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UN INFIERNO LLAMADOCABO DE HORNOS (I)

Esta roca 'maldita', que emerge en elconfín del mundo, mantiene viva su leyenda de tempestades,naufragios y paisajes desolados de hielo. Doblar el caboa vela es revivir las fantásticas aventuras de aquellosmarinos que encomendaban su vida a Dios antes de acercarsea sus temidas aguas.

Vista de un atardecer con el mar en calma en elmítico cabo de Hornos.

En una taberna de Ushuaia, la capital de Tierra del Fuegoy ciudad más austral del mundo, el capitánBassaget me enumera la larga lista de peligros a los quehay que enfrentarse para conseguir doblar a vela el míticocabo de Hornos.

El propietario del Zsar, un velero acostumbrado a navegarmares turbulentos y helados, me habla de las tormentas,de los temidos williwaws -vientos locales tan violentosque pueden arrancar de cuajo el mástil de un barco-,de los icebergs a la deriva, del frío insoportabley las heladas aguas donde un náufrago apenas sobreviviríaunos minutos. Este viejo lobo de mar francés, quedurante diez años estuvo al mando del Calypso, elbarco del explorador Jacques Cousteau, me anima a quedarmeen tierra firme visitando las haciendas ganaderas, practicandokayak en algún lago tranquilo y comiendo buenos bifesde buey.

No hay marinero con dos dedos de frente que no se estremezcaal evocar su viaje a esta roca situada en medio de la nadaen el extremo austral de América. El cabo de Hornoses una pesadilla, una palabra maldita para aquellos quehan conseguido sobrevivir a sus violentas tempestades. Enpleno siglo XXl, los amantes de la navegación deportivahablan con respeto de sus embravecidas aguas, fuertes corrientesy ventisqueros. Doblar el cabo a vela sigue siendo una hazañaque los chilenos premian con un certificado que te elevaa la categoría de cabohornero, o sea, un mito vivientede la navegación.

Durante siglos, los españoles que surcaban losmares australes identificaron la isla de Tierra del Fuegocon un infierno barrido por el viento y rodeado de los desérticosglaciares de la Antártida.En realidad, se trata deun vastísimo archipiélago al sur del estrechode Magallanes formado por miles de islas -unas chilenas,otras argentinas- y rodeado por los océanos Pacíficoy Atlántico y por el mar Antártico. El primernavegante que se aventuró por estas costas salvajesy desoladas fue Hernando de Magallanes, quien, cuando en1520 entró en el estrecho que hoy lleva su nombre,divisó al sur columnas de humo, motivo por el cualbautizó a esta región como Tierra de los Fuegos.El fuego que divisara Magallanes provenía de lashogueras de los indios onas que ocupaban la isla grandey que fueron brutalmente aniquilados por el hombre blanco.

Desde Magallanes, muchos exploradores y navegantes sehan aventurado por estas desoladas costas con fines científicoso simplemente en busca de fortuna. El naturalista CharlesDarwin viajó aquí, junto al capitánFitz Roy, en 1832 a bordo del Beagle. En el diario en elque narraba su fantástica expedición, queduró cinco años, escribió: «Tierradel Fuego tiene un clima horroroso, uno de los peores delmundo. El Beagle tuvo que luchar durante un mes con un marborrascoso al intentar bordear el cabo de Hornos.Una granola abatió sobre el barco arrancando uno de los botes».Nila visita al Museo del Fin del Mundo, donde se exponen losrestos de los naufragios más famosos de la historia,ni los paternales consejos de los más curtidos marinerosde Ushuaia me hacen cambiar de opinión. Estaba decididaa seguir los pasos de Francis Drake o el mismísimoVasco Núñez de Balboa, aunque en una navemás segura.

En los siguientes días, pude entender que, cuandopiratas como Francis Drake hablaban de un infierno de olasy viento, no exageraban ni un ápice. Más biense quedaban cortos. Sólo entre 1850 y 1900, másde 100 barcos naufragaron en el temido mar de Drake, a unpaso de Hornos. Algunos acababan estrellándose contrasus afiladas rocas, otros se hundían al chocar suscascos con enormes masas de hielo flotante y las embarcacionesmás livianas no podían soportar el envitede los vientos.

Navegamos sigilosamente el majestuoso y tranquilo canalBeagle y, tras sortear el faro de Les Eclaireurs, entramosen las costas de la isla chilena de Navarino. En unos instantes,el moderno y equipado velero Zsar se convirtió enuna cáscara de nuez azotada por vientos de 40 nudosy olas de cuatro metros de altura.

Sin seguridad

Lo peor acababa de empezar. El interior del velero no ofrecíamucha seguridad y había que protegerse ante la avalanchade objetos que se venían abajo. De repente, volvióla calma, las nubes de color plomizo se alejaron, dejóde llover y el sol apareció de nuevo. Por fin, divisamoslos dientes nevados de Navarino y enfilamos rumbo a PuertoWilliams, donde fondeamos en su viejo muelle.Esta pequeñapoblación chilena recibe con los brazos abiertosa los aventureros que se dirigen hacia el cabo de Hornos,la isla de los Estados o la remota Antártida. Esun paraíso ecológico de bosques, cascadasy lagos cristalinos.

Desde Puerto Williams, continuamos la travesía.El paisaje que ahora nos rodea resulta estremecedor, losglaciares llegan hasta el mar y las montañas de nievesperpetuas aparecen tapizadas de bosques de hayas color canela.Hay en las costas restos de barcos naufragados, coloniasde lobos marinos y pingüinos, y ballenas que se muevena sus anchas allí donde el Pacífico y el Atlánticose dan la mano.

Tras seis horas de dura navegación, avistamos elcabo de Hornos con su silueta de león agazapado,como lo denominan los locales.Desde que, en 1616, dos marinerosholandeses, Willem Schouten y Jacques Le Maire, lo descubrierony bautizaron con el nombre de su ciudad natal, son muchoslos navegantes que han perdido la vida al intentar circunnavegarlo.Hoy el mar está tranquilo y el león no parecetan fiero. Pero el capitán me recuerda: «Nohay que fiarse del león dormido, que en cualquiermomento puede despertar».


GUIA PRACTICA

 

Cómo llegar: Iberia (Tfno. 902 400 500.www.iberia.es) organiza,hasta el 15 de dicembre, vuelos directos a Buenos Airespor 669,04 euros. Una vez allí, las LíneasAéreas Privadas Argentinas (lapa.com)vuelan a Ushuaia. Alojamiento: En la Patagonia argentina,en Ushuaia, Hotel Ushuaia (Lasserre, 933. Tfno. 54 2901423051) o Las Hayas Resort Hotel (Camino Alglaciar Martial,1650. Tfno.54 11 43930621). En Chile, en Punta Arenas,Hotel Montecarlo (Avda. Colón, 605. Punta Arenas.Tfno. 56 61223 448) o el Hotel Plaza (José Nogueira,1116. Tfno. 56 61 241300).

Cuándo ir: El verano es la temporadaindicada para el turismo de aventura.
Se puede practicar trekking y mountain bike dentro delParque Nacional Tierra del Fuego. También esla temporada de pesca y la época ideal para pasearpor el Canal de Beagle, el cabo de Hornos y hasta laAntártida argentina. Para los que busquen latranquilidad y el disfrute de los paisajes, la mejorépoca son los meses de diciembre y marzo. Todala información, enwww.chileaustral.com.

Moneda: La unidad monetaria es el peso. 100pesos equivalen, aproximadamente, a 0,18 euros. Loscheques de viaje son mucho más seguros, aunque,dada la dificultad para encontrar bancos que los cambien,conviene llevar dólares en efectivo. Guíasútiles: Argentina. Editorial Anaya Touring. 2002.Guía Azul de Argentina.Editorial Gaesa. 2000.

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