Hombre inteligente pero también propenso a la extravagancia según sus contemporáneos, las políticas erráticas, despilfarros, y amoríos extramaritales de Carlos sellaron el destino de la monarquía portuguesa, a la vez que el grave debilitamiento de la posición política dePortugal enEuropa también reducía la popularidad de la institución. Los tratados coloniales con elReino Unido como resultado del "conflicto delmapa rosado" (uno firmado en agosto de 1890 que definió sus fronteras africanas a lo largo de los ríosZambeze yCongo[1] y otros firmados el 14 de octubre de 1899 que confirmaban los tratados coloniales del siglo XVII) estabilizaron la situación política de los imperios coloniales europeos enÁfrica, aunque generaron un amargo resentimiento en Portugal por las grandes concesiones reconocidas alReino Unido y el nulo apoyo recibido de otras potencias europeas (comoAlemania) para contrarrestar las presiones británicas.
Domésticamente,Portugal fue declarado enbancarrota dos veces debido a que el tamaño de la deuda pública superaba las riquezas nacionales - el 14 de junio de 1892, y nuevamente el 10 de mayo de 1902 - causando disturbios industriales, antagonismo consocialistas yrepublicanos y la crítica de la prensa contra la monarquía. El sistema electoral portugués, a semejanza del practicado enEspaña, otorgaba preeminencia a dos partidos políticos: regeneradores y progresistas, que se turnaban en el poder mientras elderecho a voto era reducido a varones alfabetizados y con cierta renta mínima, lo cual generaba conflictos con dos nuevos grupos políticos:republicanos ysocialistas.
La fuerte humillación resultante delultimátum británico de 1890 y el descontento con el régimen político auspiciado por lamonarquía causaron turbulencia política en Portugal durante los primeros años del siglo XX.[1] El rey Carlos respondió al nombrar aJoão Franco como primer ministro y subsecuentemente al aceptar la disolución del Parlamento, con lo que el régimen se transformaba en una virtualdictadura apoyada por el rey, cosa que sólo aumentó el rechazo de los republicanos.
Este apoyo a unadictadura no era bien visto ni siquiera por las personas más próximas al rey, como la reina madre María Pía, la reina Amalia, el príncipe heredero Luis Felipe de Braganza, y el infante Alfonso, hermano menor del rey. No obstante, Franco era defendido por el secretario particular del rey. La inquietud política hacía que la animosidad personal contra laCasa de Braganza Sajonia-Coburgo y Gotha creciera masivamente.
A pesar de la controversia, existía un objetivo preciso que el mismo rey afirma en una misiva a su amigoAlberto I de Mónaco en febrero de 1907:
Considerando que las cosas aquí no iban bien, y viendo los ejemplos de toda la Europa, donde tampoco van mejor, decidí hacer una revolución completa en todos los procedimentos del gobierno de aquí, una revolución desde arriba, creando un gobierno de libertad y de honestidad, con ideas modernas, para que no me hagan una revolución desde abajo, lo que supondría la ruina a mi país.[2]
En esa misma carta, el rey habla de sus miedos, que se harían realidad tras su muerte:
Hasta ahora, he tenido éxito, y todo va bien, incluso mejor de lo que creía posible. Pero para eso, necesito estar constantemente en guardia y no puedo abandonar el mando ni un minuto, porque conozco mi mundo y si la idea de continuidad se perdiera por falta de dirección, todo volvería inmediatamente para atrás, y entonces sería peor que al principio.[2]
El 1 de febrero de 1908, la familia real regresaba del palacio deVila Viçosa aLisboa. Viajaban en coche hacia Almada y a continuación tomaron un barco para cruzar elrío Tajo y desembarcaron en Cais do Sodré, en el centro de Lisboa. En su camino hacia el palacio real, el carruaje con Carlos I y su familia pasó por la avenida delTerreiro do Paço. Mientras cruzaban la plaza, fueron disparados varios tiros desde la multitud por al menos dos hombres: Alfredo Costa y Manuel Buiça. El rey murió inmediatamente, su heredero Luis Felipe fue mortalmente herido, y el príncipe Manuel fue alcanzado en un brazo. Los asesinos fueron muertos a tiros en el lugar por guardaespaldas y posteriormente reconocidos como miembros del Partido Republicano. Aproximadamente veinte minutos después, el príncipeLuis Felipe murió y días más tarde su hermano menor,Manuel fue proclamado rey de Portugal, el último de la dinastía y del país.
Presuntamente, el rey Carlos I tuvo varias relaciones extramatrimoniales, de las que nacieron algunos bastardos. Tenía una hija de una americana.[3] De Grimaneza Viana de Lima, viuda peruana de un diplomático brasileño que encabezó la legación deBrasil enLisboa, habría tenido una hija llamada María Pía, nacida antes de 1902. Grimaneza habría sido su última gran pasión.[4] Presuntamente, también tuvo, de la brasileña María Amélia Laredó e Murça, otra hija bastarda, nacida en 1907 y también llamadaMaría Pía.[5] Durante su vida, el rey nunca reconoció oficialmente la paternidad de ningún hijo bastardo, a pesar de que él mismo fue el responsable de alimentar las sospechas sobre su descendencia ilegítima.[6]
↑abcdef«Carlos I (D.) 32.° rei de Portugal.».Portugal - Dicionário Histórico, Corográfico, Heráldico, Biográfico, Bibliográfico, Numismático e Artístico(en portugués)II. p. 759. Consultado el 22 de octubre de 2011.
↑abRamos, Rui; "D. Carlos", Lisboa, Temas e Debates, 2007, pp. 306-307
↑Lencastre, Isabel; "Bastardos Reais", Oficina do Livro, 2012, pp. 211-223
↑Conde de Mafra; "Diário de um Monárquico 1911-1913", Fundação Engenheiro António de Almeida, 1994, p. 189
↑ Medina, João; "História contemporânea de Portugal (2º Volume) – Monarquia Constitucional: das origens do liberalismo à queda da realeza", Multilar, 1990, p. 213
↑Brandão, Raul; "Memórias, Tomo I", Relógio d´Água, 1998, p. 168