Lossefardíes osefarditas, también conocidos comosefaradíes osefaraditas (enhebreo:ספרדים,Sefaradim, literalmente 'los deSefarad', nombre hebreo de lapenínsula ibérica), son, en la acepción más amplia del término, aquella parte delpueblo judío que vivió en la península ibérica hasta suexpulsión por losReyes Católicos de las coronas deCastilla y deAragón (1492) y sus posterioresexpulsiones de Portugal (1496) y deNavarra (1498);[1] y, sobre todo, los descendientes de estos, quienes, a pesar de no vivir en territorio ibérico, han permanecido ligados a lacultura hispánica.[2][3] En un sentido más amplio, «sefardí» se aplica también a judíos deOriente Medio y delnorte de África que, influidos por los exiliados ibéricos, adoptaron las tradiciones religiosas y legales sefardíes. Los sefardíes constituyen hoy una parte fundamental del judaísmo mundial, y la mayoría de ellos reside actualmente enIsrael.[4]
La presencia judía más antigua documentada en la península ibérica se remonta alperíodo romano, desde los primeros siglos de nuestra era. En ese tiempo, la antiguaJudea fue escenario de lasguerras judeo-romanas, que provocaron una gran destrucción y desplazamientos masivos. Bajo elreino visigodo los judíos fueron objeto de reiteradas persecuciones; sin embargo, tras laconquista omeya, las comunidades judías prosperaron durante siglos enal-Ándalus, en una etapa que con frecuencia se describe como una «edad de oro». Su situación se deterioró bajo el dominio de las dinastíasalmorávide yalmohade y declinó aún más con el avance de laReconquista. Lospogromos ocurridos en España en 1391 provocaron matanzas y conversiones forzadas masivas. Posteriormente, elEdicto de Granada de 1492 dispuso la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón, mientras que en 1496 el reyManuel I de Portugal promulgó un decreto similar, y en 1498 fueron también expulsados los judíos deNavarra.
Los judíos sefardíes se dispersaron ampliamente: muchos se establecieron en elImperio otomano, en ciudades comoEstambul,Salónica,Esmirna,Bursa yEdirne; otros en el norte de África, en centros comoFez,Argel,Tánger yTúnez; en puertos italianos comoVenecia yLivorno; y en diversas regiones de losBalcanes, elLevante mediterráneo (Jerusalén,Safed,Damasco yAlepo) y losPaíses Bajos, especialmente enÁmsterdam. También surgieron comunidades menores enFrancia,Inglaterra yAmérica, donde los sefardíes desempeñaron con frecuencia un papel destacado en el comercio y la diplomacia. Durante siglos, los judíos expulsados conservaron la lenguajudeoespañola o ladino, que se mantuvo viva hasta inicios del siglo XX, cuando comenzó a ser sustituida por otras lenguas, especialmente por el hebreorevitalizado. En la actualidad, la mayoría de los judíos sefardíes reside en Israel, aunque subsisten importantes comunidades en Francia yEstados Unidos, además de otras más reducidas en diversos países mediterráneos.[5]
Otra interpretación del vocablo lo circunscribe a los descendientes de los judíos expulsados deEspaña yPortugal, cuya gran mayoría pertenece a comunidades fuera de la península ibérica —en su mayor parte residente enIsrael, y con destacada presencia en algunos países deAmérica yEuropa—, como los que viven en la actualidad en España y Portugal, siempre que sean descendientes de judíos ibéricos originarios de estos territorios (es decir, no incluye a judíos de origen distinto o sus descendientes nacidos en estos países). También se incluyen en esta definición los conversos que nunca se marcharon de la península, muchos de los cuales han ido redescubriendo sus raíces judías a lo largo de las últimas décadas. Si bien, según esta acepción, los propios judíos españoles anteriores a 1492 no forman parte de la definición, que corresponde, más allá de términos geográficos, a las culturas e idioma desarrollados posteriormente a las expulsiones, dando lugar a una de las dos principales tradiciones judías de la actualidad (junto a losasquenazíes). Es precisamente esta tradición que da pie a la tercera acepción del término, más religiosa que étnica o geopolítica, que acoge a todos los judíos cuya práctica religiosa se atiene al rito sefardí. En este caso se incluyen también losmizrajíes, quienes en su gran mayoría habían adoptado el rito sefardí durante sus contactos con judeoespañoles del Imperio otomano en tiempos de su mayor expansión (que incluía partes deOriente Próximo, desdeEl Cairo hastaBagdad, y más allá). En la actualidad, muchos mizrajíes de Israel se consideran por tanto «sefarditas».
Durante el siglo XIX, el vocablo «sefardí» se empleaba además para designar a todo judío que no era de origenasquenazí (judíos de origen alemán, centroeuropeo o ruso). En esta clasificación se incluía también a judíos de origenárabe, dePersia,Armenia,Georgia,Yemen e incluso de laIndia, quienes aparentemente no guardaban ningún vínculo con la cultura ibérica que distingue a los sefardíes. La razón por la cual se utilizaba ese término indistintamente se debía principalmente a similitudes en el rito religioso y a la pronunciación delhebreo que los sefardíes comparten con las poblaciones judías de los países mencionados (y que son claramente distintas a los ritos y las pronunciaciones de los judíos asquenazíes). No obstante, a partir de la fundación del Estado de Israel se consideró ya un tercer grupo dentro de la población judía, los «mizrajíes» (delhebreo מזרח 'Oriente'), para garantizar que el término «sefardí» aluda de manera exclusiva al grupo humano antiguamente vinculado con la península ibérica.[cita requerida]
En elReino de Portugal, de donde son originarias muchas ilustres familias sefardíes, se desarrollaron comunidades activas en las ciudades deLisboa,Évora yBeja y en la región deTrás-os-Montes.
Sefardí proviene etimológicamente deSefarad, vocablo bíblico con el que las fuentes hebreas designan la península ibérica, y se emplea para designar todo aquello perteneciente o relativo a Sefarad.[12]
El uso tanto deSefarad como desefardí es sumamente frecuente ya desde fines del siglo XX. Se emplean para referirse, respectivamente, a la península ibérica y los judíos nacidos, o provenientes, o descendientes de dicha región. Ejemplos de ello son:
Ministerio de Cultura y Centro Nacional de Exposiciones de España: Toledo, Sinagoga del Tránsito, La vida judía en Sefarad, exposición y catálogo, noviembre de 1991 - enero de 1992
Centro Cultural Cervantes: "El legado de Sefarad - La España sefardita" - Memoria de Sefarad en América, sitio educativo, 2009
David Stern,Universidad de Pensilvania: Una introducción al estudio de la Biblia hebrea en Sefarad, quien afirma: «Los libros hebreos que los judíos de Sefarad produjeron durante la Edad Media constituyen uno de los logros culturales más importantes de la historia judía. [...] En este ensayo me propongo esbozar las líneas fundamentales de la historia de la Biblia hebrea en Sefarad, desarrollando algún aspecto de carácter más general relacionado con ella».[13]
Shimon Iakerson,Instituto de Manuscritos Orientales de la Universidad Estatal, San Petersburgo: Los primeros impresos hebreos de Sefarad, quien explica: «En la actualidad, no podemos dar una respuesta precisa y adecuada a la pregunta de quiénes fueron los primeros impresores de textos hebreos. De hecho, ni siquiera sabemos si estos fueron de origen sefardí, italiano o asquenazí. A partir de los primeros datos de los que disponemos, podemos únicamente decir que el impresor del primer incunable hebreo que ha sobrevivido era de origen sefardí».[14]
Museo Sefardí de Toledo (inaugurado en 1964) y Toledo Sefarad: Web Oficial del Toledo Judío (Patronato Municipal de Turismo de Toledo).
Centro de la Memoria Sefardí de Granada - Granata al-Yahud
El arabistaEmilio García Gómez, a quien citaJoseph Pérez, cree inapropiado el uso del término «sefardí» para referirse a todo aquello relativo a los judíos españoles de laépoca medieval.[15] El origen del vocablo «sefardí», según Pérez, sería posterior a laexpulsión de 1492 y acaso un modo de distinguir a los judíos procedentes de España de aquellos que ya residían en otros lugares (tal es el caso, por ejemplo, de los judíosasquenazíes); a raíz de ello, prefiere reservar las palabras Sefarad y sefardí a épocas posteriores a 1492.
Judíos en la península ibérica hasta la expulsión de 1492
Aunque la evidencia arqueológica más antigua conocida de la presencia delpueblo judío en la actualEspaña yPortugal se remonta generalmente a laantigüedad clásica, cuando estaban bajo el Imperio Romano,[16][17][18] la presencia judía ("hebrea") atestiguada en territorio portugués de laépoca clásica solo se puede documentar desde el año 482 d. C.[19]Se tiene conocimiento de la existencia de comunidades judías desde tiempos remotos, confirmado por el hallazgo de evidencias arqueológicas. Un anillofenicio del siglo VII a. C., hallado enCádiz, con inscripciones paleo-hebraicas[cita requerida] y unánfora en la que aparecen dos símboloshebreos del siglo I, encontrada enIbiza,[cita requerida] figuran entre las pruebas de la presenciajudía en lapenínsula ibérica.
Teorías del origen de los judíos de la península ibérica
Varios cristianos, incluidos los sionistas cristianos, algunos movimientos de raíces hebreas y la BI, creen que "Tarsis, a donde huyóJonás en laBiblia, es un asentamiento de losfenicios,jafetitas en la península ibérica,Gran Bretaña prehistórica[38][39][40]", Por ejemplo, George Smith (1850), David King, John Algernon Clarke (1862), Jonathan Perkins Weethee de Ohio (1887). Esta idea se deriva del hecho de que se registra que Tarsis comerciaba con estaño, plata, oro y plomo fabricados enCornualles, lo que indica un posible comercio judío conEspaña,África ylas Américas en lo que respecta a perlas, estaño, oro, plata y pavos reales, lo que se establece como un precedente bíblico para lasraíces hebreas de losigbos,[36][41][42] losnativos americanos[43] y losbretones,[44] (parcialmente) en cumplimiento de las Maldiciones de Deuteronomio 28, lo que motiva (parcialmente) el derecho al retorno de los pueblos negros e indígenas.[31][45][46]
Al adoptar losvisigodos elcatolicismo, durante el reinado deRecaredo (587 d. C.) se inicia una época de persecución, aislamiento y rechazo de los judíos. En esta época comienzan a formarse las primerasaljamas yjuderías.
Las difíciles condiciones en que se encontraban los judíos durante elReino visigodo de Toledo católico hicieron que estos recibieran a los conquistadoresmusulmanes como una fuerza liberadora.
A partir del año 711 lasjuderías aumentan en número y en tamaño por toda la península. La victoria delbereberTáriq ibn Ziyad aseguraba un ambiente de mejor convivencia para los hebreos, ya que la mayor parte de los regímenesmusulmanes de lapenínsula ibérica fueron bastante tolerantes en asuntos religiosos y aplicaron la ley del impuesto a losdhimmi (judíos ycristianos), que, junto con losmazdeítas, eran consideradoslas gentes del libro, según lo estipulado en elCorán.
La comunidadjudía andalusí, durante esta época, fue la más grande, la mejor organizada y la más avanzada culturalmente. Numerosos judíos de diversos países deEuropa y de los dominiosárabes se trasladaron aAl-Ándalus, se integraron en la comunidad existente y la enriquecieron en todos los sentidos. Muchos de estos judíos adoptaron el idiomaárabe y ocuparon puestos de gobierno o se dedicaron a actividades comerciales y financieras. Esto facilitó enormemente la incorporación de la población judía a la culturaislámica, principalmente en el sur, donde los judíos ocuparon puestos importantes y llegaron a amasar considerables fortunas. La prohibiciónislámica que impide a los musulmanes dedicarse a actividades financieras, caso similar para los cristianos, que consideraban la actividad como impía, hizo que los judíos de la península absorbieran por completo las profesiones de tesoreros, recolectores de impuestos, cambistas y prestamistas.
Tajador judeoespañol, siglo XIV
Por lo tanto, es bajo el dominio delIslam cuando la cultura hebrea en la península alcanza su máximo esplendor. Los judíos cultivan con éxito las artes y las ciencias y destacan claramente enmedicina, enastronomía y enmatemáticas. Además, los estudios religiosos y lafilosofía son quizás la más grande aportación; algunos nombres destacan en tales áreas. El rabino cordobés Moshé ibn Maimón, conocido comoMaimónides, se distingue sobre los demás por sus aportes al campo de la medicina, y sobre todo en la filosofía. Sus obras, como laGuía de perplejos y los comentarios a la Teshuvot, ejercieron influencia considerable sobre algunos de los doctores de la iglesia, principalmente sobreTomás de Aquino.
Uno de los judíos más destacados en ocupar un alto cargo en los reinos de taifas fueSemuel ibn Nagrella (993–1056). Según la tradición, su ascenso al poder comenzó cuando su refinadacaligrafía llamó la atención de la corte de Granada,[47] donde entró al servicio del reyHabús ben Maksan y, posteriormente, de su hijoBadis ibn Habus. A lo largo de tres décadas, Samuel ejerció como visir, consejero político y comandante militar, siendo uno de los poquísimos judíos en la historia del islam —junto con su hijoYosef ibn Nagrela— que llegó a dirigir ejércitos musulmanes. El período en el que Semuel ibn Nagrella mandó un ejército de mayoría judía constituye la única instancia conocida de este tipo de liderazgo entre la Antigüedad y el surgimiento del Estado moderno deIsrael.[48]
La Edad de Oro de la vida judía en al-Ándalus dio lugar a destacados poetas hebreos cuyas obras abarcaron tanto temas seculares —como el amor, la amistad y la naturaleza— como himnos sagrados y reflexiones religiosas. Entre los más sobresalientes se encontrabanSalomón ibn Gabirol,Moses ibn Ezra yYehudah Halevi (c. 1075–1141). Nacido en Tudela, Halevi alcanzó renombre tanto por su poesía profana como por su producción litúrgica, en particular sus célebres «Sionidas», en las que expresó un profundo anhelo por laTierra de Israel.[49] Fue asimismo autor delKuzarí, un diálogo filosófico en defensa del judaísmo y crítico con la filosofía racionalista y con otras religiones; en esta obra afirma en última instancia la centralidad de la Tierra de Israel y sostiene que permanecer en la diáspora constituye una forma de hipocresía.[49]
No obstante, durante esta época también fueron objeto de sucesivospogromos por parte de los musulmanes, tanto por la poblaciónmuladí como por los gobernantes árabes; destacan laMasacre de Granada de 1066 (en la que Yosef ibn Nagrela y unos 4.000 judíos habrían sido asesinados) y las persecuciones durante la dominación de losalmorávides y, sobre todo, losalmohades, las cuales diezmaron considerablemente las juderías y provocaron la huida de numerosas familias hacia territorios cristianos recién conquistados, principalmente alReino de Toledo.
En estilo andalusí se construyó laSinagoga del Tránsito (o de Samuel Ha-Leví) en la ciudad deToledo, exponente máximo de la arquitectura judía de esta época, al igual que la Sinagoga de Córdoba.
En el verano de 1391, laMasacre de 1391 se extendió por la península ibérica y las islas Baleares. El levantamiento comenzó en Sevilla y pronto se propagó a otras regiones de Castilla y Aragón, afectando a ciudades como Córdoba, Toledo,Cuenca, Burgos,Palma de Mallorca, Barcelona yGerona.[50] Solo los judíos de Portugal y Navarra quedaron al margen de la violencia. Durante los disturbios, los barrios judíos fueron asaltados y saqueados, las sinagogas destruidas, miles de judíos asesinados y otros tantos bautizados por la fuerza en el cristianismo.[50] Mientras algunos huyeron o resistieron, muchos aceptaron la conversión bajo extrema coacción; hubo quienes optaron por el martirio y unas pocas figuras prominentes abrazaron el cristianismo de manera voluntaria.[51] Entre estos últimos destacóSalomón ha-Leví, reputado rabino de Burgos que, tras su conversión, llegó a ser obispo y un ferviente opositor del judaísmo. Las comunidades judías de Valencia y Barcelona fueron completamente destruidas, mientras que otras quedaron gravemente diezmadas, lo que llevó a numerosos supervivientes a trasladarse a áreas rurales.[50]
«A los pies del Salvador» (1887), pintura deVicente Cutanda que representa la masacre de judíos enToledo
A partir de 1411, el fraile dominicoVicente Ferrer emprendió campañas de predicación que dieron lugar a conversiones forzadas y a duras medidas de segregación.[52] Durante la década de 1410 se desencadenó una nueva oleada de violencia y de legislación restrictiva contra las comunidades judías. En esos mismos años tuvo lugar laDisputa de Tortosa (1413–1414), un espectáculo público prolongado durante dos años y dirigido por el conversoJerónimo de Santa Fe. Presentado como un debate religioso, en realidad obligó a los eruditos judíos a defender su fe bajo coacción.[52] El evento provocó una profunda desesperanza, un gran número de conversiones y la promulgación de nuevas leyes severas. En 1449 surgieron en Toledo las primeras leyes delimpieza de sangre, que prohibían a los conversos acceder a determinados cargos.[52]
En 1478, losReyes Católicos obtuvieron autorización papal para establecer laInquisición española como tribunal permanente bajo autoridad real. Su objetivo declarado era identificar y castigar a los conversos sospechosos de practicar el judaísmo en secreto. El primer tribunal se creó en Sevilla en 1480, seguido gradualmente por otros en diferentes lugares de España.[53] Al frente de la Inquisición se situóTomás de Torquemada,[53] fraile dominico y destacado personaje de la corte, firme defensor de la expulsión de los judíos. En enero de 1483, probablemente con consentimiento real, la Inquisición decretó la expulsión de los judíos deAndalucía.[54] En los años siguientes se formularon varias acusaciones de asesinato contra judíos. En 1485, el inquisidorPedro de Arbués fue asesinado en lacatedral de Zaragoza en una conjura atribuida principalmente a conversos.[53][54] Aunque los informes contemporáneos mencionaban la implicación de algunos cristianos viejos, los procesos se centraron exclusivamente en los conversos, muchos de los cuales fueron torturados, ejecutados o despojados de sus bienes, lo que sugiere que los juicios sirvieron también para eliminar a influyentes funcionarios conversos.[55] En 1491, la célebre acusación delibelo de sangre del «Santo Niño de La Guardia» imputó a judíos y conversos el asesinato ritual de un niño cristiano. Las confesiones fueron obtenidas bajo tortura y todos los acusados fueron quemados en la hoguera, a pesar de no existir pruebas de la desaparición de ningún niño.[53]
Con laToma de Granada, último bastión musulmán en la península ibérica, en enero de 1492, los Reyes Católicos resolvieron expulsar a la población judía de sus reinos.[56] El 31 de marzo de ese mismo año promulgaron elEdicto de Granada, que obligaba a todos los judíos de Castilla y Aragón a convertirse al cristianismo o abandonar el país en un plazo de cuatro meses.[56] Aunque el decreto permitía formalmente vender bienes y trasladar pertenencias —con la excepción de oro, plata y moneda—, el corto margen de tiempo, las restricciones legales y los frecuentes abusos hicieron prácticamente imposible realizar transacciones justas. Varios miles optaron por el bautismo y permanecieron, algunos de ellos manteniendo en secreto la práctica del judaísmo.[56] Otros eligieron el exilio, aunque el número exacto se desconoce: las estimaciones varían desde unas decenas de miles hasta aproximadamente 200.000 expulsados.[56]Abraham Senior, anciano rabino cortesano de Castilla, aceptó la conversión bajo patrocinio real, mientras queDon Isaac Abravanel, destacado financiero, comentarista bíblico y estadista, partió con sus correligionarios. Muchos refugiados buscaron acogida en los reinos vecinos de Portugal y Navarra, donde fueron admitidos inicialmente, mientras que otros se dispersaron por distintas comunidades delMediterráneo y más allá.[56]
La mayoría delos judíos expulsados de España en 1492 se instalaron en el norte de África, a veces vía Portugal, y en los países cercanos, como el Reino de Portugal, elReino de Navarra o en los Estados italianos (donde paradójicamente muchos presumieron de ser españoles; de ahí que en el siglo XVI los españoles en Italia fueran frecuentemente asimilados a judíos). Como de los dos primeros reinos también se les expulsó pocos años más tarde, en 1497 y en 1498, respectivamente, tuvieron que emigrar de nuevo. Los de Navarra se instalaron enBayona en su mayoría. Y los de Portugal que no se habían convertido al cristianismo, acabaron en el norte de Europa (Inglaterra oFlandes). En el norte de África, los que fueron alreino de Fez sufrieron todo tipo de maltratos y fueron expoliados, incluso por los judíos que vivían allí desde hacía mucho tiempo; de ahí que muchos optaran por regresar y bautizarse. Los que corrieron mejor suerte fueron los que se instalaron en los territorios delImperio Otomano, tanto en el norte de África y elOriente Próximo como en losBalcanes, después de haber pasado por Italia. El sultánBayaceto II dio órdenes para que fueran bien acogidos y exclamó en una ocasión refiriéndose al rey Fernando: «¿A este le llamáis rey que empobrece sus Estados para enriquecer los míos?». Este mismo sultán le comentó al embajador enviado porCarlos V «que se maravillaba de que hubiesen echado a los judíos de Castilla, pues era echar la riqueza»..[57]
Como algunos judíos identificabanEspaña, la península ibérica, con laSefarad bíblica (término tomado por lossefarditas delfenicioSpan, que significa país lejano o escondido, habida cuenta de la gran distancia que existe entre la península ibérica,Islas Británicas eIsrael, y finalmentehebraizado S'farad), los judíos expulsados por losReyes Católicos recibieron el nombre desefardíes. Estos, además de su religión, «guardaron asimismo muchas de sus costumbres ancestrales y particularmente conservaron hasta nuestros días el uso de la lengua española, una lengua que, desde luego, no es exactamente la que se hablaba en la España del siglo XV: como toda lengua viva, evolucionó y sufrió con el paso del tiempo alteraciones notables, aunque las estructuras y características esenciales siguieron siendo las del castellano bajomedieval. […] Los sefardíes nunca se olvidaron de la tierra de sus padres, abrigando para ella sentimientos encontrados: por una parte, el rencor por los trágicos acontecimientos de 1492; por otra parte, andando el tiempo, la nostalgia de la patria perdida…»[58]
Según el estudio genético «The Genetic Legacy of Religious Diversity and Intolerance: Paternal Lineages of Christians, jews, and Muslims in the Iberian Peninsula» de laUniversidad Pompeu Fabra de Barcelona y laUniversidad de Leicester, liderados por el británico Mark Jobling y publicado por American Journal of Human Genetics, los marcadores genéticos muestran que un 19,8 % (1 de cada 5) de los actuales españoles y portugueses tienen marcadores de judíos sefardíes (ascendencia directa masculina para el cromosoma Y, peso equivalente para las mitocondrias femeninas) y un 10,6 % de musulmanes norteafricanos. Esto implicaría que el cruzamiento genético (el Y se transmite exclusivamente por línea paterna) de la mezcla con ancestros judíos en España sería muy alta.[59] Estando la población de origen magrebí concentrada enGalicia, la mayor proporción de ascendencia directa judía es Asturias con casi un 40 % (2 de cada 5), siendo el componente norteafricano testimonial (los apellidos son indicadores de ascendencia directa masculina; el apellido materno se pierde).[60]
Buena parte de los judíos expulsados fueron acogidos en elImperio otomano, que a la sazón estaba en su máximo apogeo. El sultánBayaceto II permitió el establecimiento de los judíos en todos los dominios de su imperio, enviando navíos de la flotaotomana a los puertos españoles y recibiendo a algunos de ellos personalmente[cita requerida] en los muelles deConstantinopla. Es famosa su frase:Gönderenler kaybeder, ben kazanırım: «Aquellos que les mandan pierden, yo gano» (Pulido, 1993).
Los sefardíes rara vez se mezclaron con la población autóctona de los sitios donde se asentaron, ya que la mayor parte de estos eran gente educada y de mejor nivel social que los lugareños, situación que les permitió conservar intactas todas sus tradiciones y, mucho más importante aún, el idioma. Los sefardíes continuaron hablando, durante casi cinco siglos, elcastellano antiguo, más conocido hoy comojudeoespañol, que trajeron consigo de España, a diferencia de los sefardíes que se asentaron en países comoPaíses Bajos eInglaterra. Su habilidad en los negocios, las finanzas y el comercio les permitió alcanzar, en la mayoría de los casos, niveles de vida altos e incluso conservar su estatus de privilegio en las cortes otomanas.
La comunidad hebrea deEstambul mantuvo siempre relaciones comerciales con elDiván (órgano gubernamental otomano) y con elsultán mismo, quien incluso admitió a varias mujeres sefardíes en suharén. Algunas de las familias sefardíes más prominentes de la ciudad financiaban las campañas del ejército otomano y muchos de sus miembros ganaron posiciones privilegiadas como oficiales de alto rango. Los sefardíes vivieron en paz durante 400 años, hasta queEuropa comenzó a librar sus dos Guerras Mundiales, con el consiguiente colapso de los antiguos imperios y el surgimiento de nuevas naciones.
La amistad y las excelentes relaciones que los sefardíes tuvieron con los turcos persiste aún a la fecha. Un prudente refrán sefardí, que hace alusión a no confiar en nada, prueba las buenas condiciones de esta relación:Turko no aharva a cidyó, ¿i si le aharvó?: «Un turco no golpea a un judío, ¿y si en verdad lo golpeó?» (Saporta y Beja, 1978).
La ciudad deSalónica, en laMacedonia griega, sufrió un cambio trascendental al recibir a casi 50 000 judíos expulsados de España.[61] La ciudad portuaria, anteriormente habitada porgriegos,turcos ybúlgaros, pasó a tener una composición étnica a finales del siglo XIX de casi un 65 % de sefardíes. Desde el principio, en esta ciudad establecieron su hogar gran parte de los judíos deGalicia,Andalucía,Aragón,Sicilia yNápoles, de ahí que eljudeoespañol tesalonicense se vea claramente influido por la gramática delgallego y esté plagado de palabras delitaliano. La mayoría de los hebreos deCastilla optaron por ocupar las importantes posiciones de gobierno disponibles enEstambul, hecho que también se evidencia en la lengua hablada por los judíos turcos (Saporta y Beja, 1978).
Calle de Ladadika, en uno de los antiguos barrios judíos deSalónica.
EnSalónica, había barrios, comunidades ysinagogas pertenecientes a cada una de las ciudades y regiones de España. Kal de Kastiya, Kal Aragon, Otranto, Palma, Siçilia, Kasseres, Kuriat, Albukerk, Evora y Kal Portugal son ejemplos de barrios ysinagogas existentes en la ciudad macedonia a finales del siglo XIX, y son señal de que los sefardíes nunca olvidaron su pasado ni sus orígenes ibéricos.
Es importante destacar que la presencia hebrea en Salónica fue tan importante que eljudeoespañol se convirtió enlingua franca para todas las relaciones sociales y comerciales entre judíos y no judíos. El día de descanso obligatorio de la ciudad, a diferencia del viernes musulmán o el domingo cristiano, era el sábado, ya que la gran mayoría de los comercios pertenecían a sefardíes. La convivencia pacífica entre individuos de las tres religiones llegó incluso al establecimiento de relaciones entre familias de diferentes confesiones, logrando así que hoy en día, muchos de los habitantes de Salónica cuenten por lo menos a un sefardí entre sus ancestros (Mazower, 2005).
La comunidad deSalónica, otrora la más grande del mundo y llamada por lossionistas laMadre de Israel, cuenta hoy con muy escasos individuos, ya que casi el 80 % de sus habitantes fueron víctimas delHolocausto, sin contar las innumerables personas que emigraron, principalmente aEstados Unidos yFrancia, antes de laSegunda Guerra Mundial, o aIsrael con posterioridad.
De las antiguas comunidades sefardíes delImperio otomano poco queda hoy. Se puede considerar que la primera década del siglo XX es la última década de existencia «formal» de las comunidades sefardíes, principalmente de las comunidades asentadas en territoriogriego. El movimiento nacionalista que se suscitó enGrecia, como consecuencia de su movimiento de independencia, ejerció una influencia considerable en los helenos residentes de Salónica, que a principios del siglo XX permanecía en manos otomanas.
La derrota del Imperio otomano en laPrimera Guerra Mundial significó para las comunidades griegas el término de sus privilegios y, años más tarde, su total destrucción. La anexión deMacedonia aGrecia y la importancia que significaba Salónica para los griegos, puesto que se considera la cuna delhelenismo, desencadenó violentas manifestaciones antisemitas, muchas de ellas encabezadas por jerarcas de laIglesia ortodoxa griega, o por miembros de partidos políticos nacionalistas. «El putrefacto cadáver hebreo se ha enquistado en el cuerpo puro del helenismo macedonio», afirmaba un panfleto de la época. Se inicia entonces la salida de muchos sefardíes, nuevamente hacia el exilio en diferentes países (Mazower, 2005).
La considerable influencia francesa que ejerció laAlianza Israelita Universal sobre los sefardíes cultos, hizo que muchos de estos emigraran aFrancia, mientras que otro tanto lo hizo a losEstados Unidos. Muchos de estos sefardíes no poseían ninguna nacionalidad, pues a su nacimiento, fueron registrados como ciudadanos delImperio otomano, el cual dejó de existir en 1923. Aunque en algunos casos Grecia concedió pasaportes y garantías a los sefardíes como ciudadanos del reino, estos nunca estuvieron vinculados con su nueva «patria». Un sefardí, al emigrar aFrancia, declaró incluso ser de nacionalidadtesalonicense al ignorar la verdadera (Mazower, 2005).
Por el contrario, lasjuderías de Estambul yEsmirna no sufrieron mayores cambios en su situación, dado que al declararse la República deTurquía porMustafa Kemal Atatürk, todos ellos continuaron siendo ciudadanos turcos protegidos. La abolición delCalifato porAtatürk significó la secularización del Estado turco, lo cual hizo que los sefardíes dejaran de pagar el impuesto dedhimmí («gente del Libro»), o de súbditos nomusulmanes. Lajudería turca permaneció a salvo durante casi todo el siglo XX y solo desde el establecimiento del Estado deIsrael comienza a sufrir una desintegración paulatina.
Una situación de indiferencia política, por su parte, sufren lasjuderías deYugoslavia yBulgaria, que por su reducido tamaño nunca fueron objeto de ninguna vejación, y aún hoy en día subsisten como lo han hecho durante siglos. Caso divergente, la judería deBucarest corrió con el mismo destino que la otrora rica y poderosa comunidad judía de Salónica.
A partir del inicio deSegunda Guerra Mundial, la comunidad sefardí de todo el mundo sufrió un dramático descenso. Muchos de sus integrantes, o bien se dispersaron por el mundo, emigrando a países comoArgentina,Brasil,Venezuela,México,Paraguay yChile, o bien perecieron víctimas del Holocausto.
El ascenso al poder deHitler fue acompañado por muestras más o menos enérgicas de preocupación y condena por distintos gobiernos. En el caso de España, este proceso fue prácticamente simultáneo a una campaña acometida sobre todo por los primeros gobiernos de laRepública –pero que tenía sus orígenes ya desde ladictadura dePrimo de Rivera– tendientes a presentarse ante la opinión pública mundial como favorables a la vuelta a España y restitución de lanacionalidad española a los judíos descendientes de los antiguos expulsados. Esta campaña, que fue más mediática que real, porque en la práctica los filtros opuestos a las familias sefardíes que quisieron acogerse a este beneficio fueron generalmente insalvables, tuvo un importante efecto de llamada en las comunidades judías sefardíes, pero también en lasasquenazíes, que vieron en esta campaña una posibilidad de escapar a las garras delTercer Reich. Finalmente, y a pesar de las gestiones de dirigentes comunitarios comoMoisés Ajuelos y otros, que agotaron las vías administrativas y políticas para la nacionalización de sefardíes, siempre primaron más las razones de orden interno, y la vuelta de los sefarditas a España, en ese período, quedó solo en declaraciones que prestigiaron la posición de la República en el concierto de las naciones, pero sin incidencia real en la vida de los judíos perseguidos por el nazismo.[62]
Registro de los judíos deSalónica por las autoridadesnazis, julio de 1942; más del 96,5 % de la comunidad sefardí de la ciudad fue exterminada durante elHolocausto.
La ocupación deFrancia por las tropasalemanas en 1940 se tradujo en la deportación y persecución de todos los judíos residentes, incluidos los recién emigrados sefardíes. La subsecuente ocupación de Grecia en 1941 supuso la total destrucción de lajudería de Salónica, puesto que más del 96,5 % de los sefardíes de la ciudad fueron exterminados a manos de losnazis. MichaelMolho, citado porSalvador Santa Puche, da cifras estimadas sobre el dramático decremento de la población judía en Salónica: de 56.200 individuos a inicios de 1941, a 1.240 a finales de 1945. Santa Puche, en su publicaciónJudezmo en los campos de exterminio, recopila valiosos testimonios de sefardíes de diversas localidades sobre su experiencia en loscampos de concentración enPolonia yAlemania:
Si mos van a matar a todos, a lo manko vamos a murir avlando muestra lingua. Es la sola koza ke mos keda i no mos la van a tomar / «Si nos van a matar a todos, al menos vamos a morir hablando nuestra lengua, es lo único que nos queda y no nos la van a quitar».
Una canción que data de laEdad Media, cuando los sefardíes vivían en España, se convirtió en una especie de himno para los deportados. Fue interpretada por la vocalista Flory Jagoda durante el descubrimiento de la placa en lengua judeoespañola en el campo de concentración deAuschwitz-Birkenau, al que asistieron sobrevivientes y miembros de la comunidad sefardí internacional:
Arvoles yoran por luvyas, i muntanyas por ayres. Ansi yoran los mis ojos, por ti kerida amante. En tierras ajenas yo me vo murir. Enfrente de mi ay un anjelo, kon sus ojos me mira. Yorar kero i no puedo. Mi korason suspira. Torno i te digo: ke va a ser de mi? En tierras ajenas yo me vo murir. / «Árboles lloran por las lluvias y montañas por los aires, así lloran mis ojos por ti, querida amante. En tierras ajenas yo me voy a morir, frente a mí hay un anhelo que con sus ojos me mira; llorar quiero y no puedo, mi corazón suspira. Vuelvo y digo: 'Qué va a ser de mí? En tierras ajenas yo me voy a morir'».
A raíz de la pérdida de muchos de los miembros de la comunidad sefardí de losBalcanes, la lengua judeoespañola entra en un severo período de crisis, ya que se cuenta con muy pocos hablantes nativos. Algunos de los sobrevivientes del Holocausto regresaron aSalónica, donde residen en la actualidad. Sin embargo, el paso del tiempo ha transformado radicalmente la ciudad, puesto que no queda rastro de la antigua comunidad judía que floreció durante el régimen otomano.
La política de ladictadura del general Franco respecto de los judíossefardíes yasquenazíes que huían de la persecución nazi en la Europa ocupada durante laSegunda Guerra Mundial estuvo condicionada por la estrecha relación del régimen franquista con Hitler al menos hasta 1943, año en que los aliados toman la iniciativa en la guerra. Así, se ordenó a los cónsules de España en Alemania y en los países ocupados o satélites del Eje que no concedieran pasaportes o visados a los judíos que lo solicitaran excepto si eran súbditos españoles. Sin embargo, sorprendentemente la mayoría de los diplomáticos españoles «no hicieron caso a esta orden» y atendieron a los judíos, especialmente a los sefardíes que se presentaban en los consulados alegando que tenían el estatuto de protegidos, aunque este ya no tenía vigencia. "Los nombres de aquellos diplomáticos que, espontáneamente, a veces contra las instrucciones que recibían de su gobierno, hicieron cuanto estuvo en su poder para salvar a hombres y familias en peligro de muerte merecen pasar a la historia para que no caigan nunca en el olvido. Estos fueron, entre otros,Bernardo Roldán,Eduardo Gasset ySebastián Radigales, respectivamente cónsules en París y Atenas;Julio Palencia Álvarez,Ángel Sanz Briz, encargados de negocios en Bulgaria y Hungría;Ginés Vidal, embajador en Berlín, y su colaboradorFederico Oliván; sin contar con muchos otros funcionarios de rango más modesto que les ayudaron a esta tarea humanitaria",[63] y que prácticamente no tuvieron problemas posteriores con el régimen.
En 1949, en un momento en que el régimen padecía el aislamiento internacional, la propaganda franquista intentó reivindicar la idea del «Franco salvador de los judíos», especialmente de los sefardíes. Esto permitió acusar al recién creado estado deIsrael de ingratitud, ya que acababa de rechazar el establecimiento de relaciones diplomáticas con España y había votado en la ONU en contra del levantamiento de las sanciones contra el régimen –para Israel, el general Franco seguía siendo el aliado de Hitler-.[64]
Como señala Gonzalo Álvarez Chillida, «el éxito de esta campaña [para la que se elaboró un folleto traducido al francés y al inglés] fue tan grande que sus consecuencias pueden verse en la actualidad. Y éxito especialmente en el mundo judío».[65] Por ejemplo,The American Sephardi, con motivo del aniversario del fallecimiento delGeneralísimoFranco, publicó:
El Generalísimo Francisco Franco, Jefe del Estado Español, falleció el 20 de noviembre de 1975. Al margen de cómo juzgarle la Historia, lo que sí es seguro es que en la historia judía ocupará un puesto especial. En contraste con Inglaterra, que cerró las fronteras de Palestina a los judíos que huían del nazismo y la destrucción, y en contraste con la democrática Suiza que devolvió al terror nazi a los judíos que llegaron llamando a sus puertas buscando ayuda, España abrió su frontera con la Francia ocupada, admitiendo a todos los refugiados, sin distinción de religión o raza. El profesor Haim Avni, de la Universidad Hebrea, que ha dedicado años a estudiar el tema, ha llegado a la conclusión de que se lograron salvar un total de por lo menos 40.000 judíos, vidas que se salvaron de ir a las cámaras de gas alemanas, bien directamente a través de las intervenciones españolas de sus representantes diplomáticos, o gracias a haber abierto España sus fronteras. (Haim Avni:Yad Vashem Studies on the European Jewish Catastrophe and Resistance. Jerusalem, 1970, VIII, 31-68.La España contemporánea y el pueblo judío. Jerusalem, 1975, 292 páginas. Federico Ysart:España y los judíos en la II Guerra Mundial. Barcelona, 1973, 231 páginas).
En la propagación del mito «Franco, salvador de judíos», se llegó hasta el punto de que el ministro de Asuntos ExterioresFernando María Castiella obligó en 1963 aÁngel Sanz Briz «a mentir a un periodista israelí, diciéndole que lo de Budapest fue todo iniciativa directa y exclusiva de Franco».[66] Y en una fecha tan tardía como 1970, cinco años antes de la muerte delGeneralísimo Franco, elMinisterio de Asuntos Exteriores proporcionó documentación seleccionada al españolFederico Ysart y al rabino estadounidenseChaim Lipschitz para que escribieran sendos libros en los que continuaron con la apología de la labor desarrollada por el régimen en la «salvación de los judíos».[67] Así Chaim Lipschitz llegó a afirmar en su libroFranco, Spain, the Jews and the Holocaust:
Tengo pruebas de que el Jefe del Estado español,Francisco Franco, salvó a más de sesenta mil judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Ya va siendo hora de que alguien dé las gracias a Franco por ello. (Declaraciones a la revistaNewsweek en febrero de 1970).
El propio régimen franquista reconoció internamente las limitaciones de la política de «salvación de los judíos» como lo muestra un informe secreto elaborado en 1961 para el ministro de Asuntos ExterioresFernando María Castiella:[68]
Durante la guerra, por razones sin duda poderosas, el Estado español aun cuando prestó eficaz ayuda a los sefarditas, pecó en algún caso de excesiva prudencia, y es evidente que una acción más rápida y decidida hubiera salvado más vidas, si bien se pueden cifrar en unas 5.000 las que figuran en el haber de nuestra cuenta con los judíos.
El mito fue desmontado por las minuciosas y documentadas investigaciones del profesor israelíHaim Avni (España, Franco y los judíos, publicado en España en 1982), los españoles Antonio Marquina y Gloria Inés Ospina, autores deEspaña y los judíos en el siglo XX. La acción exterior (1987), y, más recientemente, por el alemán Bernd Rother (Spanien und der Holocaust, 2001; traducido al español en 2005 con el títuloFranco y el Holocausto).[67] Este último ha destacado que "la contradicción española radica en queEspaña no quería tolerar la persecución de sus judíos, pero, por otra parte, no estaba dispuesta a permitir su inmigración y carecía de una política clara al respecto".[69]
A pesar de todo, como ha destacado Gonzalo Álvarez Chillida, el mito se resiste a desaparecer y "se ha convertido casi en un lugar común",[67] como lo prueban los siguientes testimonios de políticos y dirigentes judíos:
El poder judío no fue capaz de cambiar la política deRoosevelt hacia los judíos durante laSegunda Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España, que salvó más judíos que todas las democracias juntas. (Declaraciones a la revistaÉpoca en 1991).
Golda Meir, primera ministra de Israel, declaró siendo ministra de Asuntos Exteriores:
El pueblo judío y el Estado de Israel recuerdan la actitud humanitaria adoptada por España durante la era hitleriana, cuando dieron ayuda y protección a muchas víctimas del nazismo. (Debate en el Parlamento israelí, Knesset, el 10 de febrero de 1959).
La España de Franco fue un refugio importante de judíos que se arriesgaron a venir, escapando de la Francia de la libertad, la fraternidad y la igualdad. No quiero defender a Franco, pero en la Segunda Guerra Mundial muchos judíos se salvaron en España e ignorarlo es ignorar la historia. (Entrevista enEl Mundo, 17 de diciembre de 2005).
Sigue abierto, sin embargo, el debate sobre el alcance de la política franquista respecto de los judíos que huían del Holocausto. El hispanista francés Joseph Pérez, a la pregunta que él mismo se formula "¿se habrían podido salvar más judíos si el gobierno español se hubiera mostrado más generoso, aceptando las sugerencias de sus cónsules en la Europa ocupada por los nazis?", responde "desde luego" y añade a continuación: "Hasta 1943… Madrid no quiso complicaciones con Alemania e incluso después de aquella fecha se prestó a colaborar con agentes nazis". No obstante, Pérez concluye: "a pesar de todo, el balance global es más bien favorable alrégimen: no salvó a todos los judíos que pedían ayuda, pero salvó a muchos. Así y todo, es muy exagerado hablar, como hacen algunos autores, de la judeofilia de Franco…".[70]
La valoración de Pérez no es compartida por Gonzalo Álvarez Chillida. Según este historiador, a los judíos se les permitió atravesar España, «precisamente porque se trataba de tránsito, sostenido económicamente, además, por los aliados y diversas organizaciones humanitarias», «pero había que impedir por todos los medios que permanecieran en el país, como se ordenó reiteradamente desdeEl Pardo. Por ello el mayor problema se planteó con los cuatro millares de judíos españoles, que los alemanes estaban dispuestos a respetar siempre que fueran repatriados por España». A pesar de que ya tenía algún conocimiento del exterminio judío, «Franco mantuvo inalterado su criterio de que estos ciudadanos españoles, por ser judíos, tampoco podían permanecer en su propio país. Cómo convencer a los aliados de su evacuación fue más complejo, hubo muchas dilaciones que los alemanes aceptaron, y, finalmente, el régimen salvó a menos de la cuarta parte. […] Y no sólo eso. Una vez derrotada Alemania… [el ministerio de Asuntos Exteriores] ordenó que se consideraran plenamente nulos todos los documentos de protección otorgados durante la guerra. Sólo aquellos judíos que demostrasen poseer la ciudadanía española en toda regla serían ayudados a regresar a sus antiguos hogares, pero bajo ningún pretexto podrían entrar en España. […] Muchos judíos que se salvaron a través de España guardan un lógico recuerdo de agradecimiento hacia Franco. Los que fueron devueltos a Francia o aquéllos que fueron abandonados por no reconocérseles la nacionalidad, en su inmensa mayoría no pudieron guardar recuerdo alguno».[71]
La comunidad sefardí, hoy en día, es mucho más numerosa en el Estado deIsrael, donde hubo desde tiempos otomanos una comunidad enSafed,Galilea. En la actualidad, existen comunidades en las ciudades deTel Aviv,Haifa yJerusalén. Tienen su propia representación en laKnéset e incluso un rabino actúa como jefe de la comunidad, Shlomo Amar. El partido religioso sefardíShas es una de las principales fuerzas políticas en Israel y la fuerza «confesional» más numerosa.
Lasinagoga Abuhav, edificada en el siglo XVI por sefardíes enSafed (Israel), una de las más importantes de la ciudad.
La destrucción de casi toda la comunidad sefardí en el Holocausto originó en gran medida una disminución sustancial en la población hablante de lengua judeoespañola. Esto llevó a muchos miembros de la comunidad sefardí, esparcida principalmente enAmérica eIsrael, a intentar preservar la lengua, institucionalizarla y promover actividades científicas y culturales en torno a ella.Israel funda, a iniciativa del presidenteIsaac Navón, laAutoridad Nasionala del Ladino, órgano encargado del estudio deljudeoespañol, su protección y conservación. Esta institución edita periódicamente la revistaAki Yerushalayim, totalmente impresa enjudeoespañol y que contiene artículos de interés para la comunidad sefardí. El InstitutoBenito Arias Montano de Madrid publica también una revista de corte similar, tituladaSefarad.
EnEstados Unidos, destaca la Fundación para el Avance de los Estudios y la Cultura Sefardíes (Foundation for the Advancement of Sephardic Studies and Culture — FASAAC), en donde trabajaron activamente personajes como Albert Matarasso, Mair José Benadrete, Henry V. Besso y David Barocas, eruditos de la cultura sefardí. Esta institución posee un amplio archivo de fotografías y documentos para investigadores.
En 1982, elGobierno español estableció el reconocimiento de la nacionalidad a los sefardíes que demostraran una clara vinculación histórica con el país. Este reconocimiento sirve hasta el día de hoy para reducir sustancialmente el plazo de residencia legal en España requerido para la obtención de la nacionalidad española pornaturalización (vía ordinaria).[72] Con esta disposición, al igual que en el caso de los nacionales originarios deIberoamérica,Andorra,Filipinas,Guinea Ecuatorial y Portugal, se reconoce el vínculo histórico, lingüístico y cultural del residente con España, requiriendo un plazo de dos años de residencia legal en el país frente a los diez años de la disposición general. Además, en estos supuestos se admite la conservación de la nacionalidad de origen del solicitando, mientras que por norma general no se permite ladoble nacionalidad.
Más allá del proceso de naturalización, desde finales de los años 1990, los sefardíes (reconocidos por medio de dicho proceso) han podido obtener la nacionalidad española por carta de naturaleza siempre y cuando se hayan probado sus «profundos e intensos lazos emocionales, históricos y afectivos con el Reino de España» o se haya demostrado «la conservación de la tradición judeoespañola» (sin el requisito de residencia).[73] Este tipo de procesos se llevan a cabo a discreción delConsejo de Ministros, otorgándose la resolución medianteReal Decreto.[74] Entre 2006 y 2010, las autoridades españolas concedieron 698 cartas de naturaleza a sefardíes,[73] un número que cayó drásticamente en los tres años seguidos, con un total de 121 concesiones.[75] El historiador y político israelíShlomo Ben Ami, quien fue el segundo embajador de Israel en España, obtuvo la nacionalidad española por esta vía.[76]
A mediados de 2015 se aprobó la denominada «ley de sefardíes» (oficialmente, Ley 12/2015), que resolvía conceder la nacionalidad española a aquellas personas que pudieran probar su ascendencia sefardí mediante una serie de requisitos, comprobación en los registros existentes y autentificación por parte de laFederación de Comunidades Judías.[77] Aunque de carácter temporal, se trataba de un procedimiento más institucionalizado para el reconocimiento de los sefardíes como españoles de origen (a diferencia de las dos formas anteriores que son nacionalidades derivativas). Aunque se ha criticado por motivo de su complejidad en comparación con leyes similares, como la portuguesa, y lo exhaustivo de la tramitación y cumplimiento de los requisitos (que en principio incluían dos viajes a España),[78] de los aprox.239 000 solicitudes cursados en el plazo de su vigencia (junio de 2015 a octubre de 2019), para finales de 2022 se habían concedido64 702 nacionalidades en virtud de esta ley.[79]
Además de las diversas iniciativas que mantienen la memoria de estas personas,[80] el reyFelipe VI acogió a esta comunidad presidiendo un acto solemne celebrado en el comedor de gala del Palacio Real de Madrid con motivo de la Ley 12/2015 «en materia de concesión de nacionalidad española a los sefardíes originarios de España».[81] Diversos medios se hicieron eco de la noticia, tanto en medios generalistas[82][83] como en medios especializados.[84][85][86]
EnIberoamérica existen templos y cementerios sefardíes en las principales comunidades, que paulatinamente se entrelazan y cooperan con las comunidades asquenazíes. Además, laFederación Sefaradí Latinoamericana (FeSeLa) es la asociación voluntaria de instituciones sefaradíes con presencia en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay, Venezuela y en la Florida, Estados Unidos.FeSeLa forma parte de laFederación Sefaradí Mundial, promueve la unidad del pueblo judío y la difusión de la cultura sefardita.
En pro de la preservación de la cultura sefardí, las emisoras de radioKol Israel yRadio Exterior de España emiten programas en lengua judeoespañola y dedican gran parte del tiempo a la divulgación de los eventos en favor de la cultura. Recientemente, elInstituto Cervantes deEstambul, en colaboración con la comunidad sefardí residente en la ciudad, imparte cursos dejudeoespañol de manera regular. LaFundación Francisco Cantera Burgos en la ciudad española deMiranda de Ebro posee la mayor biblioteca en temas sefarditas y hebraicos de Europa, y una de las mayores del mundo.
Los judíos sefardíes poseen un repertorio amplio y diverso de apellidos, algunos de los cuales se originaron en la península ibérica antes de la expulsión de 1492. Otros fueron adoptados posteriormente, ya fuera por familias durante las conversiones forzadas o por quienes retornaron al judaísmo en sus nuevos centros de migración. Asimismo, muchos apellidos sefardíes se crearon o adaptaron en los países donde se establecieron.[87]
Los topónimos constituyen una categoría destacada, con numerosos apellidos vinculados a lugares concretos de España y Portugal.[88] Así, apellidos como Algranati, Almanzi, Bejerano, Carvajal, Castro, León, Navarro, Robles, Saragoti o Toledano proceden de localidades españolas, mientras que los de origen portugués incluyen Almeida, Carvallo, Miranda y Pieba.[88][89] Otra categoría frecuente son losapellidos patronímicos, derivados del nombre del padre.[88] Estos suelen incorporar prefijos con el significado de «hijo de», como el hebreo ben (atestiguado ya en la Biblia), elarameo bar (propio de las épocastalmúdica ygaónica) o el árabe ibn. Inicialmente utilizados como fórmulas de filiación, con el tiempo pasaron a consolidarse como apellidos. Así, Ibn Dana dio lugar a Abendana, y Benelisha («hijo de Elisha / Elías») se transformó en Belish.[88] Otro ejemplo es Behar, originado como acrónimo hebreo de ben kavod rabbi («hijo del honorable rabino»), que en un principio iba seguido del nombre del rabino, pero más tarde se fijó como apellido familiar.[89]
Un tercer grupo lo conforman los patronímicos tomados de cristianos, que en el uso judío a menudo se convirtieron en artificiales y perdieron su función patronímica.[87] Ejemplos de ello son Rodríguez, Pérez y Méndez, probablemente adoptados por judíos debido a su amplia difusión en la sociedad hispana, sin relación con un antepasado concreto.[87] De forma similar, algunos apellidos sefardíes del norte de África, como Bencassem, Benjamil o Boukhris, proceden de nombres árabes comunes entre musulmanes, lo que sugiere que también fueron tomados de familias vecinas.[87]
Entre los principales tipos de apellidos españoles se encuentran:
Patronímicos: Abendana / Ibn Dana, Abenmenasse, Aben Schoschan, Abensour / Abensur, Abitbol, Abu Zimra, Aboab, Abravanel, Behar (Ben Kevod Rabbi, «hijo del honorable rabino», en hebreo), Ben Ezra, Ben Forado, Ben Habib, Ben Sanchi, Benveniste, Sánchez (de Sancho), Ramírez (de Ramiro), González (de Gonzalo), así como Martín, Alonso o Marín.
Toponímicos: relacionados con un lugar de origen o residencia, como Alfandari (Alfambra), Algranati (Granada), Alkalai (Kalai, Madrid), Almanzi (Almansa), Arroeste, Bejerano (Béjar), Cordova / Córdoba / Cordovero (Córdoba), Davila (Ávila), De Seville, Riaño (Riaño) Murciano (Murcia), Najara (Nájera), Saragoti (Zaragoza), Toledano (Toledo)
Geográficos: inspirados en accidentes o elementos del paisaje que identificaban a una familia dentro de una localidad, como De la Fuente, Del Pozo, Del Río, Ríos, Montes, Plaza oCalle.
Descriptivos: que aluden a características físicas o de personalidad, como Cano, Calvo, Moreno, Garrido, Pardo, Rubio o Petit.
De oficios o profesiones: como Guerrero, Tinajero, Barbero, Barragán, Cubero, Zapatero, Ferrer, Ballesteros o Carretero.
El historiadorJulio Caro Baroja, en su obraLos judíos en la España moderna y contemporánea, advirtió que «aparte de conservar con celo apellidos desaparecidos hace mucho en España, o que, por el contrario, les son comunes con cristianos viejos de los que aquí pueden vivir (éste el de los apellidos, es terreno muy resbaladizo, y en el que muchos pueden dejarse llevar por la pasión fácilmente...)».[90]
En el apéndice X de la obraApellidos de conversos se transcribe un manuscrito de la Biblioteca Nacional que aborda el problema de los apellidos en Aragón:[91]
Es de saber, que cuando los moros y judíos se bautizaron por mandado de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, muchos hombres principales, para aficionarlos a que de mejor gana lo hiciesen, les ponían sus nombres, de donde ha sucedido que ahora los sucesores de aquellos hombres principales tienen su limpieza en disputa, por ver que se hallan confesos de su apellido.
En este documento se citan casos como los de los Samaniego, Mendoza, Señores de Sangarrén o Don Domingo Ram, obispo de Huesca, quienes cedieron sus apellidos a conversos bautizados.
Es cierto que los judíos adoptaron tradicionalmente apellidos inspirados en personajes bíblicos, aunque estos también son comunes entre musulmanes y cristianos. Asimismo, emplearon motivos naturales, nombres de metales, piedras preciosas, sustancias y colores como base para apellidos.[92]
No es posible determinar con certeza si un apellido concreto es de origen judío únicamente por su uso actual. El hecho de que una persona judía porte un apellido no implica necesariamente que dicho apellido tenga un origen sefardí, ni que todas las personas que lo lleven compartan ese origen. El análisis debe realizarse en sentido inverso: solo cuando un apellido español documentado históricamente como judío se conserva —aunque sea modificado— en un individuo, puede hablarse con fundamento de herencia sefardí.
Gazeta de Ámsterdam, Países Bajos, 12 de septiembre de 1672. Los hebreos de Ámsterdam imprimían un periódico que muestra, en primera plana, el interés de la comunidad judía por lo que sucedía en ese entonces en Madrid y, leía además las noticias en español—después de180 años de haber sido expulsada de España (1492;Beth Hatefutsoth).
La música sefardí o sefardita nace de los judíos españoles instalados en Castilla y Aragón que adaptan canciones populares castellanas hasta su expulsión en tiempos de los Reyes Católicos, siendo una fusión de la música árabe y la cristiana. Árabe en el ritmo y los instrumentos y cristiana por el idioma en que se cantaban, que era el castellano. La temática más corriente de las canciones sefardíes es la amorosa, aunque también destacan las canciones de cuna y las de boda.
Por lo tanto, cuando se habla de música sefardí como tal no se puede hablar de un género nuevo, sino de una adaptación a su medida de unas melodías ya existentes que hicieron los judíos llegados a España, pero que ganaron con la llegada de los sefardíes en riqueza rítmica e instrumental.[94][95][96]
Los sefardíes, al ser expulsados de España, llevaron su música y tradiciones a Turquía, Grecia y Bulgaria, países donde se establecieron principalmente. Han sabido mantener las canciones en castellano que heredaron de sus antepasados ibéricos pese al paso de los siglos y añadir palabras propias de cada idioma autóctono.
Con la música sefardí que se sigue practicando en el Mediterráneo oriental en la actualidad podemos hacernos una idea de cómo sonaba esta música en la Edad Media.
Corresponde al conjunto de costumbres culinarias de los judíos sefardíes. Las características de la gastronomía sefardí van íntimamente ligadas a las prácticas deljudaísmo. Se puede decir que forma parte integrante de lagastronomía mediterránea debido al uso que hace de los ingredientes de esta zona deEuropa añadiéndole algún tinte demisticismo a la elaboración de algunas recetas tradicionales. Posee influencias claras de lacocina árabe y con el devenir de los años ha adquirido influencias de lacocina turca.[97]
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Folio delKeter Damascus, página del tipo 'alfombra'. Imagen cortesía del Museo Sefardí, Toledo.
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