
lama la atención de la figura del teniente Castillo su escasa divulgación histórica a pesar de protagonizar uno de los acontecimientos de mayor trascendencia de la historia reciente de España, el atentado detonante de la Guerra Civil. Podemos encontrar explicación a este injusto hecho en el resultado mismo de la guerra, con una izquierda que perdía la República y con ella el recuerdo de los “mártires” entre los que se encontraba Castillo, cuya memoria fue aniquilada por el franquismo. Pero resulta paradójico que una vez muerto el dictador y tras treinta años de democracia todavía se siga dando esta situación. Es necesario por tanto iniciar un proceso de recuperación de la memoria del teniente que lo posicione en los libros de historia como el republicano cuyo asesinato inició una guerra, y esta tentativa biográfica pretende iniciar el camino aunque sólo sea en el reducido ámbito de la población natal del teniente. A pesar de faltarnos datos, documentos, fechas y un sin fin de reflexiones sobre su vida y obra, creo que las siguientes líneas serán suficientes para acercar al lector a un personaje marcado por su tiempo, defensor de unos ideales y ejemplo de virtud y arrojo en una época en la que expresar unas ideas suponía una condena a muerte, algo que le fue reconocido allá donde resistió la República durante la guerra. El 1 de abril de 1939 su recuerdo se pierde. Muere el mito y nace una sombra en la que el franquismo se ensañó hasta no dejar de ella rastro alguno. El teniente Castillo pasaba así a convertirse en el gran olvidado de la Guerra Civil Española.
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