Dies irae ("Día de la ira") es un famosohimnolatino del siglo XIII atribuido al franciscanoTomás de Celano (1200-1260), amigo y biógrafo deSan Francisco de Asís. También se han considerado como posibles autores al papaGregorio Magno,San Bernardo de Claraval o los frailes dominicos Umbertus yFrangipani. Suele considerarse el mejor poema enlatín medieval, y difiere del latín clásico tanto por su acentuación (no cuantitativa) como por sus líneas en rima. El metro estrocaico. El poema describe el día delJuicio Final, con la últimatrompeta llamando a los muertos ante el tronodivino, donde los elegidos sesalvarán y loscondenados serán arrojados a lasllamas eternas.[1]
Este himno se usaba comosecuencia en laMisa de Réquiem delrito romano hasta 1970, pero no aparece en elMisal Romano de 1970.
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El poema debiera estar completo al terminar la antepenúltima estrofa. Algunos eruditos se plantean si la continuación es un añadido para servir a los fines de conveniencia litúrgica, ya que la últimaestrofa rompe el esquema de rimas de tres versos en favor dedísticos rimados; además, los dos últimos versos abandonan larima en favor de laasonancia, y soncatalécticos.
A partir del siglo XIV se incorporaba a la Misa de Réquiem y fue incluido en elMisal Romano publicado en 1570 porPío V por decreto delConcilio de Trento (1545–1563). Luego de la reforma litúrgica posterior alConcilio Vaticano II, fue excluido de las ediciones editadas porPablo VI yJuan Pablo II a partir de 1970.
En la Iglesia Católica hay unaindulgencia de 3 años por cada recitación y una indulgencia plenaria si la oración se recita durante un mes. La indulgencia también puede gastarse en favor de las almas delPurgatorio.[2]
La inspiración para este himno parece venir de laVulgata latina en su traducción deSofonías I:15–16: Es interesante en la primera estrofa la mención de laSibila, que adquiere un carácter profético, anunciador del fin del mundo junto con el profeta David. El prestigio de las sibilas en el mundo católico parece deberse a su aparición (concretamente de laSibila de Cumas) en laÉgloga IV deVirgilio, tan apreciada por autores católicos de los primeros siglos.
El texto más antiguo se encuentra, con algunas variaciones menores, en un manuscrito del siglo XIII que se conserva en la Biblioteca Nacional deNápoles. Se trata de un Misal franciscano que se puede datar entre 1253–1255, puesto que no contiene el nombre deSanta Clara de Asís, canonizada en 1255 y que sin duda figuraría si el manuscrito fuera posterior a esa fecha.
En casi todos losréquiems, lógicamente, aparece también musicada estasecuencia de la Misa de difuntos. SóloGabriel Fauré se niega a hacerlo, aunque incluye en elSanctus una brevísima referencia musical al Dies irae. Se pueden destacar los réquiems siguientes:[3]