Tolerancia se refiere a la capacidad de permitir las ideas, preferencias, formas de pensamiento o comportamientos de las demás personas.[1][2]El Diccionario Random House define a la tolerancia como "una actitud justa, objetiva y permisiva hacia aquellos cuyas opiniones, creencias, prácticas, orígenes raciales o étnicos, etc., difieren de los propios".[3] (La palabra proviene dellatíntolerantĭa, que significa «cualidad de quien puede aceptar»). El concepto surgió en Francia a finales del siglo XVI durante lasguerras de religión que enfrentaron a católicos y protestantes. Designaría inicialmente la indulgencia hacia la opinión de los demás sobre los puntos del dogma que la Iglesia no consideraba como esenciales. Así, nació con un sentido peyorativo pues se trataba de soportar lo que no se podía erradicar. El sentido positivo del término se afirmó en el siglo siguiente conJohn Locke yPierre Bayle y laIlustración del siglo XVIII lo convierte en uno de sus valores fundamentales con el significado de aceptación de las otras creencias.[4]
Por su parte, la tolerancia hacia quienes profesan de manera pública creencias o religiones distintas a la nuestra. Es un concepto relacionado con la aceptación y con la consideración ante las acciones u opiniones de otras personas cuando estas son diferentes de las propias o se contraponen al marco personal decreencias. La tolerancia se erige como un valor básico para convivir armónica y pacíficamente. No solo se trata de permitir lo que los demás digan o hagan, sino de reconocer y aceptar la individualidad y las diferencias de cada ser humano. Se considera que la tolerancia constituye la base de la buena convivencia entre personas de diferentes culturas, credos, etnias, y modos de vida.[4]
A nivel individual, la tolerancia es la capacidad de aceptación de una situación o de otra persona o grupo considerados diferentes. La tolerancia individual se manifestará en la actitud que una persona tiene ante aquello que expresa valores diferentes a los suyos propios. También en la aceptación de una situación injusta en contra de los intereses propios o en contra de los intereses de terceras personas. Todo ello implica, evidentemente, capacidad para escuchar y aceptar a los demás.
Este comportamiento social se ha dado en todas las épocas de la humanidad y en todos los lugares del mundo como un medio para posibilitar la convivencia. Se admite que, en general, los valores y las normas colectivos son establecidos por el grupo que ostenta el poder político y el control social, y con ello establece, entre otras cosas, el grado de respeto o, por el contrario, la intensidad de la persecución de la que se va a hacer objeto a la persona que exprese actitudes y conceptos diferentes o problemáticos.
Generalmente, se considera que no hay tolerancia sin acción previa y ajena de incitación. La tolerancia es, así, un valor reactivo, impensable en condiciones previas a la convivencia e incluso a la de la convivencia problemática.[5] Su antónimo, laintolerancia, puede manifestarse sin embargo con anterioridad a una incitación objetiva, a modo de programa defensivo preventivo. La tolerancia se expresa por lo general mediante una corta variedad de conductas muy similares, mientras que la intolerancia permite una mayor variedad de comportamientos, que van desde la ignorancia pasiva hacia el diferente hasta lapersecución o elexterminio.
El término persecución ha sido usado históricamente para denotar actos de violenciaindiscriminada, sean espontáneos o premeditados. La persecución entre seres humanos no se limita a grupos religiosos, étnicos o políticos. Cualquier diferencia identificable en apariencia o comportamiento puede servir de motor para una persecución. El fundamento tanto de la tolerancia como de la intolerancia y la persecución es la percepción de un individuo o un grupo como diferentes. Se considera que la persecución es la expresión de un rasgo general del comportamiento social, relacionado con eltribalismo y el ejercicio del poder por un grupo, que busca imponer o reforzar la sumisión a otros. A menudo la persecución no es reconocida como tal por los perseguidores, sino solamente por sus víctimas o por observadores externos.[6]
La tolerancia es principalmente una elección dictada por una convicción, a veces condescendiente y a veces forzada penalmente. Pero también es fomentada persuasivamente por los medios de comunicación al servicio de los intereses del grupo de control, sea este el que posee las herramientas formales de gobierno o el que, en posición de debilidad relativa de este, ejerce la oposición.
Helen Keller decía «La mejor consecuencia de la educación es la tolerancia».[7] Es más difícil comprender uncomportamiento y acabar aceptándolo cuanto menos conoce uno los orígenes del mismo. Si la educación, según ciertos conceptos de esta, consiste entre otras cosas en informar y dar a conocer a los alumnos los mundos ajenos a su cotidianidad vital (a diferencia de otras nociones pedagógicas partidarias de la experiencialidad vacía de contenidos, por ejemplo), puede, en efecto, constituirse en vehículo de tolerancia, y probablemente lo viene siendo históricamente de modo implícito.
El comienzo de la tolerancia fue la base del pensamiento liberal. Su aceptación no tuvo un completo éxito en Europa, ya que hubo algunos países que no la pusieron a prueba.[8]
Puesto que las mentalidades individuales evolucionan por lo general más rápido que las leyes, a menudo se da un desfase entre la moral social, convenida implícita y de forma colectiva y las leyes civiles. Así, algunas disposiciones de la ley pueden, en un momento dado, ser reconocidas como inadecuadas y por eso, no ser aplicadas más que parcialmente o no ser aplicadas ni obedecidas en absoluto. Así,Georges Clemenceau decía enAu soir de la pensée: «Toda tolerancia se convierte a la larga en un derecho adquirido».
Históricamente, la primera noción en el sentido contemporáneo de tolerancia es la defendida porJohn Locke en suCarta sobre la tolerancia, que es definida por la fórmula «dejad de combatir lo que no se puede cambiar».
Desde un punto de vista social, permite aquello que es contrario a la moral o a laética del grupo que ostenta elcontrol social. Permite también desigualdades y diferencias dentro de la sociedad. Se trata principalmente de un comportamiento frente a una situación que se juzga mala, pero que se acepta porque no se puede hacer otra cosa. Se pueden citar como ejemplos las situaciones deesclavitud y tolerancia de la esclavitud a lo largo de la Historia, a pesar de las condenas a la misma por algunos grupos que se saldaron con catastróficos enfrentamientos sociales, y ello repetidamente; la sucesión a lo largo de la Historia entre el permiso y la prohibición deabortar para las mujeres y los que las asisten; el procesamiento y posterior encarcelamiento de familias inmigrantes por realizar prácticas tradicionales en sus hijas como laablación genital mientras lacircuncisión de los hijos varones es tolerada (lo cual plantea de modo muy intenso el no resuelto problema planteado por J. S. Mill de los límites de la tolerancia: ¿se debe ser tolerante con costumbres intolerantes, por ejemplo hacia el placer sexual femenino?); la denominada contemporáneamenteviolencia de género, el asesinato de mujeres a manos de su pareja sentimental, que ha provocado en España por ejemplo, cambios en el código penal y campañas institucionales denominadastolerancia cero debido, según algunos, a la falta de movilización social ante el problema y, según otros, precisamente al hecho de tratarse España de uno de los países de la Unión Europea con cifras más bajas de este tipo de violencia (según encuesta europea realizada en todos los países de la UE), lo cual plantea la cuestión de si una legislación de este tipo puede implantarse con éxito en sociedades cuyo sentir colectivo no sea previamente favorable a la misma.
Pero en todo caso, las modalidades y la eficacia de las leyes dependen de hecho de la capacidad de las instituciones para hacer que se apliquen. Por ejemplo, los decretos Jean Zay (1936) prevén la prohibición de llevar signos religiosos y políticos en las escuelas francesas; sin embargo, la no aplicación de esos decretos ha conducido a promulgar una nueva ley sobre el mismo tema en 2004.
En el siglo XVIII, algunos de los filósofos de laIlustración, señalaron la relación que existe entre una actitud de tolerancia y elprogreso de los pueblos. El progreso en las ciencias, en latecnología, en las leyes y costumbres solo podía desarrollarse en un marco adecuado de respeto y proliferación de ideas divergentes. Es algo que numerosos ilustrados señalaron reiteradamente, con la excepción deRousseau, cuya visión del progreso difería. Así, la concepción de progreso desarrollada porTurgot en susDiscursos sobre el progreso humano[9] parte de laidea de que elser humano se encuentra en principio sobre elmundo como frente a unenigma. Solo mediante laexperiencia y múltiples tanteos puede llegar a hacerse unaimagen clara del mundo.
Elmundo es para Turgot, en efecto, enigmático:[10]
(...) y elhombre, cuando comienza a buscar laverdad, se encuentra en medio de un laberinto donde entra con los ojos vendados.
Estaidea conduce a una defensa de la tolerancia basada en la necesidad de que esta presida una continuainvestigación y búsqueda de la verdad. De hecho, este clásico defensor de la idea de progreso insiste en que todo intento de fosilización de unacultura, por muy meritoria que esta haya mostrado ser, atenta contra la lenta pero ascendente marcha del progreso.
Tenemos, pues, que fomentar la proliferación de ideas y aceptarlas todas como pasos necesarios en la construcción de laverdad.[11]
Así, a fuerza de tantear, de multiplicar lossistemas, de agotar –por decirlo así– los errores, se llega finalmente alconocimiento de un gran número de verdades.
Esta idea reaparece en todos los representantes de la Ilustración: la necesidad de una tolerancia generalizada que permita el desarrollo de las ciencias y/o el progreso.
En laCarta sobre la tolerancia deLocke, se defiende de modo tajante la separación radical entre lareligión y elEstado. El establecimiento de unimperio de la tolerancia implicaba lacrítica a ciertasestructuras sociales y políticas. En este sentido, su defensa de la tolerancia va pareja a un fuerteespíritu crítico o al ataque contra elfanatismo de los gobiernos e Iglesias, esto resulta especialmente relevante enVoltaire.
Claude Levi-Strauss
En el siglo XX, la necesidad de una amplia tolerancia para poder hablar de progreso en las culturas la ha desarrolladoLevi-Strauss en sus ensayosRaza ehistoria yRaza y cultura.[12] Aunque este autor advierte que no existe un progreso en términos absolutos, sino tan solo en relación con los criterios particulares de quien juzga acerca de suexistencia.[13]
(...) el progreso no es más que el máximo de los progresos en el sentido predeterminado por el gusto de cada uno.
En realidad, el esfuerzo creador y la invención, que caracterizan la noción actual de progreso, son propios de todos los pueblos. Prueba de ello es que numerosos inventos proceden de culturas no occidentales.[14] Esto es así porque las formas más llamativas de culturas acumulativas (las que más claramente parecen progresar) no han sido culturas aisladas, sino culturas que combinan voluntaria o involuntariamente susjuegos respectivos (es decir, investigaciones e indagaciones en la naturaleza y la tecnología, por ejemplo) y se coaligan con otras. La posibilidad de progreso dependerá del número ydiversidad de culturas quejuegan en común. Todos los puntos de vista, todas las culturas, han de colaborar para que exista progreso. En este sentido, nuestro autor concluye que todas merecen ser toleradas en suoriginalidad, en cuanto representan juegos únicos. La tolerancia tiene el sentido de fomentar estaparticularidad, como aportaciónoriginal a las demás.[15]
El progreso solo es posible concebirlo si existe relación e intercambio entre culturas que, no obstante, deben mantener sus propias peculiaridades. En este sentido, todas las culturas participan de un progreso y acumulan descubrimientos. En el supuesto de que una no lo hiciera, sería como consecuencia de su totalaislamiento.
(...) lahistoria acumulativa es la forma de la historia característica de estos superorganismos sociales que constituyen los grupos de sociedades, mientras que la historia estacionaria –si existe deverdad– sería la marca de ese género devida inferior, que es el de las sociedades solitarias.
El progreso no es, por tanto, patrimonio de una solacultura (como se ha creído, de maneraetnocéntrica), sino que se da necesariamente entre varias(...) no es lapropiedad de ciertas razas o de ciertas culturas que se distinguirían así de las otras.[16]
Es necesaria lacoalición de las diversas culturas, que se comuniquen y, en cierto sentido, se unan, pero que a la vez que interaccionan mantengan las diferencias, las peculiaridades que les son propias a cada una.Lacivilización mundial no podría ser otra cosa que la coalición, a escala mundial, de culturas que preservan cada una suoriginalidad,Ib., 97.
Estas reflexiones de Levi-Strauss le llevan a caracterizar la tolerancia de este modo:[15]
(...) no es una posición contemplativa que dispensa las indulgencias a lo que fue o a lo que es; es una actitud dinámica que consiste en prever,comprender y promover aquello que quiere ser. Ladiversidad de las culturas humanas está detrás de nosotros, a nuestro alrededor y ante nosotros. La única exigencia que podríamos hacer valer a este respecto (...) es que se realice bajo formas, de modo que cada una de ellas sea una aportación a la mayorgenerosidad de los demás.
Desde los años 1950, la tolerancia se define generalmente como un estado mental de apertura hacia el otro. Se trata de admitir maneras de pensar y actuar diferentes de aquellas que uno mismo tiene. A nivel individual, y en una sociedad utópica libre, para que haya tolerancia, debe haber elección deliberada. Solo se puede ser tolerante con aquello que uno puede intentar impedir. La aceptación bajo constricción es lasumisión.
Al final de su defensa del intercambio cultural, Levi-Strauss se manifiesta fundamentalmentepesimista, pues considera que las fricciones yconflictos interculturales parecen responder a múltiples y complejas causas que las convierten en inevitables.[17] De este modo, los contactos interculturales no siempre son tan productivos y, desgraciadamente, pueden generar serios conflictos; pero no por eso hemos de renunciar a apelar a larazón para demostrar las ventajas consecuentes delrespeto y la aceptación del otro. Y por si esto fuera poco, la gravedad de los posibles conflictos podría conducirnos alsuicidio colectivo, en este mundomulticultural ydinámico, según el autor francés.
Locke elaboró una de las más famosas y clásicas defensas de la tolerancia, en una obra que dio mucho que hablar en su tiempo. En la citada obra, desarrolla una serie de argumentos a favor de la tolerancia de los gobiernos; argumentos que en algunos aspectos aun se puede considerar que tienen una enorme vigencia. Se trata de laCarta sobre la tolerancia, escrita en 1685.[18] Esta obra, como la naciente idea de tolerancia, resulta estrechamente vinculada al surgimiento del mundo moderno; representa la expresión y el reflejo de una concepción del estado que ha desembocado en las actuales democracias liberales, las cuales reposan sobre lalibertad de los individuos; libertad que se ha de materializar, entre otras cosas, en la posibilidad de mantener cualquiera de los cultos religiosos. De hecho, el propósito estricto de laCarta fue fundamentar sobre bases firmes lalibertad religiosa.
Pues bien, frente a ello, el modelo de estado democrático liberal, nacido con laModernidad, considera necesario establecer una serie de libertades en los individuos, dentro de las cuales está la libertad religiosa, hoy, equiparable a lalibertad de conciencia. Resulta inseparable la defensa de la tolerancia como consentimiento del surgimiento de este tipo deestado. La lucha contra laintolerancia y, consecuentemente, la consagración de la libertad religiosa y de conciencia como underecho político, ha estado ligada históricamente al proceso de constitución del Estado democrático liberal, uno de cuyos elementos integrantes es el reconocimiento de la personalidad individual como origen, fin y limitación de la actividad estatal.
Pedro Bravo Gala, en la introducción a la edición citada de la obra de Locke, también señala que la marcha hacia la tolerancia aparece ligada a la marcha hacia la idea de libertad y la eliminación de coacciones por parte de los estados. En esta realización histórica de los principios individualistas, fueron hitos laReforma Protestante, las revoluciones inglesa y americana y francesa y la Ilustración. Estos principios se resumen en la idea delibertad personal, que considera un dominio de acción exclusivo del individuo, inmune a la acción del poder político. Se defiende, desde esta perspectiva, la reducción al mínimo del grado de coacción ejercido por elestado y su influencia en la vida del individuo. Dentro de este ámbito, exclusivamente individual, se ubica lacreencia religiosa. Esta tolerancia ligada a lo religioso, acabará estando a la libertad personal en todas las esferas, además de la religiosa, que no afecten al prójimo. La tolerancia, una vez desborde el campo de lo religioso, acabará íntimamente vinculada a lalibertad de pensamiento.
Pero la realización práctica de la tolerancia, en un primer momento, se dio cuando grupos religiosos dominantes dejaron manifestar su diferencia al disidente, renunciando a imponer sus puntos de vista. Esto implica la separación de la política y la vida religiosa; el estado solo ha de intervenir en lo público. Lo religioso, como perteneciente al ámbito de lo privado, deja de ser de su incumbencia. Esta será la idea fundamental de laCarta; laseparación entre la Iglesia y el Estado, entre el Trono y el Altar. La defensa de la tolerancia hecha por Locke, por tanto, deriva de sufilosofía política, la cual propugna un modelo de estado cuyas funciones son tan solo preservar la vida, libertad y propiedades de sus ciudadanos. El camino para ser feliz o adorar a Dios que cada uno escoja no pertenece al ámbito de la regulación estatal. Pero veamos los argumentos desarrollados en laCarta, de modo más analítico.
Comienza esta obra con la aseveraciónLa tolerancia es la característica de la verdadera Iglesia (pág. 3). Lacoacción para convertir no es algo que se desprenda del mensaje cristiano, sino lacaridad y lavirtud. No se puede "amar" persiguiendo y atormentando. Más bien, delcristianismo se desprende todo lo contrario:
la tolerancia de aquellos que difieren de otros en materia de religión se ajusta tanto alEvangelio deJesucristo y a la genuina razón de la humanidad, que parece monstruoso que haya hombres tan ciegos como para no percibir con igual claridad su necesidad y sus ventajas
(pág. 8)
.
Esta sería la justificaciónteológica de la tolerancia religiosa, en la que Locke usa el sentido del propiocristianismo para justificar una tolerancia de raíz cristiana.
Elargumento más poderoso parte de la separación de lo civil y lo religioso. Locke insiste en descubrir el engaño que supone cometer maldades encubriéndose en el interés general o en la religión. No debe ser esa la actuación o función delEstado. Más bien, este esuna sociedad de hombres constituida solamente para procurar, preservar y hacer avanzar sus propios intereses de índole civil (pág. 8). Elmagistrado ha de velar por estos intereses de manera justa, pero no es de su competencia la salvación de las almas, porque:
El cuidado de las almas no está encomendado al magistrado civil ni a ningún otro hombre (pág. 9), ni por Dios ni por los otros hombres.
Su poder no alcanza el ámbito de la creencia, pues todo lo más que se puede hacer en este terreno es persuadir, pero no mandar. No es posible mandar que se crea algo; los castigos no son eficaces para producir la fe verdadera.La fe no es fe si no se cree (pág. 10).
Si el magistrado tuviera que ver en las cuestiones de salvación,los hombres deberían sufelicidad o su miseria eternas a los lugares donde hubieran nacido (pág 12), quedando descartada laresponsabilidad del propioindividuo.
Y si no es labor del magistrado coaccionar para convertir a la religión, tampoco lo es de la Iglesia, la cual es unasociedad libre y voluntaria (pág. 13) que no debe ejercerautoridad. Al menos,Cristo nunca lo dijo. Afirma nuestro filósofo:yo no comprendo cómo puede llamarse Iglesia de Cristo una Iglesia que esté establecida sobre leyes que no son de Él (...) (pág. 16).Cristo jamás expresó que hubiera que perseguir para convertir. En todo caso, se puede exhortar y aconsejar, e incluso expulsar de la Iglesia, pero nada más. Ejercer la fuerza solo le corresponde al magistrado, quien tampoco la debe emplear para algo más que para garantizar las libertades.
¿Hasta dónde se extiende el deber de tolerancia y en qué medida obliga a cada uno? Locke aborda el tema de los límites de lo tolerable en cuatro puntos:
Ninguna Iglesia está obligada en virtud del deber de tolerancia a retener en su seno a una persona que, después de haber sido amonestada, continúa obstinadamente transgrediendo las leyes de lasociedad (pág. 18). Nunca cabe el uso de la fuerza o el castigo, pero sí se justifica la expulsión del propio seno de quien no se amolda a las reglas de lasociedad eclesiástica.
Ninguna persona privada tiene derecho alguno, en ningún caso, a perjudicar a otra persona en sus goces civiles porque sea de otra Iglesia o religión (pág. 18). La tolerancia no Solo debe ejercerla el magistrado, sino las propias Iglesias entre sí, pues elpoder civil no les corresponde. Solo el poder civil puede coaccionar, pero tampoco puede hacerlo para obligar a seguir una religión determinada. Resulta intolerable, por tanto, quien procure emplear la fuerza para coaccionar en materia religiosa.
Quien debe decidir qué Iglesia es la verdadera es soloDios. No se puede saber cuál lo es, y aunque se supiera, la verdadera Iglesia no tendría derecho a destruir a la otra. En esto, Locke propugna una amplia libertad religiosa:
Nadie, (...), ni las personas individuales ni las Iglesias, ni siquiera los Estados, tienen justos títulos para invadir losderechos civiles y las propiedades mundanas de los demás bajo el pretexto de la religión
Pág. 22
.
Esto es porque
Ni lapaz, ni la seguridad, ni siquiera la amistad común, pueden establecerse o preservarse entre los hombres mientras prevalezca la opinión de que el dominio está fundado en la gracia y que la religión ha de ser propagada por la fuerza de las armas
Pág. 23
.
Lo cual quiere decir que nunca habrá paz mientras no haya tolerancia. Este es uno de los principales motivos esgrimidos por numerosos pensadores para pretender la universalización de un espíritu de tolerancia que englobe diversos aspectos.
3.º Laautoridad de los curas no puede ir más allá de lo estrictamente religioso:LaIglesia en sí es una cosa absolutamente distinta y separada delEstado (pág. 23). En esta idea se soporta todo argumento a favor de la tolerancia. Si se mezclan Iglesia (Religión) y Estado, si el Estado asume funciones religiosas, será imposible que tengamos unasociedad tolerante, por lo menos en lo religioso. Con este espíritu, las constituciones de los actuales estados democráticos declaran laaconfesionalidad de los mismos. Si un estado esconfesional, las libertades no están garantizadas, en la medida en que se impone un modo de vida. La tolerancia política requiere un Estado neutral en cuanto a religión se refiere.
4.º Nuevamente, insiste Locke: "El cuidado de las almas no corresponde al magistrado". (pág. 26). No se puede salvar a los hombres contra su voluntad y, además, la mayoría de las veces las discrepancias lo son en cuestiones frívolas. Cuál sea el camino correcto lo dilucida cada hombre en privado. Sea o no por consejo de una Iglesia, si no hay íntima convicción, no hay salvación.Solamente lafe y la sinceridad interior procuran la aceptación de Dios (pág. 33).
En suma, todo elrazonamiento de Locke se basa en la separación de locivil y lo religioso.Elbien público es la regla y medida de toda actividad legislativa (pág. 35). Esto quiere decir que elEstado solo debe prohibir aquello que perjudique a terceros. Es cierto que no debe permitir las opiniones contrarias a lasociedad humana o a las reglas morales necesarias para la preservación de lasociedad civil, pero normalmente, este no es el caso de las religiones.El papel de las leyes no es cuidar de laverdad de las opiniones, sino de la seguridad del Estado y de los bienes y de lapersona de cada hombre en particular (pág. 48). La perdición de unalma no conlleva perjuicio a terceros. Si el Estado se inmiscuye en la "salvación" de sus súbditos, si obliga en materia religiosa, lapaz no está garantizada. En cambio, «Los gobiernos justos y moderados están tranquilos en todas partes, y en todas partes seguros, pero laopresión levanta fermentos y hace a los hombres luchar para liberarse de un yugo molesto y tiránico» (pág. 65).
En síntesis, no se debe intervenir o coaccionar en asuntos religiosos. Esto se justifica a partir de varios argumentos:
Unargumento político: Los males de la sociedad provienen de laintolerancia, no de la división. No es necesaria la unidad de fe y culto para mantener el orden; aún más, la tolerancia es lo que garantiza lapaz social.
Unargumento racionalista: Laconciencia es incoaccionable. Se ha de aceptar, además, la naturalignorancia humana ante la oscuridad delmundo y se ha de confiar en las virtudes de la discusión para descubrir laverdad. Esta idea la desarrollará principalmente, en el pensamientoliberal,John Stuart Mill.
Otro autor de la Ilustración, además de Locke, que abordó directamente la problemática de la tolerancia fue Voltaire (1694-1778). A través de suTratado de la tolerancia y en los artículosFanatismo yTolerancia de suDiccionario filosófico nos encontramos con argumentos que confirman y complementan la defensa de la tolerancia hecha por Locke. También, aunque de menor importancia, escribió un extenso poema sobre la tolerancia:La Henriade, en 1723, donde critica el fanatismo y sus trágicas consecuencias.
La tolerancia por respeto al individuo se podría formular como:
No estoy de acuerdo contigo, pero te dejo que lo hagas por respeto a las diferencias.
La tolerancia para la defensa de un ideal de libertad, está perfectamente ilustrada por una célebre citación atribuida de maneraapócrifa aVoltaire, pero que en realidad fue utilizada por la escritora S. G. Tallentyre –seudónimo deEvelyn Beatrice Hall– como ilustración de las creencias de Voltaire en la biografía que escribió de él.:No estoy de acuerdo con lo que me dices, pero lucharé hasta el final para que puedas decirlo.
Las citas de Voltaire se han extraído de la siguiente edición delTratado de la tolerancia: Editorial Crítica, Barcelona, 1992. Y delDiccionario de filosofía, Akal, Madrid, 1985.
Voltaire representa el ala radical de la Ilustración francesa. Su obra significa la última consecuencia delespíritu crítico ilustrado. Se debate entre eloptimismo y la confianza en el ser humano, por un lado, y la desesperación ante la estupidez humana que lo contradice. Esta estupidez solo podrá curarse con la Ilustración, esto es, con la supresión delprejuicio y la aplicación de la razón crítica a las costumbres sociales, lapolítica y elconocimiento. En esta línea se desarrolla la defensa de la tolerancia que esboza en sutratado. No obstante, en oposición aLeibniz (con cuyo exagerado optimismo se enfrenta directamente) y aRousseau, no elimina un marcadopesimismo que le lleva a reconocer laexistencia y predominio delmal, ante lo cual la razón se debate impotente. Esto no le impide apelar a ella, a lasana razón humana, para que intervenga en la lucha a favor delbien. Esta lucha es la del mal contra el bien, del saber contra laignorancia, de la prudencia contra el fanatismo.
En elTratado, Voltaire parte delasunto de Calas, un caso real de persecución desatada contra una familia de calvinistas franceses. En 1762 fue ejecutado el comerciante Juan Calas, bajo la falsa acusación de haber asesinado a su hijo porque este pretendía convertirse al catolicismo. Alrededor de este asunto, se desarrolló una trama de sucesos, narrada porVoltaire, donde se puso de manifiesto una vez más laintolerancia y elfanatismo de la mismasociedad que los ilustrados querían "salvar" desde la razón y su hermana gemela, la libertad. Ante tales acontecimientos, nuestro autor exclamaParece que el fanatismo, indignado por el éxito de la razón, se vuelve contra ella con más rabia (pág. 15).
Pues bien, afirma, mientras existan pueblos y gobernantes intolerantes, habrá guerras, tumultos y, por tanto, desgracia. Por el contrario, la tolerancia proporcionapaz y prosperidad a la sociedad. En este sentido, escribe:(...), esa tolerancia jamás produjo guerras civiles; la intolerancia ha convertido la tierra en una carnicería (pág. 33). La tolerancia se presenta como principio para la convivencia, como único modo de vivir enpaz y libremente:
(...) y el gran principio, el principio universal de uno y otro, está en toda la tierra: 'No hagas lo que no quieras que te hagan'. Pues bien, si se sigue este principio no se advierte cómo un hombre puede decir a otro: 'Cree lo que yo creo y que tú no puedes creer o morirás'
Pág. 39.
Laintolerancia se opone a cuanto de racional hay en el hombre y nos acerca a las fieras:
(...) el derecho deintolerancia es absurdo y bárbaro; es el derecho de los tigres; es mucho más horrible aun, porque los tigres no se destrozan sino para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unas frases
Pág. 40.
Voltaire apela a laHistoria para demostrar que(...) de todos los pueblos civilizados de la antigüedad, ninguno cohibió lalibertad de pensamiento (pág. 41).
Argumenta, como ya había hechoLocke, que la persecución intolerante es incoherente con el verdadero espíritu cristiano, lo que contradice la trayectoria defanatismo que laIglesia ha mantenido durante siglos. «Si no me engaño, hay muy pocos pasajes en los Evangelios, de los que el espíritu perseguidor haya podido inferir que la intolerancia y la coacción son legítimas» (pág. 85). Voltaire comenta y cita numerosos episodios bíblicos que apoyan esta idea. En elDiccionario filosófico, afirma: «De todas las religiones, la cristiana es, sin duda, la que tiene que inspirar más tolerancia, aunque hasta aquí los cristianos hayan sido los más intolerantes de todos los hombres» (pág. 497).
Donde no hay razón, abunda laintolerancia. Queremos resaltar el énfasis pionero que pone en ello nuestrofilósofo. De lasuperstición, nace elfanatismo. Existe, por tanto, una estrecha relación entre la tolerancia y elespíritu crítico y racional que nos conduce al conocimiento del mundo y de nosotros mismos; como conclusión de suTratado, Voltaire lo afirma:
Solo los espíritus razonables piensan noblemente; cabezas coronadas, almas dignas de su rango, han dado grandes ejemplos en esta ocasión. Sus nombres serán señalados en los fastos de lafilosofía, que consiste en el horror a la superstición, y en esa caridad universal queCicerón recomienda:Charitas humani generis. Esa caridad, cuyo nombre se ha apropiado lateología, como si sólo a ella perteneciese, pero cuya realidad ha proscrito con frecuencia. Caridad, amor al género humano;virtud desconocida de los embaucadores, de los pedantes que argumentan y de los fanáticos que persiguen
(pág. 171).
Otro motivo, que se suma a los ya expuestos, para fomentar una actitud tolerante es la evidencia de que somos seres imperfectos, a quienes cuesta hallar verdades. En elDiccionario filosófico afirma en este sentido:Todos estamos modelados de debilidades y de errores. Perdonémonos las necedades recíprocamente, (...) (pág. 494)(...) tenemos que tolerarnos mutuamente, porque somos débiles, inconsecuentes y sujetos a la mutabilidad y alerror (pág. 501).
Por último, es muy digno de mención, además de la justificación de la tolerancia que desde su espíritu comprometido e ilustrado acomete, el sentido profundo de un lema que él hizo famoso:Écrasez l´infâme! (¡No dejes de pisotear al infame!). Lo podemos parafrasear comono toleres jamás laintolerancia. Es decir, la propia tolerancia apunta hacia unos límites que no puede traspasar, so pena de dejar de serlo.
John Stuart Mill y la defensa de la libertad de pensamiento
John Stuart Mill escribió la que podría considerarse una de las mejores defensas de la tolerancia y la libertad de pensamiento que jamás se hayan hecho. Se trata del ya clásico escritoSobre lalibertad, elaborado en 1859.[19] Vamos a resumir brevemente las ideas que en él se contienen, destacando como aspecto novedoso y superador de anteriores concepciones de la “tolerancia” las relaciones existentes entre tolerancia y libertad.
En la introducción, afirma J. S. Mill que, al escribir esta obra, lo mueve la pretensión de ocuparse de la libertad en su sentido político, es decir, de los límites que se han de poner al poder de la sociedad sobre elindividuo. Esta es una pretensión, nos dice, que se ha tenido en todas las épocas, desde los tiempos en los que era necesario protegerse de los excesos de unatiranía, hasta aquellos en los que es la mayoría, en un gobiernodemocrático, quien ejerce suopresión. Esto es así porque no siempre quien gobierna representa verdaderamente alpueblo gobernado.
El pueblo que ejerce el poder no es siempre el mismo pueblo sobre el cual es ejercido (...). El pueblo, por consiguiente, puede desear oprimir a una parte de sí mismo, y las precauciones son tan útiles contra esto como contra cualquier otro abuso del Poder
Pág. 59.
En este sentido, también la mayoría puede ejercer su tiranía. Habría, por tanto, que colocar un límite, y más sabiendo que
(...) los gustos o disgustos de la sociedad o de alguna poderosa porción de ella, son los que principal y prácticamente han determinado las reglas impuestas a la general observancia con la sanción de laley o de la opinión
(P. 62).
La opinión de Mill es que elgobierno solo se halla legitimado para intervenir si hay que evitar daños a terceros; el propio bien de lapersona, físico o moral, no es justificación suficiente. Esta es su respuesta a las acciones emprendidas por numerosos gobiernos, a lo largo de lahistoria, a fin de garantizar lasalvación eterna de los súbditos. Cuando Locke afirmaba que elEstado no tieneautoridad en cuestiones religiosas, nos estaba planteando por adelantado estaidea política que desarrollará Mill. De nuevo, la tolerancia gubernamental nos viene asociada a la separación del poder del ámbito privado de la vida de los ciudadanos. Este ámbito incluye las decisiones respecto a la propia felicidad, que solo conciernen a los propios individuos. Cada uno, defiende Mill, es soberano de sí mismo. En un marco histórico adecuado, por tanto, se ha de dar lalibertad como posibilidad de labrarse el propio camino de la felicidad, sin ser obligados a vivir a la manera de otros, y sin que privemos a otros de seguir su camino. Resulta fundamental esta distinción, ya vista en Locke, entre una esfera pública y otra privada en lasociedad.
Acto seguido, Mill desarrolla por extenso una excelente defensa de lalibertad de pensamiento y discusión. Esta libertad se basaría en el respeto a las opiniones ajenas y a la expresión de las mismas. Se opone nuestro autor a todo tipo de censura, que no conduce sino a la conversión de lo defendido endogma, a una cristalización o congelación delpensamiento cuya consecuencia es el alejamiento de la verdad, ya que esta requiere la batalla con sus contrarios para ser profundizada. Esta es una de las consecuencias negativas de laintolerancia. Lacensura, como manifestación de la intolerancia, no solo no es buena para el progreso, sino que es causante de terribles errores, ya que aleja del auténtico modo de conocer las cosas. Apoya Mill esta tesis en lahistoria y muestra que para que la verdad prospere ha de darse la discusión libre (La especulación libre y audaz sobre los problemas más elevados) y el respeto a todas las opiniones. «Solo a través de la diversidad de opiniones puede abrirse paso la verdad» (pág. 114) Para el libre desenvolvimiento del genio, por tanto, es preciso garantizar la libertad, de manera que la diversidad sea tolerada e integrada en el común debate que garantiza lapaz y el progreso.
El planteamiento de Mill para justificar la tolerancia como medio de asegurar nuestro camino hacia laverdad, se basa en una triple posibilidad:Que laopinión aceptada pueda ser falsa y, por consiguiente, alguna otra pueda ser verdadera, o que siendo verdadera sea esencial un conflicto con el error opuesto para la clara comprensión y profundosentimiento de su verdad (pág. 111). La tercera posibilidad es que ambas perspectivas tengan algo de verdaderas. En cualquier caso, lacensura de las opiniones ajenas se opone al progreso (entendiendo este como el crecimiento de conocimientos acerca deluniverso y sus consecuencias práctico-morales), pues atenta contra la búsqueda racional de verdades. La verdad solo puede desvelarse en un marco de tolerancia donde tengan cabida diversas perspectivas. Esto constituye unautilidad racional o epistemológica de la tolerancia.
La tolerancia, en efecto, tiene una de sus principales justificaciones en que resulta imprescindible para elconocimiento. Si queremos saber, hemos de estar dispuestos a aprender de los demás y a cuestionar nuestraopinión. En esto radica el talante tolerante. Este carácter no es sino el de quien sabe escuchar a los demás y dialogar con ellos sin más pretensión que la búsqueda de laverdad. Para ello, resulta necesaria laautenticidad y la lealtad en la discusión. Si se discute con otras pretensiones, no estamos buscando verdades ni siguiendo las reglas de una discusión racional.
Las consideraciones expuestas conducen, de modo ineludible, a la exaltación de la particularidad y así lo hace nuestro autor. Es preciso respetar lo concreto, en la medida en que participa de una parte de verdad. Frente a las concepciones esencialistas que tratan de imponer una únicaperspectiva a la diversidad y ven mal la multiplicación de modos, Mill afirma que(...) la diversidad no es un mal, sino un bien (pág. 126). Por ello la valora:(...) El libre desenvolvimiento de laindividualidad es uno de los principios esenciales del bienestar (pág. 127). Esta individualidad puede ser la manifestada por una joven generación respecto a la precedente. Es un hecho que no somos seres mecánicos que imitan y siguen ciegamente unacostumbre. Por eso, lajuventud debe usar e interpretar a su manera particular lo recibido. Hay que resaltar y defender laoriginalidad, cuidando de que la sociedad no la sofoque, como ocurre con todo tipo dedespotismo. En relación con esto, Mill nos dice que «es solo el cultivo de la individualidad lo que produce, o puede producir, seres humanos bien desarrollados» (pág. 136). Para ello es preciso un entorno de libertad, para que elgenio se desenvuelva sin ataduras. En esto se fundamenta la valoración de ladiversidad y la justificación de la tolerancia hacia los modos singulares de laexistencia.
En los capítulos posteriores de su obra, Mill apunta a una serie de consideraciones que giran en torno a la problemática acerca de los límites de la tolerancia; es decir, ¿hasta dónde se puede permitir la libertad deacción por parte de los individuos?- ¿Hasta qué punto debemos tolerar y cuándo no? Básicamente, la respuesta de nuestro autor es que siempre podemos actuar, mientras no perjudiquemos los intereses del otro. Es decir, en lo que concierne exclusivamente a uno mismo, nadie debe intervenir. La intervención delEstado solo se justifica cuando una acción tiene repercusiones en otras personas. Se puede y debe tolerar todo, siempre y cuando lo tolerado no se muestre, a su vez, intolerante. Es en ese punto donde ubicamos los límites de la tolerancia.
Como vemos, la tolerancia se relaciona estrechamente con la libertad. De hecho, su defensa aparece vinculada alliberalismo político, movimientoideológico que aboga por las libertades individuales y del cual J.S. Mill es un representante. Con posterioridad, y actualmente, la defensa de la tolerancia se conecta con la apuesta democrática por el respeto a las ideas o rasgos de los demás que no compartimos, teniendo un componente solidario que falta al individualismo liberal. En todo caso, la tolerancia aparece como algo propio delsistema políticodemocrático, y, por el contrario, como algo fundamentalmente opuesto a los sistemastotalitarios que pueden albergar actitudes racistas, xenófobas o violentas. El adelanto de Mill respecto a Locke estriba en la exaltación expresa de ladiversidad. En efecto, lapluralidad es una característica de lanaturaleza humana, y oponerse a ella es irracional einmoral. De su obra se desprende que es preferible mantener la autonomía más que el acierto en la elección. A la larga, laautonomía garantiza el progreso.
La tolerancia religiosa es una actitud adoptada ante confesiones de fe diferentes o ante manifestaciones públicas de religiones diferentes. Ejemplo, eledicto de Tolerancia de 1786 (Francia) autoriza la construcción de lugares de culto para los protestantes con la condición de que su campanario sea menos alto que el de las iglesias católicas.
Lasecta, es la Iglesia del otro, André Comte-Sponville,Diccionario de filosofía.
Hay que diferenciar tres dominios de tolerancia religiosa. En primer lugar, la tolerancia inscrita en los textos sagrados a los que la religión se refiere. Después, la interpretación que las autoridades religiosas han hecho de ella. Y por fin, la tolerancia del fiel, que, aunque guiado por su fe, no por ello permanece menos individual.
A pesar de que cada religión haya evolucionado más o menos independientemente, se constatan tres grandes tendencias ligadas a tres grandes periodos de la historia.
En elpoliteísmo antiguo (antes de la era cristiana), con frecuencia se constatan intercambios de divinidades de unpanteón al otro, en particular enEuropa del Norte y enOriente Próximo. Podemos citar por ejemplo el caso de la civilización delantiguo Egipto, para el cual la tolerancia religiosa era un pilar (salvo durante el periodo deAkhenaton) y en cuyo país se albergó, en numerosas épocas, templos de divinidades extranjeras (Baal,Astarté, etc.). Lo mismo paraRoma con la adopción de la diosaIsis.
No se puede hablar de tolerancia en el caso del panteón romano cuyo culto se confunde con el de la ciudad, y del emperador a partir deAugusto.
Por un lado la religión no se concibe como una expresión de la relación de un individuo con una divinidad, sino como la relación de un individuo con la sociedad romana en la cual el mismo debe integrarse, o también como la relación de una ciudad a su destino (Louis Gernet,la religión romana, Albin Michel). Los Viejos Romanos solo conocen unareligio: la suya; pero, seguidamente, la cultura romana se heleniza y se abre a cultos muy diferentes delmos maiorum (la costumbre); los otros cultos, si no se pueden captar (procedimiento decaptatio) son considerados comosuperstitio. En la época de los apologistas,Celso testifica que no se trata, en lo que concierne alcristianismo, de tolerancia comoapertura a los valores de otro, sino de tolerancia a aquello que no destruye el orden público. Solo eljudaísmo se beneficia del estatus dereligio licita al lado de la religión nacional.
La importación de loscultos orientales (Isis,Mithra, etc.) por los soldados romanos que han participado en las batallas orientales, representa al contrario una modificación del sentimiento religioso. No se trata deintercambio de divinidades sino de considerarse comodevoto de Isis lo cual no impide la participación en los cultos urbanos. En cierta forma, el culto de Isis sustituye a las divinidades familiares para el soldado errante.
Protestantismo:Diremos que se debe permitir la libertad de consciencia? De ninguna manera, si se trata de la libertad de adorar a Dios cada uno a su manera. Es un dogma diabólico.,Teodoro de Beza, 1570. En esto Teodoro de Beza es un excelente testigo de los primeros 150 años del protestantismo que fueron tan autoritarios como elcatolicismo. Sin embargo, el giro tuvo lugar con John Locke y sucarta sobre la tolerancia interviniendo en el conflicto entre la corrientecalvinista ydogmática, y losRemostrantes.
Islam:No hay más Dios queAlá pero tambiénsin constricción en religión (Corán 256/2).
Se entiende pues que la tolerancia no es una virtud intrínseca de tal o cual religión sino que depende de la elección de sus individuos y de sus jerarquías así como de su capacidad para asociarse con un poder.
Así mismo, la tolerancia no siempre ha existido. YaPlatón, según un rumor del que se hizo ecoDiógenes Laercio, habría querido quemar en la plaza pública las obras deDemócrito. La apertura de la cultura griega a las culturas exteriores y el diálogo continuo de los filósofos entre ellos han generado un clima intelectual tenso pero propicio a los intercambios y a la reflexión. El la filosofía de las luces la que transforma aquello que parecía una debilidad para sanAgustín de Hipona, teórico de la persecución legítima, tal y como lo presentabaBossuet.
En el símbolo del giro es esta frase de Voltaire:no me gustan tus ideas pero lucharé para que puedas expresarlas. Se constituye entonces un movimiento intelectual que lucha contra las intolerancias del cristianismo:De todas las religiones, la cristiana es sin duda la que debe inspirar mayor tolerancia, aunque hasta ahora los cristianos hayan sido los más intolerantes de todos los hombres. (Diccionario filosófico, artículo Tolerancia 7).
El desarrollo de las ciencias religiosas en la filosofía alemana del siglo XIX ha permitido el establecimiento de un saber laico sobre el fenómeno religioso que es percibido como una amenaza por las religiones. Tal fue la apuesta de lacrisis modernista, tal es aún la apuesta de bastantes conflictos que tiene algo que ver con el fenómeno religioso.
Los medios de transporte y de comunicación del siglo XIX y del siglo XX han permitido intercambios culturales que no facilitan tanto el diálogo interreligioso. La democratización del viaje se hace por el método delviaje organizado que raramente permite un encuentro con el autóctono. Por el contrario, los intercambios de estudiantes, hasta ahora reservados a las clases superiores de los países desarrollados, podrían mejorar la situación por medio de subvenciones europeas, tales como elPrograma Erasmus.
Por el hecho de que la mayoría de las religiones tienen vocación para enseñar solo aquello quecree verdadero, designando por todas las variantes de lofalso a todo aquello que no han expresado ellas mismas (método de losepicicloscopernicanos descrito por primera vez en el dominio religioso porJohn Hick enGod Has Many Names (1987) y popularizado desde entonces porRégis Debray enEl Fuego sagrado: Función de lo religioso, Fayard, 2003), no se puede decir que la cultura religiosa del Europeo medio haya avanzado mucho.
La reflexión sobre laverdad religiosa, a pesar de estar bien descrita porMichel de Certeau s.j. enLa invención de lo cotidiano, t. II: maneras de creer no ha sido retomada por religión alguna. Elcreyente ignora pues lo sagrado de los demás y exige de esos mismos demás la reverencia para aquello en lo que él cree, reverencia que él por su parte no está dispuesto a manifestar hacia sus interlocutores.
↑Murphy, Andrew R (1997).Tolerancia, Tolerancia y Tradición Liberal(en inglés). Revistas de prensa de la Universidad de Chicago. p. 593–623.doi:10.2307/3235269.
↑«Tolerance».dictionary.com. Consultado el 21 de septiembre de 2021.