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Reinado de Fernando VII de España

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(Redirigido desde «Restauración absolutista en España»)
Este artículo trata sobre el reinado de Fernando VII. Para la biografía del monarca español, véaseFernando VII de España.
Reino de España e Indias
(sigloXVIII)
Reino de las Españas
(liberalismo)
Período histórico
1808-1833




Lema:Plus Ultra
(enlatín: ‘Más allá’)

Los territorios de laMonarquía Hispánica en lasCortes de Cádiz.
CapitalMadrid
EntidadPeríodo histórico
Idioma oficialEspañol
 • Otros idiomasLenguas indígenas de América,filipinas,iberorromances,euskera, etc.
ReligiónCatolicismo
MonedaReal de a 8
Historia 
 • 19 de marzo
de 1808
Fernando VII sube al trono enAranjuez tras la abdicación deCarlos IV.
 • 11 de agosto
de 1808
El Consejo de Castilla declara nulas lasAbdicaciones de Bayona
 • 24 de agosto
de 1810
Se constituyen lasCortes de Cádiz
 • 11 de diciembre
de 1813
Napoleón y Fernando firman elTratado de Valençay
 • 22 de marzo
de 1814
Manifiesto de los Persas a favor del absolutismo
 • 1 de enero
de 1820
Rebelión de Riego a favor delTrienio Liberal
 • 7 de abril
de 1823
Restauración absolutista de losCien Mil Hijos de San Luis
 • 9 de diciembre
de 1824
Se firma laCapitulación de Ayacucho en América del sur
 • 5 de julio
de 1829
Última tentativa dereconquista de México
 • 1833Muerte de Fernando VII
Forma de gobiernoMonarquía absoluta(1814-1820; 1823-1833)
Monarquía constitucional
(1810-1813 y 1820-1823)
Rey
• 1814-1833

Fernando VII
Precedido por
Sucedido por
Reformismo borbónico
(1808)Reinado de José I Bonaparte
(1808)España durante la guerra de la Independencia española
(1816)Provincias Unidas del Río de la Plata
(1818)Patria Vieja (Chile)
(1819)Gran Colombia
(1821)Protectorado de San Martín
(1821)Primer Imperio mexicano
(1821)Estado Independiente de Haití Español
(1825)República de Bolívar
(1833)Reinado de Isabel II de España

Elreinado de Fernando VII (1808–1833) describe una etapa de crisis del Estado español, marcada por la invasión napoleónica, las independencias americanas y la pugna entre absolutismo y liberalismo. Formó parte de lahistoria contemporánea de España y de losreinos de Indiaslas Españas de ambos hemisferios— en el marco histórico delImperio español.

Fernando VII de España subió al trono el 19 de marzo de 1808, con elMotín de Aranjuez, inmediatamente después de la abdicación de su padre, Carlos IV; y su reinado concluyó con su fallecimiento el 29 de septiembre de 1833.[1]​ La monarquía llamadaReino de España e Indias desde el sigloXVIII pasó a denominarseReino de las Españas durante elliberalismo español.[2]

Fernando VII, proclamado rey nominal desde Aranjuez el 19 de marzo de 1808,[3]​ permaneció cautivo tras lasabdicaciones de Bayona. No obstante, fue reconocido como monarca legítimo durante laguerra de Independencia por las juntas patrióticas, laJunta Suprema Central, la Regencia y también por las juntas americanas en sus respectivos territorios, hasta la secesión de estas respecto delEstado nación establecido en lasCortes de Cádiz.

Desde la proclamación deJosé I Bonaparte, el 25 de julio de 1808, hasta el retorno del cautivo Fernando VII, no hubo rey efectivo en España.[4]​ Después de la derrota definitiva de José I Bonaparte, quien abandona Madrid el 27 de mayo de 1813,Napoleón reconoció aFernando VII como rey de España e Indias, mediante elTratado de Valençay.

Tras su liberación, Fernando VII regresó a España el 22 de marzo de 1814 por la frontera deFigueras,[5]​ y prometió restaurar las cortes tradicionales y gobernar sin despotismo.

En general, recibió el apoyo general de la población y el respaldo de 69 diputados de las Cortes, mediante el llamadoManifiesto de los Persas, que fue presentado al rey el 16 de abril enValencia. Con este apoyo encabezó elgolpe de Estado de mayo de 1814, se proclamó rey absoluto, decretó ilegales las Cortes de Cádiz y toda su obra, así como todas las Juntas rebeldes surgidas en América.

En los años siguientes, tras una sucesión de pronunciamientos liberales en la península ibérica, finalmente en 1820, se provocóla sublevación del ejército de Ultramar porRafael Riego yAntonio Quiroga, que consiguió reinstalar las Cortes durante el llamadoTrienio Liberal.

En 1823, se produjo lareacción realista y la invasión del ejército francés conocido como losCien Mil Hijos de San Luis, que restauró a Fernando VII en el trono absoluto, hasta su muerte en 1833.

El reinado de Fernando VII, tras recuperar sus derechos al trono con la firma delTratado de Valençay, se divide convencionalmente en tres períodos: Sexenio Absolutista,Trienio Liberal yDécada Ominosa.[6]

El efímero primer reinado (marzo-mayo de 1808)

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Artículos principales: Motín de Aranjuez y Abdicaciones de Bayona.
Véase también:España durante la guerra de la Independencia española
Retrato alegórico de Fernando VII realizado porVicente Capilla en 1810, cuando hacía dos años que enBayona, presionado por Napoleón, le había cedido a este sus derechos a la Corona española. Pero lasabdicaciones de Bayona no fueron reconocidas por los españoles «patriotas» que siguieron considerando como su rey a Fernando VII (confinado en elCastillo de Valençay bajo la custodia de Napoleón).

El 19 de marzo de 1808Carlos IV abdicó en su hijoFernando,príncipe de Asturias, como consecuencia de la presión a que se vio sometido durante elmotín de Aranjuez, instigado por elpartido aristocrático o fernandino y que provocó la caída del «favorito»Manuel Godoy.

El emperador francésNapoleón, cuyas tropas se instalaron en España para invadir Portugal en virtud delTratado de Fontainebleau, pero cuya intención de someter a la monarquía española era cada vez más evidente ―las tropas del mariscalJoaquim Murat habían entrado en Madrid el 23 de marzo―, decidió intervenir en la crisis dinástica española y consiguió que Carlos IV y su hijo, proclamado como Fernando VII, junto con el resto de miembros de la familia real, acudieran aBayona.[7][8]

Fernando VII llegó el 20 de abril y, el 30, Carlos IV y su esposa,María Luisa de Parma. La noticia de la partida del resto de familia real hacia Bayona provocó unlevantamiento antifrancés en Madrid el 2 de mayo, que sería secundado en otros muchos lugares, donde se formaron Juntas que asumieron el poder, dando inicio así a la que sería conocida como laGuerra de la Independencia española.[9][10]

En Bayona, Carlos IV y Fernando VII, fueron obligados a ceder sus derechos a la Corona española a Napoleón, que a su vez los delegó a su hermanoJosé Bonaparte.[9][10]​ Fernando VII, su hermanoCarlos y su tíoAntonio, quedaron confinados en el«Château» de Valençay.

Desde su cautiverio, Fernando VII mostrarí «la satisfacción de ver instalado» a José I Bonaparte en el trono de España, «prometiendo la lealtad que le debo al Rey de España»,[11]​ y escribió cartas muy afectuosas a Napoleón, felicitándole porsus victorias en España y expresando su deseo de convertirse en «hijo adoptivo suyo».[12]

Por su parte, Carlos IV, su esposaMaría Luisa de Parma y su hijo pequeñoFrancisco de Paula de Borbón fueron conducidos desde Bayona alPalacio de Compiègne y más tarde marcharon a Marsella y finalmente a Roma (donde fallecería Carlos IV, en 1819 ).[13]

El «rey ausente» y las Cortes de Cádiz

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Artículos principales: Guerra de Independencia española y Cortes de Cádiz.

Lasabdicaciones de Bayona no fueron reconocidas por las Juntas «patriotas», que mantuvieron su fidelidad a Fernando VII; mientras que una minoría ―los «afrancesados»― apoyó a José I, instalado en elPalacio Real de Madrid, tras haberse aprobado elEstatuto de Bayona que regiría la «monarquía josefina».

Las Juntas «patriotas» recibieron la ayuda británica, y constituyeron unaJunta Suprema Central que,en alianza con el Reino Unido, mantuvo el esfuerzo de la guerra hasta ser derrotada y sustituida por unaRegencia que asumía las majestad del «rey ausente» Fernando VII, con el mandato de convocar unas Cortes extraordinarias en un marco distinto al liberalismo gaditano.

Finalmente, en el marco delliberalismo español, se instalaron lasCortes que se reunieron en Cádiz el 24 de septiembre de 1810, y ante el avance de las tropas francesas, el mismo día en que iniciaron sus sesiones, acordaron que «reconocen, proclaman y juran de nuevo por su único y legítimo Rey al Señor D. Fernando VII de Borbón y declaran nula, de ningún valor ni efecto la cesión de la corona que se dice hecha a favor de Napoleón, no solo por la violencia que intervino en aquellos actos injustos e ilegales, sino principalmente por faltarle el consentimiento de la Nación», y a continuación proclamaron que en ellas residía la «soberanía nacional», arrogándose la majestad soberana de Fernando VII.[14][15]

Partiendo de la declaración del 24 de septiembre de 1810, lasCortes de Cádiz elaboraron y aprobaron unaConstitución estableciendo una nueva forma de organización política, elEstado nación ―con la oposición de los diputados «serviles», que era como llamaban los «liberales» a los defensores delAntiguo Régimen― que fue promulgada el 19 de marzo de 1812 —, que reconocía a Fernando VII en su artículo 179: «El Rey de las Españas es el Sr. D. Fernando VII de Borbón, que actualmente reina»—. De esta manera se instauró unamonarquía constitucional y, junto con los decretos aprobados por las Cortes, se puso fin al Antiguo Régimen. Con las Cortes de Cádiz comenzó «el largo ciclo de laRevolución liberal española».[14][15][16]

Las juntas de gobierno ejercieron su propia soberanía en nombre del ausente Fernando VII, asumiendo el rol de autoridades legítimas en respuesta al vacío de poder generado por la ocupación napoleónica. Estas juntas actuaron tanto en la península ibérica, como en todo elImperio español a través de laJunta Central Suprema.

En España, tras la experiencia de desorden de las Juntas de 1808, se impuso el modelo de la mayoría de los diputados peninsulares, o monarquía unitaria; frente al modelo federalista de los diputados americanos.[17]

En América, las juntas de gobierno locales rechazaron someterse a esta nueva organización política establecida por las Cortes de Cádiz, por lo que se declararon en rebeldía. Paralelamente, lasCortes de Cádiz aprobaron el envío de tropas, lo que marcó el inicio del conflicto abierto entre el gobierno peninsular y los americanos. En este contexto surgieron las primeras declaraciones de independencia, dando comienzo a lasGuerras de Independencia Hispanoamericanas. Al mismo tiempo, en España se creó laComisión de Reemplazos de Cádiz, encargada de organizar las expediciones militares destinadas a sofocar las rebeliones americanas.

El sexenio absolutista

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Véase también:Golpe de Estado de mayo de 1814
«Que se rompe la cuerda», estampa n.º 77 de la sección «Caprichos enfáticos» deLos desastres de la guerra, alusiva a la restauraciónfernandina. Según indica Bozal[18]​ en este grabado se representa haciendo equilibrio a un alto representante eclesiástico que, en el dibujo preparatorio delMuseo del Prado, representaba alPapa.

Tras la firma delTratado de Valençay en diciembre de 1813Fernando VII pudo retornar a España y al año siguiente encabezó elgolpe de Estado de mayo de 1814 que restableció el absolutismo, poniendo fin alrégimen constitucional instaurado por lasCortes de Cádiz. Losliberales fueron encarcelados, desterrados o se exiliaron.[19]

Durante los seis años siguientes (1814-1820) el rey y sus ministros no consiguieron resolver lacrisis del Antiguo Régimen iniciada en 1808 y que la que sería conocida como laGuerra de la Independencia (1808-1814) había agravado notablemente. El conflicto había destruido los resortes principales de la economía y el comercio con América había caído como consecuencia delproceso de emancipación de las colonias iniciado en 1810. El resultado fue una brutal depresión económica que se manifestó en una caída de los precios (deflación). Como consecuencia de todo ello la Hacienda de la Monarquía quebró: los caudales de América ya no llegaban en las cantidades anteriores a 1808 (con la consiguiente caída, además, de los ingresos de aduanas) y no se podía recurrir a la emisión de másvales reales, pues éstos estaban completamente depreciados al haberse acumulado muchas demoras en los pagos de los intereses anuales.[20][21]​ Hubo un intento de reforma de la Hacienda, llevado a cabo porMartín de Garay, pero no prosperó por la oposición de los dosestamentos privilegiados, nobleza y clero, y también del campesinado (que rechazó el impuesto porque suponía un aumento de las cargas que ya soportaba en un momento en que «los precios de los productos agrícolas comenzaban a desmoronarse»).[22][21]

Ante la incapacidad de los ministros de Fernando VII de resolver la crisis,[23]​ los liberales (muchos de ellos integrados en lamasonería para actuar en la clandestinidad) intentaron restablecer la Monarquía Constitucional mediante el recurso a lospronunciamientos. Se trataba de buscar apoyos entre los militares "constitucionalistas" (o simplemente descontentos con la situación) para que éstos alzaran en armas a algún regimiento cuyo levantamiento provocara la sublevación de otras unidades militares y obligar así al rey a reconocer y jurar la Constitución de 1812.[24]

Ilustración deLa segunda casaca de Benito Pérez Galdós (1884), en la que aparece al fondo el fusilamiento en elcastillo de Bellver del generalLuis Lacy. En primer plano los medallones conmemorativos de Lacy y del generalJuan Díaz Porlier, también ajusticiado (en este caso ahorcado) por haberse «pronunciado» en contra del absolutismo de Fernando VII.

La anulación de las reformas introducidas por las Cortes de Cádiz provocó el descontento de muchos oficiales, a lo que se sumó el retraso en las pagas de sus salarios (a veces tuvieron que aceptar rebajas para obtener un pago regular) y las nulas perspectivas de ascenso debido a la abundancia de oficiales provocada por la guerra. Además los miles de oficiales sin empleo achacaron su situación a la política de los secretarios del Despacho de Guerra que relegaba a los que procedían de la guerrilla, a los que habían ascendido desde soldados y a los que eran tenidos por liberales. Así pues, «muchos oficiales se hicieron receptivos a las ideas liberales como consecuencia de la política absolutista que fue enajenando muchos de sus apoyos. Las dificultades económicas y de ascenso hicieron el resto», ha afirmado Víctor Sánchez Martín. La quiebra de la Hacienda obligó a sucesivas reducciones de los efectivos militares. La última tuvo lugar en junio de 1818, y las autoridades absolutistas aprovecharon de nuevo la ocasión para que los oficiales que se quedaban sin empleo fueran mayoritariamente los que procedían de la guerra.[25]

Entre 1814 y 1820 se produjeron seis pronunciamientos (los 5 primeros fracasaron) hasta que el último (el de Riego) triunfó. Elprimero se produjo en Navarra en septiembre de 1814 y estuvo encabezado por el héroe de la guerrillaFrancisco Espoz y Mina, que al no conseguir tomar Pamplona huyó a Francia. Elsegundo tuvo lugar en La Coruña en septiembre de 1815 y lo encabezó otro héroe de la guerra, el generalJuan Díaz Porlier, que fue sentenciado a muerte y ahorcado. En febrero de 1816 fue descubierta la preparación de un pronunciamiento (conocido como "La conspiración del Triángulo") encabezado por un antiguo militar de laguerrilla,Vicente Richart, que fue condenado a muerte y ejecutado en la horca, junto con su compañero Baltasar Gutiérrez. En abril de 1817 tenía lugar en Barcelona el cuarto intento (esta vez con una amplia participación burguesa y popular) encabezado por el prestigioso generalLuis Lacy, que fue juzgado y ejecutado. El 1 de enero de 1819 se produjo el quinto pronunciamiento, esta vez en Valencia, encabezado por el coronelJoaquín Vidal, y que terminó con la ejecución en la horca de éste y de otros doce implicados no militares, entre los que se encontraban los conocidos burgueses de la ciudadFélix Bertrán de Lis y Diego María Calatrava.[19][26]​ Víctor Sánchez Martín ha señalado que si bien el objetivo de los pronunciamientos era acabar con el absolutismo, no todos se proponían restablecer en su integridad la Constitución de 1812. El de Porlier pretendía que se convocaran Cortes extraordinarias para modificar la Constitución y el de Vidal defendía establecer un régimen constitucional distinto al de 1812 y conCarlos IV (desconocía que acababa de morir en Nápoles) en el trono. Por el contrario el de Lacy era inequívoco: se refería a «la Constitución». Lo mismo que el de Riego.[25]

Trienio liberal

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Artículo principal: Trienio Liberal

El restablecimiento de la Constitución de Cádiz

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Artículo principal: Pronunciamiento de Riego
El teniente coronelRafael del Riego, luego ascendido a general, que encabezó elpronunciamiento que lleva su nombre y que puso fin al sexenio absolutista.

Tras el triunfo de laRevolución española de 1820, Fernando VII dijo en un real decreto promulgado el 7 de marzo: «siendo la voluntad del pueblo, me he decidido a jurar laConstitución promulgada por lasCortes generales y extraordinarias en el año 1812».[27][28]​ Como ha destacadoEmilio La Parra López, «volvían aquella Constitución y aquellas Cortes queel 4 de mayo de 1814 había ordenado el rey quitar de en medio del tiempo».[29]​ «Comenzaba la segunda experiencia liberal de España», ha señaladoAlberto Gil Novales.[30]​ Dos días después el rey juraba en elPalacio Real por primera vez la Constitución (el juramento formal tendría lugar en julio ante las Cortes recién elegidas, según la fórmula establecida en la Constitución),abolía la Inquisición y nombraba una Junta Provisional presidida por elcardenal Borbón, arzobispo de Toledo y primo suyo, que ya encabezó la regencia constitucional en 1814.[31][32][33]

El 10 de marzo el rey hacía público un manifiesto en el que anunciaba que había jurado la Constitución, de la que sería «siempre su más firme apoyo». El manifiesto terminaba con un párrafo que se haría célebre (porque Fernando VII incumplió la promesa que aparecía en él y «casi al día siguiente de jurar la Constitución comenzó a actuar para derribarla»):[34][35]

Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional; y mostrando a la Europa un modelo de sabiduría, orden y perfecta moderación en una crisis que en otras Naciones ha sido acompañada de lágrimas y desgracias, hagamos admirar y reverenciar el nombre Español, al mismo tiempo que labramos para siglos nuestra felicidad y nuestra gloria.

Fernando VII nombró un gobierno integrado por liberalesmoderados algunos de los cuales tardaron bastante tiempo en poder ocupar sus cargos porque tuvieron que viajar desde los presidios o desde los lugares de destierro donde habían pasado buena parte del sexenio absolutista. Por eso el rey lo llamó, en privado y en tono entre socarrón y despectivo, el «gobierno de los presidiarios».[36][37]​ La mayoría de ellos ya habían participado en lasCortes de Cádiz que aprobaron la Constitución de 1812, por lo que también serán conocidos comodoceañistas. Los miembros más destacados de este primer gobierno del Trienio eranAgustín Argüelles, que ocupaba laSecretaría de Estado y del Despacho de Gobernación de la Península e islas adyacentes, yJosé Canga Argüelles, la de Hacienda.[33]

Tras la celebración de laselecciones (por sufragio universal masculinoindirecto, en tres grados: juntas de parroquia, de partido y de provincia),[38]​ se constituyeron las Cortes cuya sesión de apertura se celebró el 9 de julio de 1820 y durante la cual el rey juró solemnemente la Constitución.[39]

La división de los liberales: «moderados» frente a «exaltados»

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El liberalmoderado «anillero»Francisco Martínez de la Rosa, líder del tercer Gobierno del Trienio.

En los primeros meses de andadura del nuevo régimen constitucional se produjo la división entre los liberales que lo apoyaban: losmoderados, representantes del ala más conservadora delliberalismo español y los “exaltados’’, representantes del ala más progresista.[40]​ Los dos grupos compartían el mismo proyecto político, iniciado por lasCortes de Cádiz, de poner fin a lamonarquía absoluta y alAntiguo Régimen y sustituirlos por unnuevo régimen liberal, tanto en lopolítico como en loeconómico.[41]​ En lo que se diferenciaban era en la «estrategia» a seguir para alcanzar ese objetivo común.[42]​ Los moderados (también llamados «doceañistas» porque sus miembros más destacados ya habían sido diputados en lasCortes de Cádiz)[43][44]​ consideraban que la «revolución» ya estaba terminada y que lo que había que garantizar era el «orden» y la «estabilidad», intentando integrar en él a las viejas clases dominantes, como la nobleza (mediante compromisos con ellas); los exaltados, por el contrario, pensaban que había que seguir desarrollando la «revolución» con medidas que buscaran el apoyo de las clases populares.[45][46][47]

Sin embargo, también se diferenciaban en cuanto a la propiaConstitución de 1812 que los moderados querían reformar en un sentido conservador y los exaltados mantenerla tal como había sido aprobada por lasCortes de Cádiz. Los moderados, especialmente su sector más conservador constituido por los llamados «anilleros» encabezados porFrancisco Martínez de la Rosa,[47][48]​ querían introducir elsufragio censitario, es decir, que solo tuvieran derecho al voto los varones que dispusieran de un determinado nivel de renta (en lugar del sufragio universalindirecto en tres grados de la Constitución), y una segunda cámara, en la que estuviera representada la aristocracia territorial, como contrapeso al Congreso de los Diputados.[49]​ También querían una menor limitación del poder del rey para de esa forma dar más capacidad de actuación al ejecutivo.[43]

Álvaro Flórez Estrada, miembro destacado de losexaltados, defendió a lassociedades patrióticas en el debate que tuvo lugar en las Cortes sobre la propuesta de losmoderados para prohibirlas.

La ruptura definitiva entre moderados y exaltados se produjo en octubre de 1820, con motivo del debate en las Cortes sobre la propuesta de prohibir lassociedades patrióticas.[50][51]​ Desde el verano de 1820,[52]​ los moderados habían comenzado a ver a las sociedades patrióticas «más como un peligro para el orden público que como un aliado en la defensa del orden constitucional», que era como las veían los exaltados,[53]​ y también como «una especie de contrapoder ilegítimo que los exaltados utilizaban para contrarrestar su escasa representación en el parlamento» —incompatibles, por tanto, con los cauces constitucionales de representación—.[54][55]​ Finalmente los "moderados" consiguieron que las Cortes, donde tenían la mayoría, aprobaran un decreto promulgado el 21 de octubre de 1820[56]​ que prohibía las sociedades patrióticas tal como habían funcionado hasta ese momento.[57]​ Se permitía que continuasen actuando sin constituirse como tales —como tertulias o reuniones patrióticas—[55]​ y bajo la autoridad superior local que podía suspenderlas en cualquier momento.[58]

Otro de los motivos de enfrentamiento entre moderados y exaltados fue laMilicia Nacional, que los segundos quisieron convertir en un instrumento revolucionario («la Patria armada») y los primeros en un garante del orden público y del orden constitucional (entendidos como sinónimos). La cuestión clave era qué clases sociales podían acceder a la milicia. Los moderados la restringían a los «ciudadanos propietarios» (y la barrera la constituía que sus miembros tenían que costearse el uniforme), mientras que los exaltados se propusieron ampliar su base social haciendo posible el acceso de las clases populares urbanas, para lo que idearon diversas fórmulas (subvenciones, suscripciones, mecenazgos, etc.) para pagar los uniformes a quienes no podían costearlos.[59][60]

El conflicto entre moderados y exaltados se agudizó a finales de 1821 cuando las movilizaciones de los liberales exaltados en protesta por la destitución el 4 de septiembre del generalRafael del Riego, el héroe de laRevolución de 1820, del cargo de capitán general de Aragón se convirtieron en un amplio movimiento de desobediencia civil que se desarrolló en muchas ciudades, teniendo como centro Cádiz y Sevilla. En todos los casos se negó la obediencia al Gobierno central ―el segundo del Trienio nombrado por el rey en marzo de 1821, conEusebio Bardají al frente de la Secretaría del Despacho de Estado― y no se reconocieron a las autoridades civiles y militares designadas por él.[61][62][63]​ El resultado fue, por un lado, que el 28 de febrero de 1822 el rey Fernando VII nombrara eltercer gobierno liberal, que sería conocido como el de los «anilleros» porque todos sus miembros pertenecían a la muy conservadoraSociedad del Anillo,[64]​ y cuyo hombre fuerte eraFrancisco Martínez de la Rosa, que ocupaba la Secretaría del Despacho de Estado.[65][66]​ Y por otro lado, que las nuevas Cortes salidas de lassegundas elecciones del Trienio contaran con una mayoría exaltada.[67]​ El discurso inaugural del rey fue respondido porRafael del Riego, que ocupaba la presidencia de las Cortes tras haber sido elegido diputado por Asturias. «La escena fue tensa. Elhéroe de Las Cabezas de San Juan frente al monarca de vocación absolutista, cara a cara, con el pleno de la cámara como testigo. La respuesta del presidente fue breve pero no decepcionó».[68]​ Riego se refirió a las «difíciles circunstancias que nos rodean» y a las «maquinaciones repetidas de los enemigos de la libertad» y terminó diciendo que «el poder y grandeza de un monarca consiste únicamente en el exacto cumplimiento de las leyes».[68][69]

La abolición del Antiguo Régimen: la desvinculación y la desamortización

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Picota deTorija (provincia de Guadalajara). El uso de este instrumento y símbolo delvasallaje fue abolido por la Junta Provisional Consultiva.

La Junta Provisional Consultiva, nombrada por Fernando VII el 9 de marzo de 1820 ―el mismo día en que había jurado la Constitución por primera vez―, ya había aprobado algunos decretos conducentes al desmantelamiento delAntiguo Régimen[70]​ y las Cortes continuaron con esa labor. La primera medida importante que aprobaron fue ladesvinculación de los patrimonios al suprimir mediante un decreto publicado el 27 de septiembre de 1820 «todos losmayorazgos,fideicomisos,patronatos y cualquiera otra especie de vinculaciones de bienes raíces, muebles, semovientes, censos,juros, foros o de cualquier otra naturaleza, los cuales se restituyen desde ahora a la clase de absolutamente libres» (un asunto que no había sido abordado por las Cortes de Cádiz).[71]

Nadie nos ha visto. Grabado nº 79 de la serieLos Caprichos (1799) deFrancisco de Goya. En él aparecen cuatro frailes bebiendo. Responde a la crítica que hicieron los ilustrados al clero regular (que los liberales compartieron). «El fraile goyesco es espantoso, risible, chabacano, palurdo», ha afirmadoJulio Caro Baroja.[72]

Al mes siguiente, las Cortes aprobaron el 25 de octubre la reforma delclero regular —cuyo objetivo principal era reducir su excesivo número— que incluía la supresión de lasórdenes monacales y de lasórdenes militares y la eliminación de muchos conventos de lasórdenes mendicantes —en 1822 cerca de la mitad de los conventos españoles habían sido cerrados—. En el decreto se establecía también que no podría haber más de un convento de una misma orden por cada población.[73][74]​ Los bienes de los monasterios y de los conventos suprimidos ―y los de la Inquisición y los de losjesuitas, también suprimidos―, fueron «desamortizados» (pasaron al Estado y fueron vendidos en pública subasta).[75][76]​ Nada se hizo para facilitar el acceso de los campesinos a la propiedad de estos bienes que fueron comprados en su mayoría por los propietarios más ricos. E incluso la situación de muchos campesinos empeoró cuando los nuevos propietarios exigieron el aumento de la renta que pagaban los que tenían arrendadas las parcelas (en virtud de la «libertad de arrendamientos» que decretaron las Cortes) o incluso los desalojaron de las mismas, en virtud del «derecho de propiedad» que habían adquirido.[77]​ La desamortización de los bienes de las órdenes monacales y de una parte importante de los de las órdenes mendicantes fue uno de los motivos, si no el principal, para que la mayoría del clero (en especial elregular, el gran perjudicado por la política liberal) se sumara al campo de lacontrarrevolución formando con una parte del campesinado «la gran alianza antiliberal» (cuya máxima expresión serán laspartidas realistas, que empezaron a actuar sobre todo a partir de 1821).[78][79]

Los gobiernos liberales y las Cortes abordaron también la cuestión del «diezmo» pero no se atrevieron a abolirlo completamente ―que era lo que reclamaban los campesinos―,[80]​ pues eso hubiera dejado a la Iglesia Católica en una difícil situación económica,[81]​ sino que acordaron reducirlo a la mitad y exigir el pago de los impuestos al Estado en metálico. Esta exigencia del pago en metálico es lo que explica la paradoja de que la reducción del diezmo a la mitad (decretada el 29 de junio de 1821) no sólo no alivió las cargas de los campesinos sino que las agravó. Los gobiernos liberales hicieron un razonamiento erróneo, pues pensaron que al reducir el diezmo a la mitad los campesinos acumularían más excedentes que podrían vender en el mercado, y con el dinero obtenido podrían atender los nuevos impuestos del Estado (que sobre el papel serían inferiores a la mitad del diezmo que antes entregaban en especie), el cual de esta manera aumentaría sus ingresos.[82][83]​ Pero para los campesinos, como ha señaladoJosep Fontana, «la supresión del medio diezmo tal vez significó más grano para su propia consumo, pero no más dinero ―el aumento de la oferta era contrarrestado inmediatamente en estos mercados locales [dominados por la especulación de los grandes propietarios] por la caída de los precios―; cuando llegó el recaudador de contribuciones con nuevas exigencias, se encontraron sin tener con qué pagar e identificaron el nuevo régimen con una opresión fiscal mayor».[84][85]

Sobre losseñoríos las Cortes restablecieron el decreto de 6 de agosto de 1811 de lasCortes de Cádiz quelos abolía, pero tuvieron que enfrentarse a la compleja aplicación del mismo y para ello aprobaron en junio de 1821 una ley «aclaratoria». El asunto clave continuaba siendo el de la presentación de los títulos: si losseñores podían presentar el título de «concesión» del señorío y en él se confirmaba que no era «jurisdiccional» el señorío se convertía en su propiedad; de lo contrario la propiedad revertía a los campesinos. Sin embargo, la ley «aclaratoria» fue bloqueada por el rey que la devolvió por dos veces sin firmar (en uso de la prerrogativa que le otorgaba la Constitución de 1812 de negarse a sancionar una ley hasta dos veces)[86]​ y cuando por fin en mayo de 1823 se «publicó como ley» (el rey no podía negar la sanción una tercera vez) fue demasiado tarde porque ya se había iniciado la invasión de los "Cien Mil hijos de San Luis" que pondría fin al régimen constitucional.[87][78][88]

Según varios historiadores, junto con ladesamortización de los bienes de los conventos suprimidos, la fallida abolición de los señoríos fue otra gran oportunidad perdida para haber sumado al campesinado a la causa de la Revolución, como pasó enFrancia.[89][78]

La consolidación de las independencias en Hispanoamérica

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Véase también:Pronunciamiento de Riego
Virreinatos, Capitanias Generales y provincias españolas en América hacia 1800:
    Capitanía general de Cuba
    Virreinato de Nueva España
    Capitanía general de Guatemala
    Virreinato de Nueva Granada
    Capitanía general de Venezuela
    Virreinato del Perú
    Capitanía general de Chile
    Virreinato del Río de La Plata.

La guerra de emancipación en la América española había comenzado en 1809 y el conflicto duraba ya diez años cuando, el 9 de marzo de 1820, Fernando VII juró la Constitución de 1812 contra su voluntad, marcando así el inicio delTrienio Liberal. El resultado del conflicto se mantenía incierto hasta ese momento. Elvirreinato de Nueva España y elvirreinato de Perú continuaban fieles a la monarquía, pero se habían independizado una parte delVirreinato del Río de la Plata, autoproclamado comoProvincias Unidas del Río de la Plata, y otra delvirreinato de Nueva Granada, autoproclamadaRepública de la Gran Colombia, bajo la presidencia deSimón Bolívar.[90]

En la metrópoli, donde lasguerras de independencia hispanoamericanas y la situación de la América española en general estaban siendo seguidas con enorme expectación tanto por el Gobierno y las Cortes como por la opinión pública,[91][92]​ se había extendido la idea entre los liberales de que la proclamación de la Constitución de 1812 acabaría con las insurrecciones y los movimientos independentistas, poniéndose fin a la guerra ―«la pacificación de la América es ya más una obra de política que de la fuerza y… solo la Constitución puede restablecer los lazos fraternales que la unían con la madre patria», decía una declaración de la Junta Provisional Consultiva―.[93]​El 31 de marzo de 1820 una proclama del rey Fernando VII a los habitantes de Ultramar fijaba la posición oficial sobre la «cuestión americana» una vez que la Constitución les garantizaba sus derechos: que los insurrectos depusieran las armas y a cambio obtendrían el perdón real; en caso contrario la guerra continuaría («aunque sin el encarnizamiento y barbarie que hasta ahora, sino conforme alderecho de gentes», decía el dictamen del Consejo de Estado). El secretario del Despacho de Ultramar,Antonio Porcel Román ―«que confiaba en que la plena ejecución de la Constitución sería suficiente para allanar los inconvenientes y calmar los resentimientos que albergaban los americanos respecto de la metrópoli»―[94]​ dispuso el envío a América de unos «comisionados» conInstrucciones para procurar la pacificación de los territorios.[95]​ Pero la propuesta llegaba tarde porque «elgolpe de Estado del 4 de mayo de 1814 [que] vino a restaurar el absolutismo y, con él, el colonialismo... supuso para muchos americanos el arrumbamiento de una tercera vía entre el colonialismo absolutista y la insurgencia, que representaba la opción autonomista doceañista».[96]

Juan O'Donojú,jefe político deNueva España nombrado por el Gobierno de Madrid, firmó en agosto de 1821 conAgustín Iturbide, líder de los independentistasnovohispanos, elTratado de Córdoba por el que se reconocía laindependencia de México bajo un monarca Borbón y la retirada de los ejércitos del rey. El tratado no fue reconocido por España

Poco después de iniciado el 1 de marzo de 1821 el segundo período de sesiones de las Cortes los diputados americanos presentaron la propuesta de establecer unadiputación provincial en cada una de lasintendencias americanas, lo que formaba parte de su estrategia de conseguir desplegar todas las posibilidades de autonomía que ofrecía la Constitución para conseguir con ello un mayor autogobierno.[97][98]​ La proposición fue aprobada y promulgada mediante un decreto con fecha 8 de mayo.[99]​ Sin embargo, otras propuestas de los diputados americanos fueron rechazadas tildadas de «federalistas» (lo que en aquella época era sinónimo de «republicanismo») como que eljefe político superior no fuera nombrado por el Gobierno sino por las diputaciones provinciales o que estas tuvieran la facultad de recaudar y gestionar todos los impuestos.[100]​ Todo cambió cuando se conoció a mediados de mayo o principios de junio de 1821 la proclamación delPlan de Iguala porAgustín de Iturbide realizada en febrero por el que declaraba la independencia deNueva España (ahoraMéxico).[101][102]

El 25 de junio de 1821, cuando solo faltaban tres días para que terminara el segundo período de sesiones, cincuenta y un diputados americanos encabezados por los deNueva España, presentaron una propuesta de estructuración de la monarquía en forma de federación. Consistía en crear tres secciones de las Cortes, del Gobierno, del Tribunal Supremo y del Consejo de Estado enMéxico,Santa Fe de Bogotá yLima (las «secciones» de todas estas instituciones tendrían las mismas facultades que las centrales, excepto la política exterior que quedaría reservada a las Cortes de Madrid). Y al frente de cada uno de los tres poderes ejecutivos habría un príncipe de lafamilia borbón, con lo que se formarían tres monarquías americanas bajo la autoridad de Fernando VII.[103][104][105]​ Según Pedro Rújula y Manuel Chust, «a la altura de 1821 ya era una propuesta utópica. Los americanos lo sabían, los liberales peninsulares también. Fernando VII jamás la aceptaría».[106]

Las Cortes rechazaron la propuesta de los diputados americanos —se adujo sobre todo que para aplicarla había que reformar laConstitución[107]​ y aprobaron en su lugar la que presentó elconde de Toreno que dejaba en manos del Gobierno las medidas a tomar acerca de la pacificación de América.[108][109]​ Según Ivana Frasquet, «la posible solución pactada a la independencia de América mediante el establecimiento de infantes, había sido derrotada. El rey había triunfado... En su discurso de clausura de las Cortes [del 28 de junio], Fernando VII se mostró contundente: la única alternativa para América pasaba por la indisoluble unidad de la monarquía».[110]

Suprimidas todas las expediciones militares desde España, en el verano de 1821 los acontecimientos en América se precipitaron. El comisionado enviado aSanta Fe de Bogotá informaba de la derrota de las tropas realistas sufrida el 24 de junio en laBatalla de Carabobo frente a las tropas de Simón Bolívar.[111]​ Más tarde se supo que el 15 de julio el generalJosé de San Martín había proclamado enLima la independencia delPerú y que un mes después, el 24 de agosto de 1821,Juan O'Donojú,jefe político nombrado por el Gobierno de Madrid, yAgustín Iturbide, líder de los independentistasnovohispanos, habían firmado elTratado de Córdoba por el que se reconocía laindependencia de México bajo la entronización de un monarca de la familia Borbón.[112][108]​ «Así pues, en el verano de 1821, América estaba en guerra, de norte a sur».[112]​ «Las Cortes y el Gobierno español había perdido una buena oportunidad», concluyeAlberto Gil Novales.[108]

El avance de la contrarrevolución: el doble juego de Fernando VII y el fracasado golpe de Estado de julio de 1822

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Retrato ecuestre deFernando VII porJosé de Madrazo (1821),Museo del Prado.

La «contrarrevolución» comenzó desde el mismo momento en que Fernando VII juró el 9 de marzo de 1820 por primera vez laConstitución de 1812 y quien la encabezó fue el propio rey.[113]​ En realidad Fernando VII nunca llegó a aceptar el régimen constitucional, aunque nunca rompió con él,[114]​ y desde el primer momento conspiró para derribarlo.[115][116]​ «Fernando VII se colocó en el centro de las actuaciones contra el constitucionalismo, no sólo porque los comprometidos en ellas tomaron como bandera su nombre, junto a la religión, sino también porque el rey dirigió personal y directamente las acciones más relevantes encaminadas a propiciar el cambio de régimen», ha afirmadoEmilio La Parra López.[117]

Muy pronto comenzaron a actuar laspartidas realistas —las primeras de las que se tiene noticia aparecieron en Galicia en una fecha tan temprana como abril de 1820—[118]​, organizadas por absolutistas exiliados en Francia y conectados con el Palacio Real.[119]​ Los métodos y la forma de operar de las partidas eran muy semejantes a los que había utilizado laguerrilla durante la "Guerra de la Independencia" (precisamente alguno de aquellos guerrilleros militarán en el bando realista).[120][121]

Por su parte Fernando VII usó sus poderes constitucionales (elderecho de veto suspensivo de las leyes hasta dos veces) para obstaculizar, retrasar o, en algún caso, impedir la promulgación de determinadas leyes aprobadas por las Cortes.[78]​ Fue lo que pasó con la Ley de monacales y reforma de regulares que el rey se negó a sancionar alegando problemas de conciencia aunque finalmente la acabó firmando tras producirse una gran agitación callejera en Madrid.[122][123]​ Además mantuvo frecuentes enfrentamientos con los miembros del gobierno. «Ustedes son los únicos defensores que me da la constitución y me abandonan... Ustedes consienten esas sociedades patrióticas y otros desórdenes, con los cuales es imposible gobernar y, en una palabra, me dejan solo, siendo yo el único que sigo puntualmente la constitución», les dijo en una ocasión.[124]​ Josep Fontana apostilla: «mentía, por supuesto, ya que conspiraba a espaldas de su gobierno, alentando laspartidas realistas, procurando crear regencias en el extranjero y suplicando a los monarcas de laSanta Alianza que vinieran a librarle de tan horrible cautiverio. El Fernando que hace protestas de su respeto a la constitución es el mismo que mantenía una correspondencia en secreto conLuis XVIII de Francia y con elzar de Rusia».[124]

Por otro lado Fernando VII estuvo implicado en la conspiración absolutista encabezada por el curaMatías Vinuesa, capellán de honor del rey, que fue descubierta en enero de 1821.[125][126][127][128]​ Cuando el 4 de mayo se hizo pública la sentencia que condenaba a Vinuesa a diez años de cárcel un supuesto grupo de liberales "exaltados", que consideraron muy benévola la pena —«se esperaba una sentencia justiciera y salvadora de la libertad», comentaAlberto Gil Novales—,[129]​ asaltaron la cárcel donde estaba preso y lo asesinaron a martillazos.[130][131][132][133]

Durante la primavera de 1822 se incrementaron notablemente las acciones de laspartidas realistas (sobre todo en Cataluña, Navarra, el País Vasco, Galicia, Aragón yValencia)[134]​ y hubo varios conatos de rebeliones absolutistas, la más importante de las cuales se produjo en Valencia el 30 de mayo de 1822, sofocada al día siguiente ―el 4 de septiembre fue ejecutado porgarrote vil elgeneral Elío, que ya había participado en elgolpe de Estado de mayo de 1814 y en cuyo nombre, y del «rey absoluto», se habían sublevado los artilleros de laCiudadela―.[135][66][136]

Vista de laPuerta del Sol en 1820. Al fondo lafuente y laiglesia del Buen Suceso y a la derecha laCasa de Correos.
Luis Carlos Legrand,Alegoría del 7 de julio; litografía. Inscripción: «Día 7 de julio honor eterno. De la grande Nación el gran Peligro» (Biblioteca Nacional de España).

A principios de 1822 se produjoun intento de acabar por la fuerza con el régimen constitucional, siguiendo el mismo modelo que el de la fracasada conspiración del curaMatías Vinuesa del año anterior.[137]​ SegúnJuan Francisco Fuentes, «fue el intento más serio de golpe de Estado absolutista».[138]​ «Marcó un punto de inflexión en el transcurso del Trienio», han subrayado Ángel Bahamonde y Jesús Martínez.[66]​ LaGuardia Real se sublevó, contando con la connivencia del propio reyFernando VII, que a punto estuvo «de marcharse con los sublevados para ponerse al frente de la contrarrevolución». El rey lo consultó con el gobierno deFrancisco Martínez de la Rosa, cuyos miembros pasaron la mayor parte del tiempo en el Palacio Real como virtuales prisioneros (y había órdenes preparadas para su encarcelamiento), y este se lo desaconsejó por ser demasiado arriesgado.[139]

El 1 de julio cuatro batallones de laGuardia Real abandonaron sus cuarteles de la capital para concentrarse en la cercana localidad deEl Pardo, mientras los otros dos batallones custodiaban el Palacio Real. En la madrugada del 7 de julio se lanzaron sobre Madrid. Les hizo frente en laPlaza de la Constitución laMilicia Nacional, grupos de paisanos armados por elAyuntamiento y elBatallón Sagrado, encabezado por el generalEvaristo San Miguel. Los guardias reales se vieron obligados a retroceder hacia laPuerta del Sol, donde tuvieron lugar los combates más intensos,[140]​ y después hacia elPalacio Real, donde se refugiaron para huir.[141]​ La acción de la Guardia Real no había contado con ningún apoyo popular.[140]​ Los guardias reales fueron perseguidos en su huida por el ejército y por milicianos. Muy pocos conseguirían unirse a las partidas realistas.[140]​ Tras el fracaso del golpe, como ha subrayado Pedro Rújula, «el rey actuó como si nada tuviera que ver con lo sucedido. Felicitó a las fuerzas de la libertad, abrió causa a la guardia y expulsó de su lado a los cortesanos más identificados con la conspiración... Los ministros que habían permanecido como rehenes durante seis días pudieron irse finalmente a sus casas».[142]

La victoria fue para los milicianos y los voluntarios que lograron derrotar a los guardias reales.[143][144]​ «El 7 de julio se convirtió en una jornada heroica para la memoria del liberalismo, a través de la construcción de un relato en virtud del cual elpueblo de Madrid había derrotado al absolutismo y salvado la Constitución», ha afirmado Álvaro París Martín.[145]

Como ha destacadoJuan Francisco Fuentes, «el fracaso del golpe de Estado del 7 de julio de 1822 marca un antes y un después en la historia del Trienio Liberal: tras aquella jornada el poder pasó de los moderados a los exaltados».[146]​ En efecto, como los liberales "moderados" quedaron completamente desprestigiados por la actitud ambigua que, al menos los «anilleros», mantuvieron durante elgolpe de Estado absolutista[147]​ el rey se vio obligado a nombrar el 5 de agosto un gabinete integrado por liberalesexaltados cuyo hombre fuerte era el generalEvaristo San Miguel, uno de los héroes del 7 de julio y que también había participado en elpronunciamiento de Riego, que ocupaba la Secretaría del Despacho de Estado.[148]​ Fuentes ha añadido: «Pero el cambio de ciclo que supuso el golpe del 7 de julio no se agota en este hecho [que el poder pasó de los moderados a los exaltados]. Los enemigos del liberalismo tomaron buena nota de la incapacidad delabsolutismo español para derrocar por sus propios medios al régimen constitucional... Ese análisis del fracaso del golpe hizo que a partir de entonces casi toda la presión sobre el régimen viniera del exterior, donde elliberalismo español contaba con viejos enemigos».[149]

La guerra civil de 1822-1823: la «Regencia de Urgel»

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Artículo principal: Guerra civil de 1822-1823
Véase también:Regencia de Urgel
Antonio Marañón, el Trapense, litografía de Friedrich August Fricke (1784-1858). «El Trapense«», fue uno de los jefes de partidas realistas más conocidos. Según elafrancesadoSebastián Miñano su «extravagante» indumentaria («Porta siempre un sayal y una capa idéntica, con una capucha bastante elevada. Tenía la cabeza afeitada. Un crucifijo suspendido sobre su pecho; lleva un gran rosario como cinturón») «ha contribuido singularmente a exaltar a los pueblos en su favor, porque lo miran como a un hombre inspirado por Dios, comparable a aquellos de los se hablan en las escrituras».[150]

A partir de la primavera de 1822 el levantamiento realista organizado desde el exilio, y que contó con una tupida red contrarrevolucionaria en el interior (en cuya cúspide se situaría el rey), se extendió de tal manera que «durante el verano y el otoño en Cataluña, País Vasco y Navarra se vivió una verdaderaguerra civil en la que era imposible quedar al margen, y de la que salió muy mal parada la población civil de uno y otro bando: represalias, requisas, contribuciones de guerra, saqueos, etc.».[151]​ Los realistas llegaron a formar un ejército que contó entre 25 000 y 30 000 hombres.[152]

El hecho decisivo que inició la guerra civil (o le dio el impulso definitivo) fue la toma por los jefes de las partidas realistas Romagosa yEl Trapense, al mando de una tropa de dos mil hombres, de la fortaleza de laSeo de Urgel el 21 de junio. Al día siguiente se estableció allí la Junta Superior Provisional de Cataluña, que se esforzó por crear un ejército regular y establecer una administración en las zonas del interior de Cataluña ocupadas por los realistas. Mes y medio después, el 15 de agosto, se instaló también allí la que sería conocida como laRegencia de Urgel, «establecida a solicitud de los pueblos» y «deseosa de libertar a la Nación y a su Rey del cruel estado en que se encuentran».[152][153]​ La Regencia quedó formada por elmarqués de Mataflorida, elbarón de Eroles, yJaime Creus,arzobispo de Tarragona.[154][155][156][157][152]​ La creación de la Regencia se «justificaba» por la idea defendida por los realistas de que el rey estaba «cautivo», «secuestrado» por los liberales, de la misma forma que lo había estado por Napoleón durante laguerra de la Independencia.[158]

A partir de la constitución de la Regencia de Urgel los realistas consolidaron su dominio sobre amplias zonas del nordeste y del norte de España estableciendo sus propias instituciones para administrar el territorio que controlaban.[159]​ Por su parte el rey Fernando VII seguía carteándose en secreto con las cortes europeas, que valoraron positivamente la creación de la Regencia, para pedirles que vinieran a «rescatarlo». En una carta enviada al zar de Rusia en agosto de 1822 le decía: «Coteje la penetración de V.M.Y. los resultados perniciosos que en dos años ha producido el sistema constitucional, con los muy ventajosos que produxeron losseis años del régimen que llaman absoluto».[124]

El Gobierno y las Cortes adoptaron una serie de medidas militares para hacer frente a la rebelión realista entre las que se encontraba la declaración delestado de guerra en Cataluña el 23 de julio—[160]​. Estas dieron sus frutos y durante el otoño y el invierno de 1822-1823, tras una dura campaña que duró seis meses, los ejércitos constitucionales, uno cuyos generales era el antiguo guerrilleroEspoz y Mina, le dieron la vuelta a la situación y obligaron a los realistas de Cataluña, Navarra y País Vasco a huir a Francia (unos 12 000 hombres) y a los de Galicia, Castilla la Vieja, León y Extremadura a huir a Portugal (unos 2000 hombres). La propia Regencia tuvo que abandonar Urgel, cuyo sitio por el ejército de Espoz y Mina había empezado en octubre tras tomarCervera el mes anterior, y cruzar la frontera.[161][155][156]

Tras la derrota de los realistas quedó claro que la única opción que quedaba era la intervención extranjera.[162]​ Elconde de Villèle, jefe del gobierno francés que había prestado un considerable apoyo a las partidas realistas, dirá: «los realistas españoles, ni que les ayuden otros gobiernos, no podrán hacer jamás lacontrarrevolución en España sin el socorro de un ejército extranjero». Con esta declaración se daba el primer paso para la aprobación de la invasión de España por los "Cien Mil Hijos de San Luis".[163]

El final de la revolución: la invasión de los "Cien Mil Hijos de San Luis"

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Artículo principal: Cien Mil Hijos de San Luis

ElCongreso de Verona convocado por laCuarta Alianza,Quíntuple Alianzade facto desde la incorporación delReino de Francia en 1818, y celebrado entre el 20 de octubre y el 14 de diciembre de 1822, se ocupó entre otras cuestiones de «los peligros de la revolución de España con relación a Europa».[164]​ Los que se mostraron como los más firmes partidarios de la intervención militar en España para poner fin al régimen constitucional fueron el zar de RusiaAlejandro I y el rey francésLuis XVIII, este último muy interesado en rehacer el prestigio internacional de laFrancia borbónica. Por su parte el cancilleraustríacoMetternich propuso que se enviaran «Notas formales» al Gobierno de Madrid para que este moderara sus posiciones y en caso de no obtener una respuesta satisfactoria romper las relaciones diplomáticas con el régimen español.[165][166]

El rey de FranciaLuis XVIII, que fue quien decidió, junto con su gobierno, invadir España para acabar con el régimen constitucional. Desde que en 1935 se descubrió que el "tratado secreto de Verona" era una falsificación, quedó demostrado que la intervención en España ni se decidió en elCongreso de Verona ni se hizo en nombre de laSanta Alianza.

Las notas diplomáticas fueron entregadas en Madrid a finales de 1821 o a principios de 1822 —la nota francesa concluía con la amenaza de la invasión en caso de que «la noble nación española no encuentre por sí misma remedio de sus males, males cuya naturaleza inquieta tanto a los Gobiernos de Europa que les fuerza a tomar precauciones siempre dolorosas»—[167]​ y fueron rechazadas de forma contundente por el hombre fuerte del gobierno español,Evaristo San Miguel,Secretario del Despacho de Estado, que recibió el completo apoyo de las Cortes y de la opinión pública (y también del rey). «La nación española no reconocerá jamás en ninguna potencia el derecho de intervenir ni de mezclarse en sus negocios», respondió San Miguel.[168]​ La consecuencia fue que los embajadores de las «potencias del norte» (Austria,Prusia yRusia) abandonaron Madrid y un poco más tarde, el 26 de enero, lo hacía el embajador francés. Sólo permaneció en Madrid el embajadorbritánico, cuyo gobierno no había enviado ninguna nota y se había retirado del Congreso de Verona.[169][170]​ «España quedaba aislada en el contexto internacional, pendiente únicamente de saber cómo habría de materializarse la amenaza y cuál sería la postura de Inglaterra», ha señaladoEmilio La Parra López.[170]

En el Congreso de Verona, finalmente, Austria, Prusia y Rusia (Gran Bretaña se negó a adherirse)[171]​ se comprometieron el 19 de noviembre a apoyar Francia si esta decidía atacar a España pero «exclusivamente en tres situaciones concretas: 1) si España atacaba directamente a Francia, o lo intentaba con propaganda revolucionaria; 2) si el rey de España fuera desposeído del trono, o si corriera peligro su vida o la de los otros miembros de su familia; y 3) si se produjera cualquier cambio que pudiera afectar al derecho de sucesión en la familia real española».[172][173]​ A pesar de que ninguna de estas tres situaciones se materializó, Francia invadió España en abril de 1823 con losCien Mil Hijos de San Luis.[172]​ Tras descubrirse en 1935 que el supuesto protocolo secreto firmado por Rusia, Prusia, Austria y Francia era una falsificación, quedó desmontado el mito de que la invasión de losCien Mil Hijos de San Luis se había decidido en el Congreso de Verona y de que se hacía en nombre de la Santa Alianza. Como ha señalado la historiadora española Rosario de la Torre, que en 2011 volvió a insistir en la falsedad del «Tratado Secreto de Verona»,[174]​ la invasión de España fue decidida por el rey francésLuis XVIII y por su gobierno (sobre todo después de que el 28 de diciembre de 1822François-René de Chateaubriand pasara a dirigir la política exterior con el objetivo de «volver a colocar a Francia en la categoría de las potencias militares»),[175]​ contando eso sí con la aprobación más o menos explícita o la neutralidad de las otras cuatro potencias de laQuíntuple Alianza.[176]​ «En último término, Francia y el resto de losaliados habían comprendido que no era posible el triunfo de la contrarrevolución desde dentro, ni a través de ungolpe político y militar en la Corte, ni a través de lasublevación armada y su cobertura política fracasada enUrgel».[177]

En su discurso de apertura ante las Cámaras el 28 de enero de 1823Luis XVIII informó del fracaso de las gestiones diplomáticas con España, que daba por concluidas —dos días antes el embajador francés había abandonado Madrid; el embajador español en París hará lo mismo tras conocer el contenido del discurso—[170][178]​ y a continuación anunció solemnemente su decisión de invadirla —esta declaración dio origen al nombre con que fue conocido el cuerpo expedicionario francés enviado a España a las órdenes delduque de Angulema: losCien Mil Hijos de San Luis[179]​:[180][181][182][183][170]

He dado orden para que se retire mi ministro en aquella corte y cien mil franceses, mandados poraquel príncipe de mi familia a quien mi corazón se complace en dar el nombre de hijo mío, están prontos a marchar, invocando al Dios deSan Luis, para conservar el trono de España a un nieto deEnrique IV [el fundador de la dinastía Borbón], y para preservar a aquel hermoso reino de su ruina y reconciliarle con la Europa.
"Planicie de Roncesvalles, 1823". Ilustración que muestra el paso de losCien Mil Hijos de San Luis porRoncesvalles.

El 7 de abril de 1823 empezaron a atravesar la frontera española los “Cien Mil Hijos de San Luis” —laArmée d'Espagne fue su nombre oficial—, sin haber declarado previamente la guerra.[184][185]​ Eran entre 80 000 y 90 000 hombres, que al final de la campaña sumarían 120 000, parte de los cuales ya habían participado en la anteriorinvasión francesa de 1808, conNapoleón.[180][185]​ Contaron con el apoyo de tropas realistas españolas que se habían organizado en Francia antes de la invasión —entre 12 500 y 35 000 hombres, según las diversas fuentes—[186][187][188]​ A estas tropas realistas se les sumaron conforme fueron avanzando laspartidas que habían sobrevivido a la ofensiva del ejército constitucional. Diversos historiadores, comoJuan Francisco Fuentes, han destacado la paradoja de que muchos de los integrantes de las partidas y de las tropas realistas de apoyo habían luchado quince años antes contra los franceses en laGuerra de la Independencia.[189]

El gobierno liderado porEvaristo San Miguel organizó las fuerzas españolas en cuatro ejércitos de operaciones, aunque el único que realmente hizo frente a los invasores fue el segundo, el más numeroso (20 000 hombres) y el mejor preparado, comandado por el generalFrancisco Espoz y Mina, antiguo guerrillero de laGuerra de la Independencia, que actuó en Cataluña. En cambio, los otros tres generales no opusieron excesiva resistencia: ni elconde de la Bisbal, que estaba al mando del Ejército de Reserva de Castilla la Nueva; niPablo Morillo, al mando de las fuerzas de Galicia y de Asturias; niFrancisco Ballesteros, al mando de las tropas de Navarra, Aragón y el Mediterráneo.[190][191][192][193]​ La consecuencia fue que el ejército francés avanzó hacia el sur con relativa facilidad —el 13 de mayo entraba en Madrid—,[177]​ aunque la rapidez de la campaña puede resultar engañosa ya que los franceses habían dejado atrás la mayor parte de las plazas fuertes sin ocuparlas.[194][195][196]

A excepción de varias ciudades, que demostraron gran capacidad de defensa (comoLa Coruña, que resistió hasta finales de agosto;Pamplona ySan Sebastián, que no capitularon hasta septiembre, o como Barcelona, Tarragona, Cartagena y Alicante que siguieron luchando hasta noviembre, cuando el régimen constitucional hacía más de un mes que había sido derribado),[197][198][199]​ no hubo una resistencia popular a la invasión, ni se formaron guerrillas antifrancesas como durante laGuerra de la Independencia (más bien ocurrió lo contrario: laspartidas realistas se sumaron al ejército francés).[189]​ «Dos de las ideas fuerza que sustentaron la resistencia de 1808 habían desaparecido en 1823, de modo que ni el rey estaba prisionero de los franceses —al contrario, muchos lo presentaban como rehén de los liberales—, ni la religión católica corría peligro, pues esta vez las tropas francesas aparecían alienadas junto a los defensores del trono y el altar», ha señalado Gonzalo Butrón Prida para explicar la pasividad de la población española ante la invasión.[200][201]

Elduque de Angulema, comandante en jefe de losCien Mil Hijos de San Luis.

Cuando el 23 de mayo el duque de Angulema entró en Madrid, entre repiques de campanas de todas las iglesias de la capital,[202]​ nombró unaRegencia presidida por elduque del Infantado. Angulema lo justificó en una proclama que decía: «Ha llegado el momento de establecer de un modo solemne y estable la regencia que debe encargarse de administrar el país, de organizar el ejército, y ponerse de acuerdo conmigo sobre los medios de llevar a cabo la grande obra de libertar a vuestro rey».[203][204]

Conforme iban avanzando hacia el sur las tropas francesas los realistas españoles desataron «una explosión general de violencia» que «cubrió el país de venganzas y atropellos, practicados sin sujetarse a ninguna autoridad ni seguir norma alguna» y cuyas víctimas fueron los liberales.[205]​ El duque de Angulema se sintió en la obligación de intervenir y el 8 de agosto de 1823 promulgó laOrdenanza de Andújar que despojaba a las autoridades realistas de la facultad de llevar a cabo persecuciones y arrestos por motivos políticos, potestad que se reservaba a las autoridades militares francesas.[206][207]​ El rechazo realista fue inmediato, desencadenándose «una insurrección de la España absolutista contra los franceses»[208]​ que tuvo éxito ya que el 26 de agosto el duque de Angulema rectificó (oficialmente «aclaró» el decreto),[209]​ presionado por el Gobierno francés preocupado por la crisis que se estaba viviendo y por la oposición a la Ordenanza de laSanta Alianza.[207]​ El ámbito de aplicación de la Ordenanza quedó restringido a los oficiales y tropa comprendidos en las capitulaciones militares, con lo que aquella quedó derogadade facto.[210]​ Tras la marcha atrás en la Ordenanza, la «explosión múltiple y sangrienta de la violencia absolutista» continuó hasta el punto de que el historiadorJosep Fontana la ha calificado de «terror blanco».[211]

Palacio de la Aduana (Cádiz), residencia del rey durante el asedio francés de 1823. Desde la azotea Fernando VII se entretuvo volando cometas y contemplando a los sitiadores con unos anteojos. Se ha discutido si volar cometas fue una mera diversión o un medio de comunicarse con el enemigo mediante señales convenidas. Lo que sí se sabe es que Fernando VII utilizando diversos medios estaba en contacto con los realistas y con los franceses y los conminaba a que le «rescataran»..[212]

El 9 de junio las tropas francesas atravesabanDespeñaperros, derrotando a las fuerzas del general Plasencia que les hizo frente, quedando así expedito el camino hacia Sevilla, donde en ese momento se encontraban el Gobierno, las Cortes, el rey y la familia real.[213]​ Ante la amenaza de la invasión, las Cortes y el gobierno —en realidad, dos gobiernos: el que encabezabaEvaristo San Miguel y el que encabezabaÁlvaro Flórez Estrada[214][215]​ habían abandonado Madrid el 20 de marzo —tres semanas antes de que el primer soldado francés cruzara la frontera—[216][217][218]​ para dirigirse hacia el sur, estableciéndose en Sevilla el 10 abril, a donde condujeron a Fernando VII y a la familia real, a pesar de su negativa a hacerlo.[219][220]​ El único deseo de Fernando VII era encontrarse con las tropas francesas: "¿Llegarán pronto los extranjeros?", era desde tiempo atrás, según el embajador francés, su principal preocupación».[189]

Las Cortes reanudaron sus sesiones el 23 de abril[217][221]​ y al día siguiente el rey firmó la declaración de guerra a Francia. Poco después el gabinete que encabezaba San Miguel dimitía, lo que hubiera dado paso al gabinete cuya figura principal era Flórez Estrada, pero la oposición de un grupo numeroso de diputados abrió una nueva crisis política que solo se resolvería al mes siguiente con la formación de un nuevo gobierno cuya figura principal era elexaltadoJosé María Calatrava, que no ocupó la Secretaría del Despacho de Estado, como venía siendo norma, sino la de Gracia y Justicia.[222][223][224]

El 11 de junio las Cortes decidieron trasladarse de Sevilla a Cádiz,[225][226][227]​ llevando consigo al rey y a la familia real, de nuevo en contra de su voluntad.[228][229]​ Fernando VII se mostró aún más obstinado que en Madrid para no emprender el viaje por lo que las Cortes decidieron que el rey estaba sufriendo un «letargo pasajero» y, de acuerdo con la Constitución, le inhabilitaron por «impedimento moral» para ejercer sus funciones y nombraron una Regencia que detentaría los poderes de la Corona durante el viaje a Cádiz (la integraronCayetano Valdés,Gabriel Ciscar yGaspar de Vigodet).[230][231][223][225][232][233][234]​ La respuesta de la Regencia realista instalada en Madrid por el duque de Angulema fue promulgar el 23 de junio un decreto en el que declaraba reos delesa majestad a todos los diputados que habían participado en las deliberaciones para inhabilitar al rey (este será el «delito» por el que ahorcarán aRafael del Riego, «el héroe de Las Cabezas de San Juan»).[235][236]​ En cuanto llegaron a Cádiz el 15 de junio la Regencia constitucional cesó y el rey recuperó sus poderes.[237][238]

Cádiz fue sitiada por el ejército francés, como ocurrió trece años atrás.[239][223][240]​ En la noche del 30 al 31 de agosto las tropas francesastomaban el fuerte del Trocadero y veinte días después el deSancti Petri, con lo que la resistencia se hacía imposible.[241][223][242][243][244]​ Cádiz esta vez no había contado con auxilio por mar de la flota británica como en 1810.[197][245]

La «liberación» de Fernando VII y la restauración de la monarquía absoluta

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Cuadro deJosé Aparicio que representa el desembarco de Fernando VII en elPuerto de Santa María tras haber sido «liberado» de su «cautiverio» en Cádiz. Es recibido por elduque de Angulema, comandante de losCien Mil Hijos de San Luis, y por elduque del Infantado, presidente de la Regencia absolutista nombrada por los franceses.
Bien públicos y notorios fueron a todos mis vasallos los escandalosos sucesos que precedieron, acompañaron y siguieron al establecimiento de la democrática Constitución de Cádiz en el mes de marzo de 1820; la más criminal situación, la más vergonzosa cobardía, el desacato más horrendo a mi Real Persona y la violación más inevitable, fueron los elementos empleados para variar esencialmente el gobierno paternal de mis reinos en un código democrático, origen fecundo de desastres y de desgracias. (...)

(...) Sentado ya otra vez en el trono de San Fernando por la mano sabia y justa del Omnipotente, por las generosas resoluciones de mis poderosos aliados y por los denodados esfuerzos de mi primo, el duque de Angulema y su valiente ejército, deseando proveer el remedio a las más urgentes necesidades de mis pueblos, y manifestar a todo el mundo mi verdadera libertad he venido en decretar lo siguiente:
1º. Son nulos y de ningún valor los actos del gobierno llamado constitucional (de cualquier clase y condición que sean) que ha dominado a mis pueblos (...), declarando, como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad; obligado a sancionar las leyes y a expedir las órdenes, decretos y reglamentos que contra mi voluntad se meditaban y se expedían en el mismo gobierno.
2.° Apruebo todo cuanto se ha decretado por la Junta Provisional de gobierno y por la Regencia del Reino. (...)

Puerto de Santa María, 1 de octubre de 1823,

El 30 de septiembre de 1823, tras cerca de cuatro meses de asedio, el gobierno liberal decidió, con la aprobación de las Cortes,[246]​ dejar marchar al rey Fernando VII que se reunió con elduque de Angulema —y con elduque del Infantado, presidente de la Regencia realista— al día siguiente, 1 de octubre, en elPuerto de Santa María, al otro lado de labahía de Cádiz que el rey y la familia real atravesaron a bordo de una falúa engalanada.[197][223][247][248]​ Buena parte de los liberales que se encontraban en Cádiz huyeron a Inglaterra vía Gibraltar, pensando que el rey no cumpliría su promesa, hecha poco antes de ser «liberado», de «llevar y hacer llevar a efecto un olvido general, completo y absoluto de todo lo pasado, sin escepción [sic] alguna». No se equivocaban.[249][250][251][247][252]

En cuanto Fernando VII se vio libre se retractó de las promesas que había hecho y apenas desembarcado en el Puerto de Santa María, desoyendo el consejo de Angulema de «extender la amnistía lo más posible» y de que «convenía no volver a caer en una situación que llevase a que volviesen a ocurrirsucesos como los de 1820»[253]​ (Fernando VII se limitó a contestar: «¡Viva el rey absoluto!»),[254]​ promulgó un decreto en el que derogaba toda la legislación del Trienio (con lo que tampoco cumplió la promesa que le había hecho al rey de Francia y al zar de Rusia de que no iba a «volver a reynar baxo del régimen que llaman absoluto»)[255]​:[256][257][258][259][253][260][261]

Son nulos y de ningún valor todos los actos del gobierno llamado constitucional, de cualquier clase y condición que sean, que ha dominado a mis pueblos desde el día 7 de marzo de 1820 hasta hoy, día 1º de octubre de 1823, declarando, como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad, obligado a sancionar leyes y a expedir las órdenes, decretos y reglamentos que contra mi voluntad se meditaban y expedían por el mismo gobierno.

Más tarde Fernando VII escribió lo siguiente recordando el día 1 de octubre en que llegó al Puerto de Santa María:[248]

Día dichoso para mí, para la real familia y para toda la nación; pues que recobramos desde este momento nuestra deseadísima y justa libertad, después de tres años, seis meses y veinte días de la más ignominiosa esclavitud, en que lograron ponerme un puñado de conspiradores por especulación, y de obscuros y ambiciosos militares que, no sabiendo escribir bien sus nombres, se erigieron ellos mismo en regeneradores de la España, imponiéndola a la fuerza las leyes que más les acomodaban para conseguir sus fines siniestros y hacer sus fortunas, destruyendo a la nación.

El 30 de noviembre de 1823 el duque de Angulema dio la última orden general desdeOyarzun, de regreso a Francia: «Habiendo terminado felizmente la campaña con la liberación del rey de España y la toma o sumisión de las plazas de su reino, hago constar al Ejército de los Pirineos, al abandonarlo, mi más viva satisfacción por su celo». Al día siguiente cruzaba la frontera por elrío Bidasoa. «La guerra de Francia contra la España constitucional había durado siete meses y medio. De ella salió como auténtico triunfador Fernando VII», concluyeEmilio La Parra López.[262]

La Década Ominosa

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Artículo principal: Década Ominosa
Retrato deFernando VII del pintorVicente López realizado en 1828 por encargo delBanco de San Carlos. Así lo describe el historiadorEmilio La Parra López: «Vestido de capitán general, con todas las condecoraciones importantes y el cetro en la mano derecha, el rey está sentado, postura poco habitual en la historia española de los retratos reales, con la mano izquierda posada sobre unos libros colocados en una mesa. En el tejuelo de uno de ellos se lee: 'R. CÉDULA DEL BANCO DE S. FERNANDO'. La obesidad y las acusadas entradas en el cabello son bien manifiestas. Este lienzo, ha dicho J.L. Díez, ofrece 'sin duda la imagen más sincera del abotargado monarca en su edad madura'. Es también la del rey reformista, preocupado por impulsar la economía del reino».[263]

El términoDécada Ominosa —es decir, abominable— fue acuñado por los liberales que sufrieron la represión y el exilio durante esos diez años.[264]​ El hispanista francésJean-Philippe Luis ha matizado esta visión del periodo: «Por una parte, la década ominosa no se reduce al fin de un mundo sino que participa en la construcción delEstado y de lasociedad liberal. Por otra parte, el régimen es al mismo tiempo tiránico y voluntaria o involuntariamente reformador». Esto último constituye lo que Luis llama «la otra cara de la década ominosa».[265]

Represión y exilio

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La represión fue mayor que en 1814, cuando se produjo laprimera restauración de la monarquía absoluta, entre otras razones porque había muchos más liberales en 1823 que nueve años atrás.[266]​ En cuanto Fernando VII recuperó el 1 de octubre sus poderes absolutos incumplió su promesa de un «olvido general completo y absoluto de todo lo pasado, sin excepción alguna».[267][268]​ El duque de Angulema fracasó en su intento de que Fernando VII pusiera fin «a los arrestos y destierros arbitrarios, medidas opuestas a todo Gobierno arreglado y a todo orden social».[269]​ De hecho durante los años siguientes las tropas francesas que permanecieron en España en virtud del convenio firmado entre las dos monarquías intervendrán en numerosas ocasiones para proteger a la población con simpatías liberales del hostigamiento y los excesos represivos de los absolutismo.[270]

Riego conducido por los realistas a la cárcel de La Carolina (1835).

El símbolo de la represión desatada por Fernando VII, a pesar de los consejos de los franceses para intentar mitigarla,[251]​ fue la ejecución en la horca en la Plaza de la Cebada de Madrid deRafael de Riego el 7 de noviembre de 1823.[255][251]​ Otro caso que ejemplifica la dureza de la represión fue el deJuan Martín Díez, «el Empecinado», guerrillero y héroe de laGuerra de la Independencia.[251]​ Pasó más de veinte meses en la cárcel en condiciones inhumanas hasta que tras un remedo de juicio fue ahorcado el 19 de agosto de 1825.[271][272][273]

Grabado titulado «Autodafé à Valence (Juillet 1826)» que supuestamente reproduciría la ejecución por herejía de Cayetano Ripoll, pero que en realidad representa unauto de fe de laInquisición (el reo lleva unsambenito y va a ser quemado en la hoguera). Ripoll fue ahorcado por una sentencia de laJunta de Fe de ladiócesis de Valencia y su cadáver solo fue "quemado" simbólicamente. La ejecución de Ripoll tuvo lugar en la plaza del Mercado de Valencia, y los edificios, seguramente inventados, que aparecen en el grabado no son los de esa céntrica plaza de la ciudad.

Un mes antes de la detención deEl Empecinado se habían decretado penas de muerte y prisión para los que se declararan partidarios de laConstitución. También llevaban tiempo funcionando las juntas de purificación para los funcionarios de la Administración del Estado.[274]​ Asimismo se establecieroncomisiones militares, encargadas de perseguir a los que se hubieran manifestado, de palabra o de hecho, en contra del régimen absoluto o a favor del constitucional.[275][276]​ Asimismo se crearon en algunas diócesis lasJuntas de Fe que asumieron parte de las funciones y de los métodos de laInquisición, que no fue restaurada a pesar de las presiones de los «ultrabsolutistas». Una de sus víctimas sería el maestrodeísta valencianoCayetano Ripoll, ejecutado por «hereje contumaz» el 31 de julio de 1826. Para centralizar la represión y evitar los «excesos populares» se creó en enero de 1824 laSuperintendencia General de Policía, que también asumió el control ideológico que antes ejercía la Inquisición.[277]

Represión de liberales en las cercanías de la ciudadela deBarcelona, custodiados porMozos de Escuadra bajo la supervisión delconde de España, gobernador de aquella plaza tras el fin delTrienio Liberal.

Una de las víctimas de la represión fue el clero liberal, o simplemente el que no se había opuesto al régimen constitucional, y fue ejercida sobre todo por la propia Iglesia Católica.[278]​ Otro de los sectores que fue víctima de la represión fue el Ejército. Fernando VII ordenó a su gobierno en diciembre de 1823: «Disolución del ejército y formación de otro nuevo». Así, cientos de oficiales fueron sometidos a «procesos de depuración» muchos de los cuales acabaron con su expulsión del Ejército, temporal o definitiva.[279]

La presión de las potencias europeas obligó a Fernando VII a decretar el 11 de mayo de 1824 un «indulto y perdón general» pero esta amnistía contenía tantas excepciones[280]​ que en la práctica suponía la condena de todos aquellos comprendidos en ellas, por lo que se produjo el efecto paradójico de que muchas personas, que hasta entonces pensaban que estaban seguras, abandonaran España a raíz de su promulgación.[281][282]

La durísima represión desatada contra los liberales provocó que, como en 1814, muchos de ellos marcharon alexilio. Fue el mayor exilio político que vivió laEuropa de la Restauración.[283]​ Se calcula que pudieron ser unos 15 000 —alrededor de 20 000, según algunas estimaciones—[284][285]​ y sus principales destinos fueron Francia (que acogió al 77 %), Inglaterra (el 11 %),[286]​ Gibraltar y Portugal, por ese orden. En Francia muchos liberales habían sido llevados allí como prisioneros de guerra (buena parte de ellos eran soldados y suboficiales del ejército español y miembros de la Milicia Nacional). En Inglaterra fue donde se refugiaron la mayor parte de los cargos públicos del Estado constitucional (diputados, secretarios del Despacho, jefes políticos, etc.), así como oficiales y jefes del Ejército, además de periodistas, intelectuales, y otros miembros destacados de la clase media ilustrada y liberal, con lo que el epicentro político y cultural del exilio se situó en Inglaterra (allí se organizarían las conspiraciones para derribar el absolutismo), mientras que en Francia se encontraban los sectores más populares.[266]

Los exiliados no se libraron de la vigilancia y el control de Estado absolutista pues con este fin Fernando VII creó una policía especial, llamada «alta policía» o «policía reservada», que estaba a las órdenes directas del Secretario del Despacho de Gracia y JusticiaCalomarde y actuaba al margen de laSuperintendencia General de Policía.Por otro lado, Juan Luis Simal ha destacado que el exilio liberal español, junto con elnapolitano, elpiamontés y elportugués (aunque en menor medida), «fue central para el desarrollo de una política liberal europea. Aparentemente de forma paradójica, la derrota delconstitucionalismo meridional en 1821-1823 reforzó el liberalismo europeo en las décadas siguientes. El exilio facilitó el contacto entre liberales de varios países y la formación de redes internacionales que mantuvieron vivo el compromiso político con los represaliados».[287]​ Nació así un «internacionalismo liberal» en el que los liberales españoles exiliados y su experiencia del Trienio desempeñaron un papel muy destacado.[288]

Los exiliados liberales pudieron comenzar a volver a España tras la aprobación de una primera amnistía en octubre de 1832, todavía en vida de Fernando VII, por una iniciativa de su esposa,María Cristina de Borbón, y de los absolutistas «reformistas», pero contenía muchas excepciones, por lo que el regreso definitivo no se produjo hasta la aprobación de una segunda amnistía en octubre de 1833, un mes después de la muerte de Fernando VII, que fue ampliada en febrero de 1834, tras la llegada al gobierno del liberalmoderadoFrancisco Martínez de la Rosa, que ya había encabezado el Gobierno varios meses durante el Trienio.[289]

La división de los absolutistas: «reformistas» frente a «ultras» (o «apostólicos»)

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Véanse también:Ultras (absolutismo) y Guerra de los Agraviados.

Así como en elTrienio Liberal (1820-1823) se produjo la escisión de losliberales entre «moderados» y «exaltados», durante la Década Ominosa fueron losabsolutistas los que se dividieron entre absolutistas «reformistas» —partidarios de «suavizar» elabsolutismo siguiendo las advertencias de laCuádruple Alianza y de laFrancia borbónica restaurada— y los absolutistas «ultras» o «apostólicos» que defendían la restauración completa del absolutismo, incluyendo el restablecimiento de laInquisición que el reyFernando VII, presionado por las potencias europeas, no había repuesto tras suabolición por los liberales durante el Trienio. Los ultras o apostólicos, también llamados ultrarrealistas o ultraabsolutistas, tenían en el hermano del rey,Carlos María Isidro de Borbón —heredero al trono porque Fernando VII después de tres matrimonios no había conseguido tener descendencia—, a su principal valedor, por eso también se les llamó en ocasiones «carlistas».[290]​ El conflicto más grave que protagonizaron losultraabsolutistas fue laGuerra dels Malcontents que se produjo en 1827 y tuvo como escenario Cataluña.[291]

Luis López Ballesteros, secretario del Despacho de Hacienda entre 1823 y 1832, fue uno de los absolutistas «reformistas» más destacados.

Tres decisiones del gobierno «reformista» nombrado por Fernando VII, respaldadas por él mismo, provocaron la ruptura de los absolutistas entre «reformistas» y «ultras».[292]​ La primera, y la que fue rechazada de forma más radical por los ultras por considerarla una concesión inadmisible al liberalismo, fue la no restauración de laInquisiciónabolida por los liberales en marzo de 1820 ―los «ultras» consideraban al Santo Oficio como el símbolo más importante delAntiguo Régimen en España―.[292][293][294]​ La segunda fue la creación en enero de 1824 de laSuperintendencia General de Policía, que se iba convertir en una institución clave en la política represiva del régimen absolutista y que asumió muchas de las funciones que hasta entonces había desempeñado la Inquisición, como la censura de libros ―por eso mismo fue rechazada por los ultras, ya que consideraban que el orden público debía estar controlado por el Santo Oficio y por losvoluntarios realistas y no por un cuerpo estatal centralizado de sospechoso «origen francés»―.[295][296]​ La tercera medida fue la concesión de una muy limitada amnistía («indulto y perdón general») a los liberales, que también fue rechazada por los «ultras» a pesar de que contenía tal cantidad de excepciones que prácticamente la hacía inoperante.[292][297][298]

El generalJosé de la Cruz, Secretario del Despacho de Guerra. La aprobación del reglamento de losVoluntarios Realistas, rechazado por estos que se negaron a cumplirlo, acabó causando la destitución de su cargo, siendo sustituido por el ultraJosé Aymerich.

Hubo un cuarto motivo para la ruptura. El acuerdo firmado en febrero de 1824 con lamonarquía francesa por el que permanecerían en España 45 000 hombres de losCien Mil Hijos de San Luis, desplegados en 48 plazas (Madrid, Cádiz, La Coruña, Badajoz, Cartagena, Vitoria, y varias poblaciones catalanas, entre ellas Barcelona, de la cornisa cantábrica y de la frontera pirenaica)[299]​ cada una con un comandante francés y con competencias sobre orden público ―el coste económico correría a cargo de la Hacienda española y el convenio sería renovado año a año hasta 1828―. En las proclamas ultras aparecerá con frecuencia el «¡Fuera los franceses!».[300]​ Un quinto motivo fue la aprobación a finales de febrero de 1824 por el Secretario del Despacho de Guerra, el generalJosé de la Cruz, del nuevo reglamento de losVoluntarios Realistas que fue muy mal recibido por éstos y se negaron a obedecerlo. En él se excluía del cuerpo a «los jornaleros y todos los que no puedan mantenerse a sí mismos y a sus familias los días que les toque servicio en su pueblo».[301]​ El 26 de agosto el general De la Cruz fue destituido, acusado de connivencia con el desembarco enTarifa del coronel liberalFrancisco Valdés Arriola que mantuvo la posición entre el 3 y el 19 de agosto ―36 miembros de la intentona fueron fusilados―. Su sustituto fue el «ultra»José Aymerich.[301][302][303]​ En 1826 se aprobó un nuevo reglamento de los voluntarios realistas que sí aceptaba a los jornaleros y además se ordenaba a las autoridades que prefiriesen «para los trabajos que puedan ofrecerse en los pueblos y en igualdad de circunstancias a los voluntarios realistas, en especial los jornaleros».[304]

Retrato deCarlos María Isidro de Borbón, hermano del rey y heredero al trono, porVicente López Portaña. El nombre de «Carlos V» fue aclamado en ocasiones por los ultras, cuyo ideario compartía.

En cuanto se confirmó que laInquisición no iba a ser restablecida y se aprobó en mayo de 1824 la amnistía, aunque fuera tan extremadamente limitada, losultras comenzaron a organizarse y a conspirar.[305][306]​ Contaron con el firme sostén de la Iglesia española[307]​ y de losVoluntarios Realistas, convertidos en el «brazo armado» del ultrarrealismo.[308][309]​ Y además tenían el apoyo del heredero al trono y hermano del reydon Carlos, el de su esposaMaría Francisca de Braganza y el de su cuñada laprincesa de Beira, hasta el punto que sus habitaciones en Palacio constituían el centro del «partido apostólico».[310]

Cuadro deDavid Wilkie que representa la reunión en una posada del mando de ungrupo guerrillero entre los que se encuentra un fraile. Wilkie estuvo en España entre octubre de 1827 y junio de 1828.

La primera insurrección «ultra» se produjo pocos días después de publicarse el decreto de la amnistía en mayo de 1824. La encabezó el jefe departida realista aragonésJoaquín Capapé, conocido comoEl Royo Capapé.[311]​ En Teruel reunió a varias decenas de oficiales y de soldados descontentos pero fueron apresados por las tropas enviadas por el gobernador de la provincia. Fue condenado al destierro por seis años aPuerto Rico, a donde llegó a finales de septiembre de 1827. Moriría poco después: el día de Navidad.[312]​ En septiembre del mismo año de 1824 se produjo la segunda intentona, que esta vez se desarrolló enLa Mancha, y que estuvo protagonizada, como la revuelta de Capapé, por oficiales realistas descontentos con el trato recibido tras haber participado en lacampaña de 1823 que había acabado con el régimen constitucional. El cabecilla eraManuel Adame de la Pedrada, un antiguo jefe de laspartidas realistas también conocido como ‘’El Locho”, y la justificación inmediata de la revuelta era, según declaró un testigo en la causa judicial, que «si el rey ha perdonado a los negros [a los liberales], nosotros no lo perdonamos». Sin embargo, la causa acabó por ser sobreseída porque prevaleció la idea de que la conjura había sido una maquinación «de los revolucionarios [liberales] para dividir y engendrar la discordia empezando por la Real familia». En la conjura también habían participadovoluntarios realistas.[313]​ Tenía planeado repartir entre sus hombres las tierras de un gran propietario local.[314]

Francisco Tadeo Calomarde, un destacado ultra que fue Secretario del Despacho de Gracia y Justicia desde enero de 1824 a octubre de 1832.
Ángel Lizcano: Fusilamientos de Bessières, ilustración de la obra deFernando Fernández de Córdoba,Mis memorias íntimas, t. I, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1886. Biblioteca Nacional de España.

La tercera intentona insurreccional, la más seria de las tres, tuvo lugar en agosto de 1825.[315]​ La encabezó el general realistaJorge Bessières. En la madrugada del 16 de agosto salió de Madrid al frente de una columna de caballería para incorporar enBrihuega (Guadalajara) a un grupo devoluntarios realistas comprometidos (Bessières había esparcido la noticia de que se pretendía restaurar laConstitución) y desde allí planeaba tomarSigüenza, pero la llegada a esa localidad de tropas enviadas por el gobierno encabezadas por elconde de España ―eran 3000 hombres frente a los 300 de Bessières― le hizo desistir. Dejó marchar a su tropa y el día 23 fue capturado enZafrilla. El 26 de agosto, por orden expresa del rey,[316]​ fue fusilado enMolina de Aragón junto con los siete oficiales que habían permanecido junto a él ―una semana antes había sido ejecutado el guerrillero liberalEl Empecinado enRoa―.[317][318][319][320]​ La conjura de Bessières contaba con ramificaciones en la capital y muchos de los implicados, entre ellos ultras muy significados, algunos de ellos clérigos, fueron detenidos por la policía, pero pasaron muy poco tiempo en la cárcel por «la complicidad de algunas autoridades o, cuando menos, su temor a las consecuencias que para el gobierno podría tener una persecución general contra el partido ultra o carlista».[317]

El levantamientoultraabsolutista más importante de toda la década (y que está considerado como un «ensayo general» de laprimera guerra carlista) fue la llamada «guerra dels malcontents» («guerra de los agraviados»).[321][322]​ Tuvo su escenario principal en Cataluña, aunque también hubo insurrecciones ultras pero de menor entidad en elPaís Vasco,Valencia,Andalucía,Aragón yLa Mancha. Comenzó en la primavera de 1827 con la formación de las primeraspartidas realistas en lasTierras del Ebro.[323]​ pero cuando llegó a su apogeo fue en verano.[324]​ Los insurrectos, en su mayoría campesinos y artesanos,[325]​ llegaron a movilizar en Cataluña entre 20 000 y 30 000 hombres y a mediados de septiembre ocupaban la mayor parte delPrincipado.[321][326][324]​ Los dirigentes de la rebelión eran antiguos oficiales realistas del «ejército de la fe» que había combatido junto con el ejército francés de losCien Mil Hijos de San Luis.[327]

El 28 de agosto constituyeron enManresa unaJunta superior provisional de gobierno delPrincipado presidida por el coronelAgustín Saperes, llamado «Caragol»,[328]​ quien en un bando del 9 de septiembre insistía en la fidelidad al rey Fernando VII.[329]​ Para legitimar la rebelión los «malcontents» alegaban que el reyFernando VII estaba «secuestrado» por el gobierno por lo que su objetivo era «sostener la soberanía de nuestro amado rey Fernando», aunque también se dieron vivas a «Carlos Quinto», el hermano del rey y heredero al trono, que compartía el ideario ultra.[330][329]

Palacio arzobispal de Tarragona. Allí firmó Fernando VII elManifiesto para poner fin a la rebelión de los «malcontents».

Ante la magnitud de la rebelión y su extensión fuera de Cataluña el gobierno decidió enviar un ejército al Principado, con el notorio absolutistaconde de España al frente como nuevo capitán general, y, al mismo tiempo, organizar una visita del rey a Cataluña (a donde llegó, vía Valencia, a finales de septiembre acompañado de un único ministro, el «ultra»Francisco Tadeo Calomarde) para disipar toda duda acerca de su supuesta falta de libertad y para que exhortara a los sublevados a que depusieran las armas.[331][329][332][333][334]​ El 28 de septiembre se hizo público unManifiesto de Fernando VII desde elPalacio arzobispal de Tarragona en el que decía:[335]

Ya veis desmentidos con mi venida los vanos y absurdos pretextos con que hasta ahora han procurado cohonestar su rebelión. Ni yo estoy oprimido, ni las personas que merecen mi confianza conspiran contra nuestra Santa Religión, ni la Patria peligra, ni el honor de mi Corona se haya comprometido, ni mi Soberana autoridad es coartada por nadie.

El efecto delManifiesto fue inmediato y provocó la rendición o la desbandada de muchos de los insurgentes. A los pocos días Manresa, Vic, Olot y Cervera se entregaron sin resistencia. Aunque la rebelión aún continuaría durante algunos meses, a mediados de octubre se podía dar por acabada.[336][337][335]​ Durante ese tiempo, como ha señaladoJuan Francisco Fuentes, «la represión actuó de forma implacable sobre los sublevados, con ejecuciones sumarias y detención de sospechosos tanto en Cataluña como en el resto de España, donde el levantamiento contaba con numerosos partidarios».[331]​ La represión en Cataluña la dirigió elconde de España que también la extendió a los liberales, tras el abandono de Cataluña por parte de las tropas francesas que hasta entonces les habían protegido.[338][339]​ «Los catalanes tardarían en olvidar la dureza practicada por el conde de España en la represión de los sublevados», ha afirmado Emilio La Parra López.[340]

En cuanto a las consecuencias de la «guerra dels malcontents», Ángel Bahamonde y Jesús A. Martínez han subrayado que su fracaso marcó «un nuevo rumbo en los realistas». «Sintiéndose defraudados por un Rey legítimo que representaba sus principios y querían defender, la proclividad hacia la alternativa del Infante [don Carlos] empezó a tomar cuerpo».[341]

Las fracasadas conspiraciones liberales

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Pablo Iglesias, litografía deVicente Camarón por pintura de R. Trajani. Inscripción: «D. PABLO YGLESIAS / Regidor de Madrid en 1822 y capitán de cazadores de la milicia Nacional/ Bíctima de su patriotismo murió en Madrid el día 25 de Agosto de 1825 / mas siempre acompañado de su natural valor, dirigió al pueblo las palabras / de libertad ó muerte, á el tiempo de ejecutarse su sentencia».Biblioteca Nacional de España.

Los liberales estaban convencidos de que se podía repetir la experiencia de larevolución de 1820, es decir, «de que bastaría con que un caudillo liberal pusiera pie en suelo español y proclamase la buena nueva de la libertad para conseguir que el pueblo entero le siguiese».[342]​ «No comprendían que desde 1823 el terror había realizado su trabajo con mucha efectividad y que el gobierno, incompetente en materias como las de la hacienda, era mucho más eficaz en las artes de la vigilancia y la represión», ha afirmadoJosep Fontana.[343]

El primer intento en llevar a cabo esta «utopía insurreccional del liberalismo» tuvo lugar el 3 de agosto de 1824. Fue unpronunciamiento encabezado por el coronel exiliadoFrancisco Valdés Arriola que, partiendo desde Gibraltar, tomó la ciudad deTarifa y mantuvo la posición hasta el 19 de agosto. Al mismo tiempo un segundo grupo dirigido porPablo Iglesias desembarcaba enAlmería con la esperanza de recibir el apoyo de «miles de adictos». Pero las dos operaciones fracasaron porque, en contra de lo que esperaban los liberales, no encontraron ningún apoyo de la población.[301][342][344][345]​ Los más de cien capturados en la intentona, en cuya detención intervinieron también tropas francesas,[344]​ fueron ejecutados inmediatamente. Pablo Iglesias sería ahorcado en Madrid el 25 de agosto del año siguiente, mientras que el coronel Valdés logró escapar a Tánger junto con unos cincuenta de sus hombres.[346][347]

El segundo intento insurreccional estuvo protagonizado por el coronelAntonio Fernández Bazán y su hermanoJuan que organizaron en febrero de 1826 un desembarco enGuardamar. Fueron perseguidos por losvoluntarios realistas y apresados junto con los hombres a su mando. Todos ellos fueron fusilados.[348][349][350][351]​ Antonio Fernández Bazán, malherido, fue torturado para que confesara «la trama y proyectos de sus conspiraciones» y, temiendo que muriera antes, fue fusilado el 4 de marzo enOrihuela «en la misma parihuela en que le llevaban por sus heridas gangrenosas».[350]

El generalFrancisco Espoz y Mina. Presidió en el exilio la Junta de Londres y encabezó un intento de invasión de España porVera de Bidasoa.

El triunfo de laRevolución de Julio de 1830 que puso fin al absolutismo en Francia y dio paso a lamonarquía constitucional deLuis Felipe de Orleans supuso un gran impulso a los planes insurreccionales de los exiliados liberales españoles que esperaban contar el apoyo del nuevo gobierno francés (aunque este finalmente, en cuanto consiguió el reconocimiento de Fernando VII, no sólo no los apoyaría sino que ordenaría disolver las concentraciones de liberales españoles en la frontera).[352]

El 22 de septiembre de 1830 se formaba enBayona una junta insurreccional a la que se sumóFrancisco Espoz y Mina. En octubre y noviembre organizó varias expediciones militares en los Pirineos pero todas acabaron fracasando. La deVera de Bidasoa, que se produjo entre el 20 y el 24 de octubre, la dirigió personalmente Mina.[353][354]​ Coincidiendo con la operación de Vera de Bidasoa se produjo un intento de invasión por Cataluña encabezado por el coronelAntonio Baiges ―se hizo enarbolando la bandera tricolor francesa y la bandera tricolor de España (roja, amarilla y morada)―. Todas estas operaciones fracasaron porque no obtuvieron respuesta del interior y también porque se hicieron de forma precipitada debido a la presión de la gendarmería francesa desplegada en la frontera que les obligó a adelantar sus planes.[355]

Elpeñón de Gibraltar hacia 1830.

Por su parteJosé María Torrijos, el otro líder del exilio liberal junto con Espoz y Mina, siguió preparando un levantamiento en el sur de España desde Gibraltar.[356]​ Entre octubre de 1830 y enero de 1831 tuvieron lugar las dos primeras intentonas, porAlgeciras y porLa Línea de la Concepción, respectivamente, pero ambas fracasaron ―casi al mismo tiempo las juntas del interior fieles a Mina, coordinadas por una Junta Central de Madrid, encabezada por Agustín Marco-Artu, realizaban varias tentativas en elCampo de Gibraltar, laSerranía de Ronda y labahía de Cádiz que también fracasaron―.[357][358][359][360]

El 21 de febrero tomóLos BarriosSalvador Manzanares al frente de una cincuentena de hombres, pero no solo no recibieron la ayuda prometida de los liberales de la zona de Algeciras y de laSerranía de Ronda sino que fueron traicionados ―siete de los supervivientes pudieron huir y volver a Gibraltar; Manzanares también huyó pero fue finalmente apresado enEstepona y fusilado el 8 de marzo―. Casi al mismo tiempo se produjo una rebelión en Cádiz apoyada por una brigada de la marina que también fue aplastada ―los insurrectos que no lograron huir a África, donde se tuvieron que convertir al islam para salvar la vida, fueron ajusticiados por haber dado «el infame grito de libertad»—. En los días siguientesLa Gaceta de Madrid anunciaba «el término de las tentativas revolucionarias en la Península», con un balance de «quince expediciones hechas por diferentes puntos y por diversos gefes [sic] desde al año de 24».[361]​ Gracias a una delación a cambio de dinero, la policía detuvo a varios miembros de la junta que encabezaba en Madrid Marco-Artu. Alguno pudo escapar como el jovenSalustiano Olózaga pero otros fueron ejecutados como Juan de la Torre, por haber dado un «viva la libertad», y el libreroAntonio Miyar.[362]

Fusilamiento de Torrijos en laplaya de San Andrés (Málaga) porAntonio Gisbert Pérez, en 1888 (Museo del Prado).

A pesar de todos reveses José María Torrijos no se desanimó y encabezó el último intento de «rompimiento» por el sur al que se debían sumar los liberales del interior. El 2 de diciembre de 1831 Torrijos desembarcó enFuengirola, engañado por el gobernador de Málaga,Vicente González Moreno, que se había hecho pasar por un conjurado liberal de nombre en clave «Viriato» y que fue quien organizó la trampa que concluyó con la detención el 5 de diciembre enAlhaurín el Grande, donde se habían refugiado, de Torrijos y de los 52 hombres que le acompañaban «enarbolando la bandera tricolor [roja, amarilla, morada] y gritando ¡Viva la libertad!». Fueron fusilados en dos turnos en laplaya de San Andrés el 11 de diciembre, entre ellos un adolescente de quince años del que se creía que hacía las funciones de grumete pero que era ajeno a los hechos.[357][358][359][360][363]​ González Moreno («Viriato») fue recompensado con el nombramiento de capitán general de Granada.[364]​ La noticia del fusilamiento de Torrijos y de sus 48 compañeros que habían sobrevivido, difundida por toda Europa, causó una honda conmoción especialmente en Francia y en Gran Bretaña donde aparecieron numerosos artículos en la prensa denunciando la actuación del Gobierno español.[365]

Con su fusilamiento «finalizó la trayectoria de una figura emblemática en la forma de entender el liberalismo y una larga secuencia de proyectos insurreccionales basados en elpronunciamiento. Se abandonaba esta estrategia como método de desbancar el absolutismo y una forma de entender larevolución liberal. Elliberalismo llegaría a través de un complejo proceso de transición, que ya estaba empezando a configurarse».[366]​ Unos meses antes (en mayo) había sido ejecutadaMariana Pineda, una joven viuda granadina, por habérsele encontrado una bandera morada en la que aparecían a medio bordar las palabras «Libertad, Igualdad, Ley».[367][368][369][370]

El final del reinado de Fernando VII y el pleito sucesorio (1830-1833)

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María Cristina de Borbón-Dos Sicilias retratada porVicente López.
Véanse también:Pragmática Sanción de 1830 y Sucesos de La Granja (1832).

Tras la repentina muerte el 19 de mayo de 1829 de su tercera esposa,María Josefa Amalia de Sajonia,[371][372]​ el rey anunció solo cuatro meses después (el 26 de septiembre) que iba a casarse de nuevo.[373][374]​ La elegida para ser su esposa fue la princesanapolitanaMaría Cristina de Borbón-Dos Sicilias, sobrina de Fernando y 22 años más joven que él.[375][376]​ Se casaron por poderes el 9 de diciembre —el matrimonio fue ratificado el día 11—[377]​ y pocos meses después (el 31 de marzo) Fernando VII hacía pública laPragmática Sanción de 1789 aprobada al principio del reinado de su padreCarlos IV que abolía el Auto Acordado de 1713 por el que se había establecido en España laLey Sálica que impedía que las mujeres pudiesen reinar. De esta forma Fernando VII se aseguraba que, si por fin tenía descendencia, su hijo o hija le sucederían. A principios de mayo de 1830, un mes después de la promulgación de laPragmática, se anunció que la reina María Cristina estaba embarazada, y el 10 de octubre de 1830 nació una niña,Isabel, por lo queCarlos María Isidro de Borbón quedó fuera de la sucesión al trono, para gran consternación de sus partidariosultraabsolutistas (ya reconocidos como «carlistas»).[378][379][380]

Grabado de lajura de la princesa Isabel por lasCortes reunidas en laIglesia de san Jerónimo el Real el 20 de junio de 1833. A la «ostentosa» ceremonia le «siguieron diez días de fiestas: corridas a caballo en la Plaza Mayor, simulacros militares...».[381]

Los «carlistas», a los que la publicación de la Pragmática de 1789 les pilló por sorpresa,[382]​ no se resignaron a que la recién nacida Isabel fuera la futura reina e intentaron aprovechar la oportunidad que les proporcionó que el 16 de septiembre de 1832 se agravara el delicado estado de salud de Fernando VII —este se encontraba convaleciente en supalacio de La Granja (en Segovia)—.[383]​ Su esposa la reina María Cristina, presionada y engañada por los ministros «ultras», elconde de Alcudia yCalomarde, y por el embajador delReino de Nápoles (respaldado por el embajadoraustríaco, que es quien dirige «los hilos desde la sombra»),[384]​ que le aseguraron que el Ejército no le apoyaría en su Regencia cuando muriera el rey (e intentando evitar una guerra civil, según su propio testimonio posterior), influyó en su esposo para que revocara laPragmática Sanción del 31 de marzo de 1830. El día 18 el rey firmó la anulación de la Pragmática de la «ley sálica», por lo que la norma que impedía que las mujeres pudieran reinar, volvía a estar en vigor.[385][386]

Pero inesperadamente Fernando VII recobró la salud y el 1 de octubre destituyó al gobierno, que incluía a los ministros que habían engañado a su esposa, y el 31 de diciembre anulaba en un acto solemne el decreto derogatorio que jamás se había publicado (pues el rey lo había firmado con la condición de que no apareciese en el periódico oficialLa Gaceta de Madrid hasta después de su muerte), pero que los «carlistas» se habían encargado de divulgar. De esta forma Isabel, de dos años de edad, volvía a ser la heredera al trono.[385][386][387][388][389]

La ruptura definitiva con los «carlistas» se produjo con motivo de la decisión que adoptó el Gobierno el 3 de febrero de 1833 de expulsar de la corte a laprincesa de Beria por su implicación directa en las conspiraciones ultras y por la influencia que ejercía sobre su cuñado don Carlos, alentándole a que defendiera sus derechos a la sucesión frente a la hija del rey, Isabel.[390][391]​ Inesperadamente don Carlos comunicó que, junto con su esposaMaría Francisca de Braganza y sus hijos, acompañaría a su cuñada en su viaje a Portugal. Salieron de Madrid el 16 de marzo y llegaron a Lisboa el 29. De esta forma don Carlos eludía jurar a Isabel comoprincesa de Asturias y heredera al trono.[392][393]​ Durante las semanas siguientes Fernando VII y su hermano Carlos cruzaron una abundante correspondencia en la que quedó claro que este se negaba a jurar a Isabel como heredera («hallándome bien convencido de los legítimos derechos que me asisten a la corona de España», escribió), sellándose de esta forma la ruptura definitiva entre ambos. El rey acabó ordenándole que se instalara en losEstados Pontificios y que no regresara jamás a España, para lo que ponía una fragata a su disposición —orden que don Carlos no cumplió poniendo todo tipo de excusas—.[392][394]​ El 20 de junio se reunían lasCortes tradicionales en laIglesia de san Jerónimo el Real, como en 1789, para eljuramento de Isabel como heredera de la Corona.[395][396]​ Tres meses después, el domingo 29 de septiembre de 1833, moría el rey Fernando VII, iniciándose unaguerra civil por la sucesión a la Corona entre «isabelinos» —partidarios de Isabel II—, también llamados «cristinos» por su madre, que asume laregencia, y «carlistas» —partidarios de su tío Carlos—.[397][398][399][400][401]


Predecesor:
España durante la Guerra de Independencia

Periodos de la Historia de España

Restauración absolutista en España
Sucesor:
Reinado de Isabel II

Referencias

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  1. Aportaciones históricas y jurídicas sobre el reinado de Fernando VII. Madrid: Universidad Rey Juan Carlos. 2019. p. 133. «El reinado de Fernando VII se desenvolvió a lo largo de veinticinco años de enorme inestabilidad política y complejidad jurídica e institucional. Se inició con el golpe de Estado que protagonizó este monarca contra su padre, Carlos IV, y el valido Manuel Godoy, conocido como Motín de Aranjuez, en marzo de 1808; y concluyó con el fallecimiento de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833.» 
  2. Ribot, Luis.«¿Hispánica, católica o de España? Precisiones sobre la monarquía de los Austrias».Boletín de la Real Academia de la Historia 220 (2023). 
  3. Agustín Argüelles (1776-1844): padre del constitucionalismo español. Ediciones Atlas. 1990. p. 94. «“Fernando VII (ya rey nominal de España desde el 19 de marzo de 1808 en Aranjuez)”». 
  4. Miguel Morayta (1908).Las Constituyentes de la República española. p. IV. 
  5. «El regreso a España del rey Fernando VII, 'el Deseado'».MuyHistoria.es. 13 de marzo de 2018. Consultado el 17 de julio de 2020. 
  6. Ariza Trinidad, Eva (2022). Editex, ed.Ámbito Lingüístico y Social I ESO. p. 297. 
  7. Fuentes, 2007, p. 12-14.
  8. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 28.
  9. abFuentes, 2007, p. 14-16.
  10. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 28-31.
  11. Glover, 1972, p. 34. "Incluso los Borbones españoles nunca se hundieron más bajo que esto"
  12. Fuentes, 2007, p. 16-21. "Es inevitable preguntarse, como haría más de un siglo después un político y escritor español,Manuel Azaña, qué llevó a los españoles a luchar por los derechos al trono de semejante personaje"
  13. La Parra López, Emilio (2017).«Aspiraciones a la Corona española tras las abdicaciones de Bayona».HispanismeS, hors-série 1: 151-174. «El 5 de mayo de 1808, Carlos IV renunció formalmente en Bayona a sus derechos al trono español en favor de Napoleón. Al día siguiente lo hizo Fernando VII, quien había sido proclamado rey de España el 19 de marzo anterior. Acto seguido, ambos se trasladaron sin ofrecer resistencia a la residencia fijada a cada uno por Napoleón: Carlos IV, la reina María Luisa y su tercer hijo varón, el infante Francisco de Paula, al palacio de Compiègne (luego se mudaron a Marsella y, más tarde, a Roma, donde falleció el monarca en 1819) y Fernando VII al château de Valençay; allí vivió, acompañado de su hermano Carlos María Isidro y su tío don Antonio, durante los seis años de la guerra librada entre los españoles y Napoleón». 
  14. abFuentes, 2007, p. 21-33.
  15. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 32-39; 50-76.
  16. La Parra López, 2014, p. 207-208. "Esta legalidad [de las abdicaciones de Bayona] únicamente fue reconocida por una parte de los españoles, los llamados 'afrancesados' o 'josefinos'. El resto –la mayoría- negó todo valor a lo acordado en Bayona y declaró la guerra a Napoleón en nombre de Fernando VII, a quien se ensalzó hasta el paroxismo y se proclamó único rey de España (único, no solo para manifestar el rechazo de José I, el monarca impuesto en virtud de los acuerdos de Bayona, sino también para disipar toda duda sobre la vuelta de Carlos IV). En nombre de Fernando VII hicieron la guerra los españoles y se dotaron de un nuevo sistema político"
  17. Arias Castro, Tomas (2011).La Constitución de Cádiz Y Florencio Del Castillo: Legado de Una Época. Costa Rica: Editorial Universidad Estatal a Distancia. p. 34. «Así pues, la mayoría de los diputados peninsulares no aceptó otra forma organizativa que la monarquía unitaria y centralizada frente a la que los planteamientos autonomistas no hacían sino romper la nación única.» 
  18. Valeriano Bozal,Francisco Goya, vida y obra, (2 vols.) Madrid, Tf., 2005, vol. 2, pág. 127.ISBN 84-96209-39-3.
  19. abRamos Santana, 2020, p. 76.
  20. Fontana, 1979, p. 26-30; 116-124.
  21. abRújula y Chust, 2020, p. 24.
  22. Fontana, 1979, p. 27-28.
  23. Fontana, 1979, p. 26. "Lo que se les encomendaba era una tarea imposible: mantener en funcionamiento un sistema político inviable"
  24. Ramos Santana, 2020, p. 76-77. "Los pronunciamientos fueron encabezados por militares, hombres que participaron en la Guerra de la Independencia, ganando prestigio y subiendo en el escalafón, militares que se sintieron inmersos en la corriente de cambio político surgido durante la contienda, a la sombra de la labor de las Cortes en Cádiz. [...] La defensa de lasoberanía y la libertad implicaba un cambio de mentalidad fundamental, desde el momento en que los militares que protagonizaron o participaron en los pronunciamientos, comenzaron a sentirse soldados de la nación, miembros del ejército nacional y no de la milicia real"
  25. abSánchez Martín, 2020, p. 134-136.
  26. Fontana, 1979, p. 125-134.
  27. La Parra López, 2018, p. 376-377; 379.
  28. Buldain Jaca, 1998, p. 10-11.
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  30. Gil Novales, 2020, p. 9.
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  32. Fontana, 1979, p. 137-138.
  33. abFuentes, 2007, p. 51.
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  36. Fuentes, 2007, p. 50-51.
  37. Rújula y Chust, 2020, p. 25.
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  39. Rújula, 2020, p. 7-8.
  40. Fuentes, 2007, p. 52.
  41. Fuentes, 2007, p. 58-59.
  42. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 128. "Las diferencias eran más estratégicas que doctrinales"
  43. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 128.
  44. Rújula y Chust, 2020, p. 37-38.
  45. Fontana, 1979, p. 139; 149.
  46. Gil Novales, 2020, p. 19; 24.
  47. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 128-129.
  48. Rújula y Chust, 2020, p. 38.
  49. Gil Novales, 2020, p. 16. "El famosoPlan de Cámaras, es decir, un Senado aristocrático que desvirtúe la voluntad popular"
  50. Fontana, 1979, p. 142.
  51. Gil Novales, 2020, p. 14.
  52. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 123. "En el mes de septiembre aumentan las acusaciones de su vinculación con actividades radicales y excesos superadores del rumbo del régimen"
  53. Fuentes, 2007, p. 58. "A juicio de los exaltados, el régimen no podía renunciar a las sociedades patrióticas si quería acercar el espíritu de la Constitución a las clases populares como forma de integrarlas en una gran alianza con las clases medias y el ejército constitucional, que debía hacer posible el definitivo triunfo de una revolución amenazada por sus enemigos interiores y exteriores"
  54. Fuentes, 2007, p. 54; 57.
  55. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 123.
  56. Gil Novales, 2020, p. 23-24.
  57. Fontana, 1979, p. 143-144.
  58. Gil Novales, 2020, p. 24.
  59. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 130-132.
  60. Sánchez Martín, 2020, p. 137. "En cuanto a la Milicia Nacional, bajo la apariencia de un ejército de reserva, encontramos una fuerza armada popular garante de la Constitución (la nación en armas), en cierto contrapeso teórico con el propio ejército. Tenía carácter local y provincial, estaba regida por una ordenanza diferente a la del ejército permanente y la formaban civiles que recibían instrucción militar a tiempo parcial"
  61. Gil Novales, 2020, p. 45-46.
  62. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 140.
  63. Rújula y Chust, 2020, p. 59-60.
  64. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 141. "Hombres de las elites moderadas, partidarios de la transacción y el pacto, y opuestos a la dinámica popular percibida como revolución social"
  65. Gil Novales, 2020, p. 48.
  66. abcBahamonde y Martínez, 2011, p. 141.
  67. Rújula y Chust, 2020, p. 62.
  68. abRújula, 2020, p. 17.
  69. Rújula y Chust, 2020, p. 63.
  70. Rújula y Chust, 2020, p. 47.
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  74. Artola Renedo, 2020, p. 272-273.
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  77. Fontana, 1979, p. 156-157.
  78. abcdFuentes, 2007, p. 65.
  79. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 127.
  80. Gil Novales, 2020, p. 34. ”Los campesinos… en muchas partes de España estaban negándose al pago de diezmos yprimicias
  81. Rújula y Chust, 2020, p. 48. "La medida implicaba un reajuste completo de su base económica [de la Iglesia], en especial del clero parroquial, a cuyo mantenimiento estaban preferentemente destinados los diezmos y las primicias"
  82. Fontana, 1979, p. 33.
  83. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 135.
  84. Fontana, 1979, p. 33-34.
  85. Fuentes, 2007, p. 64; 66-67. "El Estado aparecía ante los campesinos como un recaudador inflexible, cuya supuesta voracidad fiscal agravaba la situación de crisis extrema en que se encontraba la agricultura española"
  86. Gil Novales, 2020, p. 35. "Aunque algún diputado dijera que no era necesaria la sanción real, ya que no se trataba de una nueva ley, sino solo la interpretación de un ley anterior de las Cortes, ya promulgada"
  87. Fontana, 1979, p. 155-156.
  88. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 131.
  89. Fontana, 1979, p. 156.
  90. Rújula y Chust, 2020, p. 64-65.
  91. Frasquet, 2020, p. 155-156.
  92. Gil Novales, 2020, p. 21.
  93. Frasquet, 2020, p. 161. ”La certidumbre de que la sola aceptación del texto constitucional y su aplicación en América mudaría la guerra en paz y atraería a los americanos rebeldes de nuevo al seno de la monarquía, se había convertido en el discurso oficial del gobierno y en un convencimiento personal para muchos”
  94. Frasquet, 2020, p. 161.
  95. Frasquet, 2020, p. 159-160.
  96. Rújula y Chust, 2020, p. 67.
  97. Frasquet, 2020, p. 165; 171.
  98. Rújula y Chust, 2020, p. 69. "Los diputados americanos lanzaron una ofensiva parlamentaria muy estudiada. Esta consistió en un plan para descentralizar en América las competencias del Estado y administrar los recursos económicos desde las provincias. [...] Una propuesta política y económica entre el colonialismo y el independentismo"
  99. Frasquet, 2020, p. 171.
  100. Rújula y Chust, 2020, p. 69-71.
  101. Frasquet, 2020, p. 172.
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  104. Frasquet, 2020, p. 173-174.
  105. Rújula y Chust, 2020, p. 74-75.
  106. Rújula y Chust, 2020, p. 75.
  107. Frasquet, 2020, p. 182. "Paradójicamente, la Constitución, o más bien la imposibilidad de reformarla, se iba a convertir en el principal escollo para la resolución de la cuestión americana"
  108. abcGil Novales, 2020, p. 34.
  109. Frasquet, 2020, p. 174.
  110. Frasquet, 2020, p. 174-175.
  111. Frasquet, 2020, p. 175.
  112. abFrasquet, 2020, p. 176.
  113. Arnabat, 2020, p. 285; 288.
  114. Rújula y Chust, 2020, p. 137; 147-148. "Fernando VII se mantuvo hasta el último momento al frente del Ejecutivo y no renunció a las atribuciones que le reconocía la Constitución. Exteriormente nunca rompió con el régimen, de ahí que sus acciones contrarias a este siempre se desarrollaran en un plano clandestino, oculto a las miradas extrañas"
  115. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 145.
  116. Rújula y Chust, 2020, p. 148. "Conspiró, traicionó, simuló, engañó, se desdijo... y todo ello para conseguir ese objetivo mayor que era poner fin al régimen constitucional"
  117. La Parra López, 2018, p. 400-401. "Los documentos guardados por el rey en sus dependencias particulares y los 'Papeles deUgarte', entre otros testimonios, demuestran la participación directa de Fernando VII en la organización e impulso del movimiento contrarrevolucionario durante el Trienio"
  118. Fontana, 1979, p. 31-32.
  119. Arnabat, 2020, p. 289.
  120. Fuentes, 2007, p. 63.
  121. Arnabat, 2020, p. 293-295. "La acción de las partidas realistas se fue desplazando del sur (Andalucía) y del centro peninsular (La Mancha) hacia el norte: Galicia, Asturias, Castilla y León, Extremadura, el País Vasco, Navarra, Aragón; País Valenciano y Cataluña; y su número se triplicó entre 1820 y 1821"
  122. Rújula, 2020, p. 10. "A continuación, se recluyó en El Escorial y se negó a regresar a Madrid para asistir a la ceremonia de clausura de la legislatura argumentando problemas de salud"
  123. Rújula y Chust, 2020, p. 54; 139.
  124. abcFontana, 1979, p. 37.
  125. Arnabat, 2020, p. 291. "Fracasados los primeros intentos contrarrevolucionarios, Fernando VII encargó la preparación de nuevos planes. Y el primero de ellos fue el que planeó el capellán de honor del rey, Matías Vinuesa"
  126. Rújula y Chust, 2020, p. 140-141. "Se trataba de un plan que tenía como eje el Palacio Real y contaba con la participación activa de Fernando VII. De hecho, solo necesitaba que estuviera en antecedentes el monarca, su hermano —el infante don Carlos—, el duque del Infantado y el marqués de Cartelar"
  127. Rújula, 2020, p. 14.
  128. La Parra López, 2018, p. 408. "Fue un proyecto un tanto descabellado, aunque lo que conocemos quizá solo sea el esbozo de sus preliminares, pues fue descubierto antes de dar el primer paso en su ejecución"
  129. Gil Novales, 2020, p. 37.
  130. Fuentes, 2007, p. 63. "De ahí el significado que el martillo alcanzó a partir de entonces entre los liberales más radicales como símbolo de una justicia sumaria y popular"
  131. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 146.
  132. Rújula y Chust, 2020, p. 57-58.
  133. La Parra López, 2018, p. 408. ”El suceso afectó a la credibilidad del régimen constitucional, tanto por su crueldad, como porque el Gobierno no fue capaz de garantizar la seguridad de un prisionero sometido a un procedimiento judicial. Mucho tuvo que ver, asimismo, la condición de clérigo de Vinuesa y su proximidad al rey”
  134. Arnabat, 2020, p. 296. "Actuaron sobre un terreno propicio: poca presencia militar constitucional, pobreza creciente de las clases populares y efectos negativos de algunas reformas liberales sobre los campesinos"
  135. Gil Novales, 2020, p. 52-53. "Hay pocos ejemplos en la historia de España de pena capital cumplida en un alto porcentaje, como si se tratase de un ciudadano cualquiera. También esto era admonitorio"
  136. Sánchez Martín, 2020, p. 149.
  137. La Parra López, 2018, p. 408. "Una vez conseguido el compromiso de un cuerpo militar, se pondrían en marcha dos acciones simultáneas: el rey convocaría a palacio a las principales autoridades constitucionales con poder ejecutivo para mantenerlas bajo su control y los realistas organizarían algaradas populares, que el monarca tomaría como excusa para declarar su vida en peligro, derogar la Constitución y asumir todos los poderes"
  138. Fuentes, 2007, p. 67.
  139. Fontana, 1979, p. 145-147.
  140. abcRújula, 2020, p. 25.
  141. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 142-143.
  142. Rújula, 2020, p. 25-26.
  143. Fuentes, 2007, p. 68.
  144. Gil Novales, 2020, p. 54.
  145. París Martín, 2020, p. 227.
  146. Fuentes, 2007, p. 68. "Los moderados, a los que una buena parte de la opinión pública liberal incluyó entre los grandes derrotados de aquella histórica jornada"
  147. Sánchez Martín, 2020, p. 150.
  148. Fontana, 1979, p. 38-39.
  149. Fuentes, 2007, p. 68-69.
  150. Ramón Solans, 2020, p. 368.
  151. Arnabat, 2020, p. 296; 298-300.
  152. abcArnabat, 2020, p. 299.
  153. Rújula y Chust, 2020, p. 147.
  154. Fontana, 1979, p. 38.
  155. abGil Novales, 2020, p. 56.
  156. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 149.
  157. Rújula, 2020, p. 27.
  158. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 147; 149.
  159. Arnabat, 2020, p. 299. "Los realistas consolidaron su dominio sobre el noroeste de Cataluña, elMaestrazgo (Aragón y País Valenciano), la mitad de Navarra y zonas del País Vasco, Galicia, Castilla y León"
  160. Sánchez Martín, 2020, p. 150. "Por ello Mina obtuvo amplias atribuciones políticas como dictar bandos, establecer delitos, penas y relevar de sus funciones a cualquier empleado militar sospechoso"
  161. Arnabat, 2020, p. 300.
  162. Arnabat, 2020, p. 301.
  163. Fontana, 1979, p. 39.
  164. La Parra López, 2018, p. 425.
  165. Torre del Río, 2020, p. 538.
  166. La Parra López, 2018, p. 430.
  167. Rújula y Chust, 2020, p. 166-167.
  168. Rújula y Chust, 2020, p. 167.
  169. Fontana, 2006, p. 33.
  170. abcdLa Parra López, 2018, p. 431.
  171. Fontana, 2006, p. 31.
  172. abTorre del Río, 2020, p. 531-533.
  173. La Parra López, 2018, p. 429.
  174. Torre del Río, 2011.
  175. La Parra López, 2018, p. 428.
  176. Torre del Río, 2020, p. 534-536. ”Con el zar Alejandro neutralizado por el rechazo generalizado a que sus ejércitos cruzaran el continente; con Metternich que, sin el apoyo británico, había optado por permitir la intervención de Francia; y conCanning dispuesto a permanecer neutral si Francia no cruzaba determinadas ‘líneas rojas’, el Gobierno de París, bajo el poderoso impulso de Chateaubriand, contaba con la seguridad de que su intervención militar en España no provocaría ningún conflicto internacional"
  177. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 151.
  178. Rújula y Chust, 2020, p. 168.
  179. Fuentes, 2007, p. 69-70.
  180. abFontana, 1979, p. 160.
  181. Fuentes, 2007, p. 69.
  182. Rújula, 2020, p. 29.
  183. Butrón Prida, 2020, p. 562.
  184. Butrón Prida, 2020, p. 563.
  185. abFontana, 2006, p. 39.
  186. Arnabat, 2020, p. 301-302.
  187. Fontana, 2006, p. 39. "Pero no conviene sobrevalorar la importancia militar de unas fuerzas que hasta entonces habían sido repetidamente derrotadas por el ejército regular español"
  188. Rújula y Chust, 2020, p. 169-170.
  189. abcFuentes, 2007, p. 70.
  190. Fontana, 1979, p. 160-161.
  191. Sánchez Martín, 2020, p. 151-153.
  192. Butrón Prida, 2020, p. 565-566.
  193. Fontana, 2006, p. 47-49. "Si Ballesteros se portó con una cobardía indigna, peor fue todavía la actuación de Morillo. [...] No fue mucho más ejemplar la conducta del conde de La Bisbal"
  194. Sánchez Martín, 2020, p. 151.
  195. Butrón Prida, 2020, p. 564. "La estrategia de no presentar batalla y ceder terreno en espera de la reacción británica; de circunscribir la resistencia a las ciudades importantes y plazas fuertes, que demostraron ciertamente gran capacidad de defensa; y de promover, sin éxito, la formación de partidas y guerrillas que hostigaran al invasor como en la pasada guerra, convirtiendo a las diputaciones en juntas de armamentos, contribuyó a la extensión de la imagen de la expedición como paseo militar"
  196. Fontana, 2006, p. 47. "Ni siquiera se podía considerar asegurada la situación en el centro del país..."
  197. abcFuentes, 2007, p. 71.
  198. Butrón Prida, 2020, p. 566.
  199. Fontana, 2006, p. 60.
  200. Butrón Prida, 2020, p. 565.
  201. La Parra López, 2018, p. 461. "Tres factores marcan la diferencias entre 1823 y 1808: la presencia física del rey, la carencia del incentivo religioso en la lucha contra el invasor y la falta del apoyo británico a los resistentes"
  202. Rújula y Chust, 2020, p. 170.
  203. Rújula, 2020, p. 31.
  204. Fontana, 2006, p. 68.
  205. Fontana, 2006, p. 70.
  206. Butrón Prida, 2020, p. 569.
  207. ab2020, Simal, p. 574.
  208. Fontana, 2006, p. 71-72.
  209. La Parra López, 2018, p. 484.
  210. Butrón Prida, 2020, p. 569-570.
  211. Fontana, 2006, p. 87.
  212. Rújula, 2020, p. 33.
  213. Rújula, 2020, p. 31-32.
  214. Gil Novales, 2020, p. 57-58.
  215. La Parra López, 2018, p. 439. "Uno dimitido y en funciones (el de San Miguel) y otro designado (el de Flórez Estrada), pero sin capacidad para actuar, pues los ministros no habían tomado posesión. En coyuntura especialmente crítica no se sabía con exactitud qué personas estaban al frente de la administración de la monarquía"
  216. Gil Novales, 2020, p. 58. "Todavía no ha entrado en la Península un solo soldado francés, y ya el Gobierno recalcitrante piensa en abandonar Madrid camino de Andalucía. Así, la derrota es segura"
  217. abRújula, 2020, p. 30.
  218. La Parra López, 2018, p. 440. "Los constitucionales pretendían organizar desde allí [Sevilla] la resistencia al Ejército invasor francés, cuya entrada en España se esperaba de un momento a otro. No se podía ocultar que el viaje era, asimismo, una especie de retirada"
  219. Fontana, 1979, p. 161.
  220. Fontana, 2006, p. 39; 45.
  221. Rújula y Chust, 2020, p. 171.
  222. Gil Novales, 2020, p. 58.
  223. abcdeBahamonde y Martínez, 2011, p. 152.
  224. La Parra López, 2018, p. 446-447.
  225. abRújula, 2020, p. 32.
  226. Fontana, 2006, p. 50.
  227. La Parra López, 2018, p. 451.
  228. Fontana, 2006, p. 50-51.
  229. La Parra López, 2018, p. 449-451.
  230. Fontana, 1979, p. 161-162.
  231. Fuentes, 2007, p. 71-72.
  232. Fontana, 2006, p. 51.
  233. La Parra López, 2018, p. 453-454; 456. "Los partidarios del sistema constitucional —en este caso no cabe distinguir entreexaltados ymoderados...— consideraron la formación de la Regencia el paso más adecuado para salir del atolladero en que el propio Fernando VII había llevado a las instituciones del Estado, debido a sus relaciones secretas con el invasor y a su negativa al traslado. Era, asimismo, una medida para garantizar la integridad física del rey"
  234. Rújula y Chust, 2020, p. 172-173.
  235. Rújula, 2020, p. 32-33. "La inhabilitación del rey fue utilizada con mucha habilidad por la regencia realista de Madrid explotando a su favor la idea de que con esta decisión se habían roto todas las reglas de la política. Fue la consagración del argumento de la cautividad que, si bien ya había circulado ampliamente con anterioridad, se veía confirmado con los hechos. Desde entonces, en la retórica realista, quedaba fuera de toda duda el carácter revolucionario exaltado de las Cortes"
  236. Rújula y Chust, 2020, p. 174.
  237. La Parra López, 2018, p. 456.
  238. Rújula y Chust, 2020, p. 173.
  239. Fontana, 1979, p. 162.
  240. Butrón Prida, 2020, p. 566. "Para aquel entonces la isla gaditana, comprendida por las ciudades de Cádiz y San Fernando, había trabajado en el refuerzo de sus defensas, en el aprovisionamiento de municiones y en el pertrecho de víveres para una población que se había visto notablemente incrementada con la llegada de refugiados y de tropas"
  241. Gil Novales, 2020, p. 59.
  242. Butrón Prida, 2020, p. 567.
  243. La Parra López, 2018, p. 466-467.
  244. Rújula y Chust, 2020, p. 176.
  245. Butrón Prida, 2020, p. 566-567. "La sensación de soledad también suponía un lastre, ya que durante la guerra de la Independencia se había contado con el apoyo directo de Gran Bretaña y Portugal, así como con el respaldo moral de todos los que luchaban en Europa contra el dominio napoleónico, en tanto que en 1823 los esfuerzos realizados para conseguir la implicación británica en la defensa de la causa liberal española habían fracasado"
  246. La Parra López, 2018, p. 470. "Las Cortes aceptaron la propuesta en su sesión secreta del 27 de septiembre por 74 votos a favor y 34 en contra"
  247. abRújula, 2020, p. 34.
  248. abFontana, 2006, p. 58.
  249. Fontana, 1979, p. 164.
  250. Fuentes, 2007, p. 71. "Las promesas de perdón hechas por el rey antes de abandonar Cádiz quedaron en nada y los liberales se encontraron en la tesitura de exiliarse, como en 1814, para evitar la muerte y la cárcel"
  251. abcdGil Novales, 2020, p. 60.
  252. Fontana, 2006, p. 59.
  253. abFontana, 2006, p. 81.
  254. Rújula y Chust, 2020, p. 178.
  255. abFontana, 1979, p. 165.
  256. Fontana, 1979, p. 164-165.
  257. Gil Novales, 2020, p. 60. "Lejos quedaba la Monarquía moderada, que buscaban los franceses y parte de sus amigos españoles"
  258. Rújula, 2020, p. 34-35. "El rey español había conseguido, una vez más, salirse con la suya, sin reformar la constitución, como le pedían las potencias europeas, ni recortar su poder"
  259. Butrón Prida, 2020, p. 567-568. "Al margen de su enorme coste económico, el precio pagado [por los franceses] por la culminación de su empresa [la 'liberación' de Fernando VII] incluyó la renuncia a la mayor parte de los argumentos políticos y las expectativas geoestratégicas barajados por el gobierno francés antes de su ejército cruzara el Bidasoa, entre ellos la ida del establecimiento de un régimen representativo moderado en España. La frustración de las previsiones francesas se debió en gran medida a su plan de desistimiento del ejercicio del poder político en los territorios que fueran sucesivamente arrebatados a la autoridad liberal"
  260. La Parra López, 2018, p. 475. "Venía a ser una recreación del Manifiesto del 4 de mayo de 1814"
  261. Rújula y Chust, 2020, p. "Un decreto arrogante y vengativo, redactado en un tono soberbio que resulta casi obsceno por su exhibición de retórica anticonstitucional... en medio de términos de resonancias teocráticas y absolutistas".
  262. La Parra López, 2018, p. 477-478.
  263. La Parra López, 2018, p. 29-30.
  264. Fuentes, 2007, p. 72.
  265. Luis, 2001, p. 86; 100-101. "En lo esencial, aborda lo que se percibe como neutro en materia política: el funcionamiento del aparato de Estado y la introducción de una cierta dosis de liberalismo en la economía"
  266. abFuentes, 2007, p. 72-73.
  267. Simal, 2020, p. 573.
  268. La Parra López, 2018, p. 475.
  269. La Parra López, 2018, p. 481.
  270. Simal, 2020, p. 574. "Hasta 1828, cuando las tropas francesas abandonaron España, las ciudades bajo su control se convirtieron en asilo para muchos comprometidos con la causa liberal"
  271. Fontana, 1979, p. 166.
  272. Simal, 2020, p. 578.
  273. Fontana, 2006, p. 184-185.
  274. La Parra López, 2018, p. 505.
  275. Fontana, 2006, p. 93-94. "Las comisiones militares, encargadas de juzgar a los liberales, hicieron su tarea represiva de manera brutal —Ramón de Santillán describía a la comisión de Valladolid como 'compuesta de furiosos que no encontraba otra pena que imponer que la de la muerte'— y, lo que es peor, lo hicieron sin ninguna norma establecida que permitiese apelar sus decisiones"
  276. Fuentes, 2007, p. 74.
  277. Simal, 2020, p. 574-578. "La aparición de unapolicía moderna en España estuvo íntimamente ligada a la represión y control de los liberales, una tendencia general en laEuropa de la Restauración"
  278. Fontana, 2006, p. 90. "Se les arrebataron las licencias de confesar y predicar y los beneficios de que disfrutaban, se mandó encerrarlos en 'lo monasterios de la más rígida observancia', se declararon nulas las disposiciones testamentarias que hubiesen tomado, etc."
  279. Fuentes, 2007, p. 74-75.
  280. La Parra López, 2018, p. 522. "Quedaban excluidos de la amnistía todos los que habían tenido algo que ver en los principales acontecimientos delTrienio. Entre otros, los militares y civiles que participaron en elpronunciamiento de 1820, los que forzaron al rey a jurar la Constitución, los integrantes de la Junta Provisional que propició la transición del sistema absoluto al constitucional, los miembros de las sociedades secretas, los autores de escritos contra los dogmas católicos, los comandantes de las las partidas constitucionales formadas tras lainvasión francesa, los diputados que votaron la creación de la Regencia constitucional de Sevilla y sus miembros, todos los que hicieron posible el viaje del rey a Cádiz y 'los jefes militares y civiles que continuaron mandando a los sublevados', los jueces y fiscales de las causas seguidas contra destacados realistas durante el Trienio, etcétera”
  281. Simal, 2020, p. 576-577.
  282. La Parra López, 2018, p. 519. ”Debía ser una especie de prueba de fuego de las intenciones apaciguadoras del rey, el acto destinado a poner fin a laguerra civil iniciada en 1822, pero contenía tantas excepciones que quedó desvirtuado por completo”
  283. Simal, 2020, p. 571-572. "Si el exilio liberal de 1814 había sido elitista, el de 1823 fue masivo. No solo políticos e intelectuales abandonaron España escapando de la represión fernandina, sino que también lo hicieron miles de hombres y mujeres de todo tipo de extracción social"
  284. Simal, 2020, p. 578. "La mayoría de ellos provenía de las provincias fronterizas con Francia y Portugal. En el conjunto de la emigración, estas provincias, junto con centros urbanos como Madrid, Barcelona, Cádiz, Valencia o Zaragoza, aportaron la mayoría de los aproximadamente 20 000 exiliados que salieron de España"
  285. Fontana, 2006, p. 98.
  286. Simal, 2020, p. 579.
  287. Simal, 2020, p. 572.
  288. Simal, 2020, p. 590-591.
  289. Simal, 2020, p. 594.
  290. Fuentes, 2007, p. 81-82.
  291. La Parra López, 2018, p. 554.
  292. abcFuentes, 2007, p. 74; 77.
  293. Fontana, 2007, p. 119-120. ”La Iglesia española… trató de conseguir que se restableciese la Inquisición, lo que hubiera asegurado su poder en la sociedad española, y al no conseguirlo, creó tribunales diocesanos que persiguieron con ensañamiento a los clérigos que habían colaborado con los liberales y que llegaron a extremos como la condena a muerte del maestrodeísta de Valencia,Cayetano Ripoll, ahorcado encima de un pozal en que se habían pintado unas llamas, ya que no se atrevieron a desafiar a la opinión europea quemándolo vivo”
  294. La Parra López, 2018, p. 498. ”[A Fernando VII] ya no le interesaba el Santo Oficio. A partir de 1823 no lo necesitaba, porque disponía de la policía, un instrumento represor eficaz, que ―esto era lo esencial― dependía directamente del poder civil"
  295. Fontana, 2007, p. 117. ”Las oligarquía locales preferían estas fuerzas más próximas [los voluntarios realistas], que podían manejar fácilmente, a una policía estatal centralizada”
  296. La Parra López, 2018, p. 498.
  297. Fontana, 2007, p. 119. ”’Un indulto y perdón general’ del que no se beneficiaba apenas nadie”
  298. La Parra López, 2018, p. 519-521; 523. ”Debía ser una especie de prueba de fuego de las intenciones apaciguadoras del rey, el acto destinado a poner fin a laguerra civil iniciada en 1822, pero contenía tantas excepciones que quedó desvirtuado por completo”
  299. La Parra López, 2018, p. 490. ”Con el tiempo, los efectivos de este Ejército fueron disminuyendo hasta quedar en la mitad de la cantidad inicial”
  300. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 158-159.
  301. abcBahamonde y Martínez, 2011, p. 158-160.
  302. Fontana, 1979, p. 42-43. ”El ministro de la Guerra, Cruz, será víctima de una conjura absolutista”
  303. Fontana, 2007, p. 122.
  304. Fontana, 2007, p. 122-123.
  305. Fuentes, 2007, p. 82-83.
  306. Fontana, 1979, p. 183.
  307. Fontana, 2007, p. 119. ”Enfrentada al liberalismo desde laetapa constitucional de Cádiz, la Iglesia española fue el más firme apoyo de las fuerzas que querían volver a la restauración total de los controles sociales delAntiguo Régimen
  308. Fuentes, 2007, p. 73-75.
  309. La Parra López, 2018, p. 504.
  310. Fontana, 1979, p. 45. ”Si bien el infante [don Carlos] deja hacer a los demás, sin comprometerse, su esposa Francisca y su cuñada, la princesa de Beira, no vacilan en alentar abiertamente la rebeldía [ultra]”
  311. Fontana, 1979, p. 183-184.
  312. Fontana, 2006, p. 173.
  313. La Parra López, 2018, p. 525-526. ”Además, su reincorporación a la vida civil [de los antiguos oficiales del "ejército de la fe"] le había supuesto la pérdida de la posición de autoridad y de alto reconocimiento social que habían gozado durante el tiempo de laguerra
  314. Fuentes, 2007, p. 83-84.
  315. Fontana, 2006, p. 183.
  316. La Parra López, 2018, p. 527.
  317. abFuentes, 2007, p. 85-86.
  318. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 161-162.
  319. Fontana, 1979, p. 43; 185-186.
  320. Fontana, 2007, p. 129-130.
  321. abFuentes, 2007, p. 86.
  322. Fontana, 1979, p. 187.
  323. Fontana, 2006, p. 223.
  324. abLa Parra López, 2018, p. 555.
  325. Fontana, 2006, p. 227.
  326. Torras, 1967, p. 3.
  327. Fontana, 2006, p. 228.
  328. Fontana, 2006, p. 227. ”Reunió una banda durante eltrienio; hombre de mucha influencia en Barcelona y sus alrededores, se le suponía en estrecha relación con los frailes deMontserrat
  329. abcBahamonde y Martínez, 2011, p. 165.
  330. Fuentes, 2007, p. 86. ”Las consignas de los rebeldes se movieron dentro de un repertorio ya conocido: la reivindicación de Carlos V y de la Inquisición, el exterminio de los ‘negros’ [los liberales], la defensa de la religión y, en algunos casos, la supresión de la policía, que se había convertido en la bestia negra de los ultras”
  331. abFuentes, 2007, p. 87.
  332. Fontana, 1979, p. 189.
  333. Fontana, 2007, p. 132.
  334. La Parra López, 2018, p. 555; 559-560. ”En 1827 Fernando VII necesitaba de un golpe de efecto, no sólo para imponerse al realismo extremista, sino también para afirmarse como monarca absoluto. Esto último revestía especial importancia después delcambio político operado el año anterior en Portugal
  335. abFontana, 2006, p. 231.
  336. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 166.
  337. La Parra López, 2018, p. 562.
  338. Fontana, 2006, p. 242-243. ”[El conde España] formó una policía secreta ‘de la hez de la sociedad, de criminales sacados de presidios y de otras personas de este jaez’ y, con la excusa de que en Barcelona había una conspiración constitucionalista, mandó hacer encarcelamientos en masa”
  339. Fontana, 2007, p. 133. ”Se le pudo ver [al conde de España] bailando en público mientras los ajusticiados morían en la horca”
  340. La Parra López, 2018, p. 561.
  341. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 166; 176. ”Después de los agraviados la opción de los realistas no se contemplaba ya a través de una sublevación apelando al Rey, sino de la herencia sucesora del infante Carlos, por eso basaron sus esperanzas en la sucesión ante un Monarca sin descendencia”
  342. abFontana, 2007, p. 126.
  343. Fontana, 2006, p. 297.
  344. abLa Parra López, 2018, p. 524.
  345. Fontana, 2006, p. 168-169.
  346. Fontana, 2007, p. 126-127.
  347. Fontana, 2006, p. 170. ”La represión no se detuvo en este centenar largo de ejecuciones, sino que en los meses siguientes siguieron goteando las penas de muerte: se ejecutó a siete vecinos deIgualeja entre septiembre y noviembre por haber intentado proclamar laconstitución, uno deIznájar lo era el 6 de octubre por haber pasado ‘proclamas subversivas dictadas por los revolucionarios de Gibraltar’, uno deEstepona el 6 de noviembre por haber tomado las armas ‘contra los soberanos derechos del rey’ y José López Herrera, el jefe del movimiento deJimena (Jaén), fue sentenciado a morir a garrote y a cortarle la cabeza, tal como se hizo el 13 de diciembre”
  348. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 167.
  349. Fontana, 1979, p. 43.
  350. abFontana, 2007, p. 127.
  351. La Parra López, 2018, p. 544.
  352. Fontana, 2006, p. 297-299. ”Lo que les interesaba [a los franceses] era obtener el reconocimiento internacional y, si bien el apoyo a los revolucionarios españoles podía servir para forzar a Fernando VII a abandonar su actitud hostil, no les convenía aparecer en el escenario europeo como patrocinadores de una nueva etapa de revoluciones”
  353. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 169-170.
  354. Fontana, 2006, p. 299-300. ”Mina tuvo que esconderse en una cueva, donde estuvo a punto de ser descubierto, y llegó a Francia después de una penosa huida bajo la lluvia”
  355. Fontana, 2006, p. 299-300.
  356. Fontana, 2006, p. 298.
  357. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 170-171.
  358. abFuentes, 2007, p. 76.
  359. abFontana, 1979, p. 176-178.
  360. abFontana, 2007, p. 136.
  361. Fontana, 2006, p. 307-308.
  362. Fontana, 2006, p. 308-309.
  363. Fontana, 2006, p. 309-311.
  364. Fontana, 2006, p. 310.
  365. La Parra López, 2018, p. 580.
  366. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 171.
  367. Fuentes, 2007, p. 76. ”La Monarquía fernandina acababa de regalarle al liberalismo español uno de sus mitos imperecederos”
  368. Fontana, 1979, p. 177.
  369. La Parra López, 2018, p. 580. ”La cruel represión, especialmente manifiesta en el caso de Mariana Pineda, delataba la decadencia del régimen”
  370. Fontana, 2006, p. 309.
  371. La Parra López, 2018, p. 570.
  372. Fontana, 2006, p. 256.
  373. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 176-177.
  374. La Parra López, 2018, p. 573-575. "A punto de cumplir cuarenta y cinco años, Fernando, muy grueso, casi calvo y con dificultades para moverse presentaba un aspecto avejentado"
  375. Fontana, 1979, p. 179. "Desestimó los intentos de la cuñada de Carlos, laprincesa de Beira, por convertirse en su esposa. Tras la devota y aburrida Amalia, Fernando [avejentado por la enfermedad] no deseaba cargar con esta portuguesa viuda, mandona y poco agraciada. Su elegida es una joven y atractiva napolitana, María Cristina, de quien parece haberse enamorado ya por carta"
  376. La Parra López, 2018, p. 572. "Luisa Carlota [esposa del hermano menor del reyFrancisco de Paula] batalló a favor de su hermana María Cristina... Parece que la elección fue obra personal del rey, a quien se atribuyen estas palabras: 'otras veces me han casado, ahora me caso yo'. A juzgar por la mayor parte de los testimonios, el principal motivo de Fernando para inclinarse por María Cristina, de veintitrés años de edad, fue su aspecto físico"
  377. La Parra López, 2018, p. 576-577.
  378. Fuentes, 2007, pp. 88-89.
  379. Fontana, 1979, p. 43-44; 180-181.
  380. La Parra López, 2018, p. 578-581.
  381. Fontana, 2006, p. 332-333.
  382. Fontana, 1979, p. 180-181. "Cuando se publicó oficialmente, el 31 de marzo de 1830, no hubo ninguna protesta en el país: el propio Carlos calló y siguió acudiendo al consejo de Estado, como si nada hubiese ocurrido. En la sombra, sin embargo, el partido carlista preparaba sus intentonas"
  383. Fontana, 2007, p. 137. "Mientras la familia real veraneaba en La Granja, Fernando padeció entonces una sucesión de ataques degota que se complicaron gravemente a mediados de septiembre, hasta el punto de hacer pensar en su próxima muerte"
  384. Fontana, 1979, p. 193-194.
  385. abFuentes, 2007, pp. 89-90.
  386. abBahamonde y Martínez, 2011, p. 178.
  387. Fontana, 1979, p. 44-45; 193-197. "El parcial restablecimiento del rey y la aparición de las 'fuerzas vivas' de la corte en el real sitio, dando muestras evidentes de que ni la vieja aristocracia feudal ni la burguesía querían un gobierno ultra, devolvieron a Fernando la confianza suficiente para derogar la derogación y echar del gobierno a Alcudia y Calomarde, más bien cómplices que protagonistas del episodio"
  388. La Parra López, 2018, p. 588-589.
  389. Fontana, 2006, p. 325-326.
  390. La Parra López, 2018, p. 593-594.
  391. Fontana, 2006, p. 328-332.
  392. abLa Parra López, 2018, p. 594.
  393. Fontana, 2006, p. 332.
  394. Fontana, 2006, p. 332-334. "Se iban sucediendo las órdenes terminantes del rey y las excusas del príncipe, hasta que el 18 de agosto encontró el argumento supremo: se embarcaría en Lisboa, que había caído en manos de las tropas dePedro, 'cuando aquella ciudad fuese restituida al poder legítimo del rey (Miguel)... cosa que no había de ocurrir nunca"
  395. La Parra López, 2018, p. 594-595.
  396. Fontana, 2006, p. 328; 332-333. "El 4 de abril se ordenaba que la jura de la princesa se hiciese el 20 de junio, y se convocaba a 'las ciudades y villas de voto en las cortes' para que acudiesen, y el 10 de mayo se daba la lista de los obispos y nobles que estaban obligados a asistir"
  397. Fuentes, 2007, p. 90.
  398. Bahamonde y Martínez, 2011, p. 180.
  399. Fontana, 1979, p. 198-200.
  400. Fontana, 2007, p. 131; 138.139.
  401. La Parra López, 2018, p. 596-597.

Bibliografía

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