Karmamudra (ensánscrito, "acción-sello" o "sello de acción"), llamada en ocasionesyoga sexual, es una práctica sagrada delbudismotántricovajrayana, basada en el concepto de lasrelaciones sexuales como forma de avanzar hacia elnirvana. Cuando se realiza con un compañero visualizado en lugar de físico, recibe el nombre dejnanamudra.[1] Aunque es una práctica naturalmente controvertida dentro del budismo, cuya mayoría de escuelas abogan por elcelibato y el alejamiento de la sensualidad, también se le ha reconocido una relación indisoluble con el papel de la mujer budista.[2]
El karmamudra es un medio hábil (upaya) para encaminarse a la liberación delsamsara. En su transcurso, los practicantes mantienen sexo, a veces utilizando las técnicas físicas o respiratorias del cuerpo sutil (suksma sarira), para visualizar la plenitud omahasukha, que libera la oscuridad de la mente.[3] Se lo considera una parte adicional de losseis yogas de Naropa, aunque en ocasiones se le incluye dentro de la práctica deltumo.[4]
Eltantra oesoterismo hindú cobró popularidad durante ladinastía Pala de laIndia medieval, y dentro de él, el karmamudra se desarrolló probablemente como una alternativa a la soledad monástica, menos atractiva a determinados estamentos sociales, con el mismo fin de perseguir la iluminación a través de la intimidad sexual. Estos ritos tántricos incrementaron la inclusividad del budismo, y con ello sus voces femeninas, encarnadas en multitud de maestras de karmamudra que se alzaron en este período.[2] Se conocen al menos 16 registros sobre mujeres budistas compartiendo estos conocimientos a través deupadesha o instrucción oral iniciática, y al menos siete de los principales textos tántricos tibetanos a principios de la dinastía fueron obra suya.[2]
En los tiempos posteriores existió una fuerte tradición tibetana deyoguis practicantes de karmamudra, principalmente miembros no célibes de la ramaterma, laicosngagpa de la ramadzogchen y lamas hereditarios de las escuelasnyingma (especialmenteanuyoga),sakya (en la meditación llamadalamdre) ykagyu. Su estilo de vida frecuentemente escandalizaba a las demás escuelas y comunidades monásticas, especialmente los de la ramagelug, que valoraban la mayor disciplina en la tarea de apartarse del sexo.[5] Sin embargo, la doctrina gelug llamadakalachakra también incluía esta práctica.
Hoy en día, las opiniones sobre el karmamudra permanecen dividas. El maestro gelugThubten Yeshe ha hablado en su favor,[6] mientras que el actualDalai Lama desaprueba esta sección del kalachakra y opina que pueden alcanzarse los mismos objetivos con su versión visualizada ojnanamudra.[7]
El maestro devipassana Jack Kornfield cita un testimonio de un lama anciano que elegia a una monja de 13-14 años como su consorte sexual cada año, así como un cierto número de mujeres occidentales que habían tenido sexo con sus lamas en circunstancias legalmente dudosas.[8]
La académica feminista y antigua monjakagyu June Campbell se opone al karmamudra tibetano. Afirma haber formado parte de uno con la encarnación deKalu Rinpoche cuando tenía veinte años, y que aunque por entonces no se sintió explotada, años más tarde llegó a la conclusión que en la relación había habido un desequilibrio de poder semejante al abuso.[9]