| III Concilio de Toledo | |||||
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| concilio ecuménico de laIglesia católica | |||||
Concilio III de Toledo con Recaredo I.Óleo sobre lienzo del pintorJosé Martí y Monsó. 1862. | |||||
| Inicio | 8 de mayo del 589 | ||||
| Convocado por | Recaredo I | ||||
| Presidido por | Leandro de Sevilla yEutropio de Valencia | ||||
| Asistencia | 72 obispos, de los que asistieron en persona, 62. | ||||
| Temas de discusión |
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| Cánones | 23 | ||||
| Cronología | |||||
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ElTercer Concilio de Toledo oConcilio de la conversión, convocado por elrey visigodoRecaredo y organizado por el obispoLeandro de Sevilla y el abadEutropio de Valencia comenzó el 8 de mayo del 589 en la ciudad hispánica deToledo. En él quedó sellada la unidad espiritual y territorial del reino visigodo en su etapa del reino de Toledo, que dejó oficialmente de serarriano y se convirtió al catolicismo, que era la religión que profesaban los hispanorromanos.[1] El rey Recaredo hizo profesión de fecatólica y anatematizó aArrio y sus doctrinas; se atribuyó la conversión de los pueblosgodo ysuevo alcatolicismo. Variosobispos arrianos abjuraron de suherejía.
Los reyes sucesores fueron los protectores de la nueva religión oficial. Este concilio sería considerado en época contemporánea por la historiografía española como el inicio de launidad católica de España e incluso se llegaría a identificar con el nacimiento de lanación española.[2]
En cuanto los obispos se reunieron en Toledo, el rey visigodoRecaredo I les comunicó que había levantado la prohibición de celebrar sínodos y a continuación los prelados se retiraron a ayunar durante tres días. El 8 de mayo de 589 se reunieron los obispos y se sentó el rey entre ellos, siguiendo el ejemplo del emperadorConstantino en elConcilio de Nicea. Tras el rezo de una oración, Recaredo anunció que su conversión se había producidosolo unos días más tarde de la muerte de nuestro padre –aunque al parecer esto ocurrió más bien diez meses después del fallecimiento de Leovigildo–. Un notario leyó a continuación una declaración escrita por el propio rey en la que se declarabananatema las enseñanzas deArrio y a continuación reconocía la autoridad de los Concilios deNicea,Constantinopla,Éfeso yCalcedonia. Asimismo subrayaba que él había traído al catolicismo a los godos y a los suevos y que ambas "naciones" necesitaban ahora la enseñanza de la verdadera fe por parte de la Iglesia. El documento iba firmado por el rey y por su esposa la reinaBaddo. Los obispos aplaudieron y aclamaron a Dios y al rey, y uno de ellos se dirigió a los participantes en el concilio –obispos y otros miembros del clero, y la alta nobleza visigoda que también se había convertido– para que condenaran y declararan laherejía arriana en 23 artículos.[3]

Asistieron al Concilio setenta y dos obispos, personalmente (62) o mediante delegados, además de los cincometropolitanos. Todos los deTarraconensis ySeptimania comparecieron personalmente o por apoderado; en otras provincias, algunos no aparecieron. Fueron las figuras principales el obispo metropolitano de Mérida,Masona, quien propició la conversión deRecaredo y presidió el concilio,Leandro de Sevilla, supuesto instigador de la conversión deHermenegildo, y el abad delmonasterio Servitano,Eutropio.
Recaredo instruyó al consejo con su licencia para redactar los cánones necesarios, en particular uno que ordenaba recitar el Credo en laComunión, para que en adelante nadie pudiera alegar ignorancia como excusa para la incredulidad. Siguieron 23 cánones con un edicto confirmatorio del rey.
Los cánones aprobados en el Concilio introdujeron una gran novedad "constitucional" respecto de los arrianos porque se ocuparon de materias no estrictamente eclesiásticas, convirtiéndose en leyes cuando Recaredo publicó el "Edicto de Confirmación del Concilio'', en el que se imponían penas de confiscación de bienes o de destierro a los que desobedecieran las decisiones del Concilio. Se aprobó que los sínodos provinciales supervisaran anualmente a los jueces locales (iudices locorum) y a los agentes de las propiedades del Tesoro (actores fiscalium patrimoniorum), además de transmitir al rey las quejas que sobre ellos tuvieran. También se aprobó que la mujer que viviera con un clérigo fuera vendida como esclava y el dinero obtenido entregado a los pobres. Todo esto constituía una novedad pues se implicaba a los obispos en la imposición del cumplimiento de las leyes seculares. En los casos depaganismo o deinfanticidio, por ejemplo, tanto los obispos como los jueces debían investigarlos y castigarlos conjuntamente. Así el poder de los obispos aumentó de forma espectacular y con ellos la influencia de los hispanorromanos en la monarquía visigoda.[4]
Entre los principales cánones:
Un aspecto importante es la atribución a este concilio de la añadidura de la cláusulaFilioque (traducible como «y del Hijo») en el rezo delSímbolo Niceno-Constantinopolitano, por lo que el Credo pasaba a declarar que el Espíritu Santo procede no simplementedel Padre como decía, sin añadir ni «únicamente» ni «y del Hijo»,) elConcilio de Constantinopla I, sinodel Padre y del Hijo:
No todos los manuscritos de las actas del concilio introducen esta cláusula en el texto del símbolo, a la vez que todos la incorporan en la profesión de fe que los conversos del arrianismo debían pronunciar.[6]
Lo que es cierto es que, en los siglos sucesivos a la fecha del III Concilio de Toledo, el uso del Credo con esta inserción se extendió por España, Francia, Alemania y, al menos, en el norte de Italia y en el año 1014 fue aceptado también en Roma,[7] y que tuvo trascendencia por ser considerado una justificación para la separación de la Iglesia de Oriente tras elcisma de 1054.
El acto se cerró con unahomilía triunfal de Leandro sobre la conversión de los godos, conservada por su hermanoIsidoro comoHomilia de triumpho ecclesiae ob conversionem Gothorum, homilía sobre el "triunfo de la Iglesia y la conversión de los godos".