Juan Tamayo de Salazar, historiador español, seguidor y firme defensor de los falsos cronicones deJerónimo Román de la Higuera y él mismo falsificador dehagiografías y poemas latinos.Gregorio Mayans y Siscar le llamó «uno de los hombres más supersticiosos que ha tenido España».[1]
Aunque será conocido por sus polémicos escritos hagiográficos, también escribió unaFábula de Eco fechada en Zalamea a 22 de diciembre de 1630 y dedicada aJosé Pellicer de Ossau, quien la incorporó a su edición de lasObras de Anastasio Pantaleón de Ribera, Madrid, 1634. De cortegongorino, mereció el elogio deJosé María de Cossío, quien destacó se centrase en la figura de la ninfaEco y no en la más trillada deNarciso.[2]
San Epitacio apóstol y pastor de Tui, ciudadano, obispo y mártir de Ambracia oy Plasencia, en Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1646.
Triunfos de las armas católicas por intercesión de María S. N. Centones histórico-políticos, para exemplo, y antídoto de las guerras, y calamidades destos siglos, y para alentar, y disponer en los Soldados Católicos devoción, y reconocimiento a la Autora Soberana de la Victorias, En Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1648.
Auli Hali poetae burdigalensis, civisque toletani, De adventu in Hispanias S. Jacobi Zebedaei filii..., Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1648. Poema latino a la venida deSantiago a España y laVirgen del Pilar con otros poemas del supuestoAulo Halo, poeta nacido enBurdeos y establecido enToledo según la biografía que le inventóJerónimo Román de la Higuera.
Martyrologium Hispanum. Anamnesis o Commemoratio omnium ss. Hispanorum, Pontificum, Martyrum, Confessorum, Virginum, Viduarum, ac Sanctarum mulierum, publicado en Lyon en seis volúmenes entre 1651 y 1659. El martirologio hispano recopilaba sus estudiosepigráficos e incluía santos de dudosa existencia modificando a su gusto las circunstancias de su vida, siempre con criterio nacionalista, valiéndose de todo lo dicho por los falsos cronicones de Higuera y aplicándoles supuestas inscripciones antiguas localizadas por él mismo, con los poemas de Aulo Halo, en un viejo cartapacio comprado según decía a un librero toledano.
Elmartirologio de Tamayo y, en general, su entera producción fue duramente rebatida porNicolás Antonio, quien en suCensura de Historias Fabulosas,[3] lo llamó «versado en fábulas» y lo tachó de ignorante en materia de inscripciones y antigüedades y poco ducho en el manejo del latín.