«Sucedió en este tiempo que una de lascabalgaduras en que venían los cuatro que llamaban se llegó a oler a Rocinante, que, melancólico y triste, con las orejas caídas, sostenía sin moverse a su estirado señor; y como, en fin, era de carne, aunque parecía de leño, no pudo dejar de resentirse y tornar a oler a quien le llegaba a hacer caricias».[3]
↑Primera parte. Capítulo XLIII. "Donde se cuenta la agradable historia del mozo de mulas, con otros estraños acaecimientos en la venta sucedidos". En línea:CVC yGutenberg.
Correas, Gonzalo (1906).Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras formulas comunes de la lengua castellana en que van todos los impresos antes y otra gran copia.Facsimil en línea.