Originario de una familia de magistrados, se educó con losJesuitas en Dijon, que le dispensan una formación clásica (griego y latín). A los 15 años continúa sus estudios en París, en el Collège de Navarre, donde tiene por maestro a Nicolas Cornet, con quien estudia en profundidad filosofía y teología. Aunque estaba destinado por nacimiento al sacerdocio (como es habitual en la sociedad estamental), frecuenta el mundo por algún tiempo. Admira aCorneille, se da a la escritura de versos preciosistas y no le hacía remilgos a frecuentar elHôtel de Rambouillet. Es ordenadosubdiácono enLangres en 1648, momento en que rompe con el sigilo y redacta unaMéditation sur la Brièveté de la Vie (Meditación sobre la brevedad de la vida), en la que pueden verse en germen sus obras futuras. El mismo año expone sus ideas sobre el papel de laProvidencia en suMéditation sur la félicité des saints (Meditación sobre la felicidad de los santos).
En 1644 se magistró en la Universidad de su poblado, en la cual predicó el mensaje de Dios y enseñó a los más humildes la verdad y las teorías racionalistas. Anteriormente, en 1641 estudió la carrera de derecho, aun teniendo clara su verdadera vocación.
En 1652, se doctora en teología y es ordenadosacerdote, al tiempo quearchidiácono deSarrebourg; más tarde, en 1654, obtiene el mismobeneficio eclesiástico enMetz. Allí su fama de predicador lo condujo al obispado deCondom y a la preceptura del Delfín (1671) Su vida estuvo llena de polémicas en defensa de la fe cristiana.
La mayor parte de sus discursos improvisados se han perdido. Solía meditar su texto algunas horas antes de pronunciarlos, anotando algunas palabras o pasajes de losSantos Padres para guiarse. Algunas veces dictaba rápidamente los párrafos más largos, y después se abandonaba a la inspiración del momento y a la impresión que producía en su auditorio.
Se conservan doscientos de los quinientos o seiscientos que debió pronunciar, ya que Bossuet no los consideraba como obras literarias dignas de la imprenta. A finales del siglo XVIII, gracias al trabajo deDom Deforis, se recopilan los que se han conservado hasta hoy. No obstante, en realidad no son más que borradores que no nos ofrecen más que una idea aproximada de su predicación.
En ese mismo año y los siguientes, pronuncia sus doceOraisons funèbres, en las que hace sentir con potencia y musicalidad la futilidad de las grandezas humanas. Entre ellas están las deEnriqueta María de Francia (1609-1669), reina de Inglaterra, yAna de Austria (1601-1666). Son obras maestras de elocuencia incomparables con cualquier otro ejemplo si no nos remontamos a laAntigüedad Clásica. Bossuet no se sirve de la lengua de otros hombres: construye la suya propia, de tal modo que se acomode a su propia manera de pensar y de sentir. Tanto las expresiones como los giros, movimientos, construcción y armonía, son propios suyos.
Es nombrado preceptor delDelfín (heredero del trono)Luis de Francia (1661-1711), el hijo del reyLuis XIV y deMaría Teresa de Austria (1638-1683). En 1681, escribe suDiscours sur l'histoire universelle (Discurso sobre la historia universal), en el que, tras presentar un rápido resumen de losacontecimientos, busca las razones de los designios deDios para suIglesia. El mismoVoltaire quedó más tarde asombrado de la fuerza majestuosa con la que describe las costumbres, el gobierno, el auge y caída de los grandes imperios, y de los trazos rápidos y enérgicos con que pinta y juzga a las naciones. También para el Delfín, escribe elTraité de la connaissance de Dieu et de soi-même (Tratado del conocimiento de Dios y de uno mismo), en el que en general sigue la doctrina deRené Descartes, y se muestra tan gran filósofo como escritor.
En 1681, concluida la educación del Delfín, es nombrado obispo deMeaux (de ahí viene su sobrenombre "el Águila de Meaux") donde se dedica a las tareas episcopales, con frecuentes predicaciones y una especial lucha, comoteólogo, contra losprotestantes. Redacta el célebreCatéchisme de Meaux (1687) (Catecismo de Meaux) y , para las religiosas de su diócesis lasMéditations sur l'Evangile (Meditaciones sobre el Evangelio) y lasElévations sur les Mystères (Elevaciones sobre los Misterios).
Bossuet jugó un gran papel como predicador y director de laAsamblea del clero de Francia de 1682, con ocasión del enfrentamiento entre rey y papa. Fue el autor de laDeclaración sobre las libertades de laIglesia Galicana, que fija los límites del poder del papa, y redacta losCuatro Artículos de 1682, que acabarán por convertirse en ley en Francia y dieron lugar a vivas discusiones. El papa, irritado, los hizo quemar, pero no llegó a calificarlos como heréticos. Se conoce a este movimiento comoGalicanismo, doctrina que influirá particularmente enEspaña con la llegada de losBorbones (Felipe V) en 1700 (véaseRegalismo).
Entrará en un áspero conflicto conFénelon, obispo deCambrai, que se inclinaba hacia elquietismo: persiguió con especial saña a su adversario hasta conseguir que cayera en desgracia ante el rey, que lo exilia. También logra la condena del papa a lasMaximes des Saints (Máximas de los Santos) donde Fénelon sostenía la doctrina delamor de Dios por sí mismo, sin mezcla del llamado teológicamentetemor servil.
Bossuet murió a causa de un cálculo renal enParís, el 12 de abril de 1704.
En él culmina la interpretación histórica basada en las ideas divinas. Él va a ser el referente cuando llegue laIlustración, ya que todos sus autores se dedicarán a criticar a Bossuet, sobre todoVoltaire.
Discurso sobre la Historia Universal se inspira enLa ciudad de Dios de san Agustín y explica, como esta, la historia del mundo como una guerra metafísica entre Dios y Satanás. En esta guerra, Dios mueve (por intervención divina/divina providencia) a los gobiernos, movimientos políticos/ideológicos, y fuerzas militares alineadas (o mejor alineados) con la Iglesia Católica (la Ciudad de Dios) para que se opongan por todos los medios —incluido el militar—a los gobiernos, movimientos políticos/ideológicos, y fuerzas militares alineados con el Demonio (la Ciudad de Satanás).
Bossuet no incorpora especiales novedades a la filosofía de la historia deAgustín de Hipona. Sin embargo, su propuesta constituye la cima de las filosofías de la historia de corte cristiano que descubren la actuación divina incluso en los "renglones torcidos" de la historia (catástrofes).
Las traducciones al español de sus obras fueron tempranas. En el siglo XVIII tal vez el más destacado traductor fue el monje basilioMiguel José Fernández.