólida en su contra y con varias pruebas muy sólidas a su favor; seis periodistas desmontando el montaje de Miguel Ángel Rodríguez (mentiroso confeso)
— Las anomalías en la instrucción de la causa contra el fiscal general animan el recurso ante el Constitucional para anular la condena

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Hay que reconocer que, este año, el cincuenta aniversario de la muerte deFranco se ha celebrado por todo lo alto. La fecha elegida por el Supremo para anunciar la condena sin sentencia al —si no ya, casi— exFiscal General del Estado no puede haber sido casualidad. El Supremo tenía el miércoles —día internacional del retrete, igual de apropiado— o el viernes —día internacional de la televisión, que también ha jugado su papel—, pero les venía mejor el jueves. Es verdad que algunos nostálgicos, los de verdad, brindamos por la memoria deBuenaventura Durrutipara que su llama no se apague (también murió un 20N). Pero los del Supremo (como los de la Audiencia Nacional, antes Tribunal de Orden Público) son más del Caudillo. Tampoco hay que asustarse porque, como diceMaría José Catalá, es parte de nuestra historia y tuvo cosas buenas. Seguro que sí, que muchas, pero para los ganadores. Para el resto, pico y pala.
Lo que, con tanto alboroto, ha pasado casi desapercibido es la preboda. Un día antes —¿hubo filtración y decidió celebrarlo?—Alberto González Amador se compraba, por 600.000 euros, el ático que comparte con la Quironesa. Mejor una hipoteca que pagar el alquiler, dónde va a parar, sobre todo porque pagaba 5.000 euros al mes, dinero que ganó con las mascarillas. Y como lo tenía conectado con su otro piso —350.000 euros le costó en su día a este estajanovista del ahorro— pues ahí se ha quedado la parejita. Dos pisos es como tener dos coches. Hacen falta. Uno para ir y otro para volver. Y no lo digo de coña, que también tiene dos plazas de garaje: una para el Maserati y en la otra puede meter un Panda. En tiempos de la Gürtel,Ana Mato lo hizo: un día el Seat pegó el estirón y se convirtió en un Jaguar.
Hablo en nombre de los legos en la materia —porque me da la gana, nadie me lo ha pedido— pero creo que parece aventurado publicar primero una sentencia y luego, si hay tiempo, ya sacaremos el fallo. Da la sensación de que sus señorías tenían las conclusiones antes de empezar y luego solo quedaba cumplir un trámite. Igual no es solo la sensación, y con eso ahora te condenan. La sentencia, según el titular, es por un delito de revelación de secretos o de revelación de datos reservados, que no son lo mismo. Parece que ha tirado de ChatGPT. Porque, sin haber dejado negro sobre blanco todas las cuestiones que rodean el papel delÁlvaro García Ortiz en la tramaAyusocabe preguntarse como saben que al defraudador confeso le corresponden, a modo de indemnización, doce meses de cuota exactamente y no once ni trece, ambos primos (no son los únicos del caso) y por qué veinte euros y no diecinueve o veintiuno. Además, por daños morales, tendrá que amocharle 10.000 euros al ciudadano particularAlberto González Amador. A mí esto es lo que más me llama la atención. ¿Qué daños morales pudo causarle a un defraudador confeso desvelar algo sobre él que ya se sabía? No sé si es jurisprudencia, pero esto se llama ahorcar a alguien y cobrarle la soga.
A mí, que condenen a un Fiscal General ni me va ni me viene. Lo que me preocupa, como en este caso, es el cómo. Sin una prueba sólida en su contra y con varias pruebas muy sólidas a su favor; seis periodistas desmontando el montaje deMiguel Ángel Rodríguez (mentiroso confeso) y una UCO que, en esta ocasión, no había hecho los deberes. Bueno, o los hizo de puta madre (eso lo tendrá que decir el Teniente CoronelBalas que responderá si no le vuelve a dar la risa).
Hay un dato que, creo, da la medida de la magnitud de la estafa judicial. Ayuso compareció este viernes ante los medios. Por supuesto, sin preguntas. Dejó en casa el pinganillo y la bilis, y tiró deteleprompter y de apariencia institucional. Por lo visto —bueno, por lo oído— el acoso a su novio fueron “hechos de una dictadura”, lo que hace suponer que poner todo el aparato institucional y toda la potencia de tiro de sus secuaces mediáticos (que afinan mejor en función de lo que reciben) al servicio del defraudador confeso de su novio serán “hechos de una democracia”. Con el peinado y bronceado que suele lucir Amador lo podía haber comparado conJesuscristo, pero ayer era día de cortarse un pelo. Bueno, y de recordar que el primer condenado de la Gürtel fueJosé Luis Peñas, precisamente el que inició el caso con la denuncia. En el PP son muy de mantener las tradiciones.
Lo que ha dejado claro este juicio es que, como antesEsperanza Aguirre, es intocable. Y no por sus méritos intelectuales, imposibles de determinar. Lo es y será mientras, en plena crisis de la vivienda, tenga el cuajo de recibir abierta de brazos, casi de piernas, a un fondo buitre como BlackRock; impulse un circuito de Fórmula 1 a coste cero que no va a salir por menos de 137 millones; vaya a recuperar la Ciudad de la Justicia de la Comunidad de Madrid por 563 millones… niFlorentino ni nadie van a dejar de apoyarla. Podemos sumar cómo está entregando la sanidad pública al sector privado o desmantelando las universidades y la FP para dársela a la mejor postor, mientras suben las partidas destinadas a los conciertos. Si a eso se le suma que entre todos pagan los medios que la defienden como auténticostonton macutes haga lo que haga, la sentencia se entiende mejor. No es política, es saqueo.
Mientras se nos pasa el disgusto, queda ver qué pasa en el Constitucional y cruzar los dedos para que los que ahora defienden a la justicia se tengan que quedar rabiando porque se anula la sentencia. El problema será queConde-Pumpido que los que hoy piden respeto institucional le tildarán de lacayo del gobierno pues el ciclo ‘la sentencia me gusta si me da la razón’ no parece que se vaya a interrumpir. El que quiera, podrá esperar a ver qué dice Europa, como le pasó a Garzón. Jaja qué risa. Los demás, entre tanto, a cruzar los dedos. Hay quien dice que el defraudador podría utilizar la sentencia para anular las causas que tiene pendientes. No sé si será así pero no me extrañaría. Ni que entonces algunos digan que es de justicia, que el pobre lo ha pasado muy mal.
Las anomalías en la instrucción de la causa contra el fiscal general animan el recurso ante el Constitucional para anular la condena

Mi pregunta es: ¿qué pasará si ahora el filtrador, la filtradora o les filtradores dan un paso al frente y reconocen que fueron él, ella o elles? Lo primero, está claro. Se la juegan. La inhabilitación y la multa no se las quita ni el tato pero… ¿sería mucho el precio a pagar? Igual es cosa mía, pero no me extrañaría que el filtrador (uno o trino, él, ella o elle) seguro se lo está pensando. Las consecuencias jurídicas de su acto durarán un tiempo, pero la gloria le(s) acompañará a la tumba.










































