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El artículo pretende demostrar que a partir del arte como experiencia estética y dramatización, Richard Shusterman logra superar la estética analítica que había restringido el arte al análisis de los conceptos y a la práctica institucional. Ya no se trata de conocer la verdad del arte sino de potenciarlo para que abarque otros niveles de la vida y puedan mejorarla ética y políticamente. | |